Epílogo: Una última página

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1 de enero 202x

Justo ahora, en el comienzo de un nuevo año, al fin han acabado los malos sueños, y he vuelto a ser bendecido con los preciosos entornos que los príncipes del Mundo Onírico me otorgaban con su cariño y amabilidad, o eso pensé, al sumergirme en mi ilusión.

Esta noche llegué a un hermoso pueblo escondido entre las montañas, decorado con abundantes bugambilias tan rosadas como mi bufanda favorita. Unas pocas casas cubiertas de cal y tejados de terracota engalanaban la verde y pastosa ladera, y sus habitantes rebosaban alegría sin fin, saludando a la distancia.

Entre medio de todos ellos, pude distinguir una figura conocida. La princesa estaba sentada en una roca distante, mirando hacia las casas con algo de nostalgia. Sin dudarlo, me acerqué a saludarla, aunque ella bajó la cabeza con vergüenza, al ver como tendía mi mano para estrechar la suya.

- Ralsei, he obrado mal. Construí este pueblo para tí y tus amigos, buscando reparar en parte mis daños, pero no parece ser suficiente... Y ahora tú me das la misma mano que herí en mi resentimiento. Te debo una disculpa eterna.- dijo, mientras sus negros ojos parecían humedecerse con sus emociones.

-Princesa Mareridt, me gustaría decirte tantas cosas que no pudimos hablar, cuando cegada por la ira, dañaste tu mundo. Pero finalmente todo se resume en: Se puede ser mejor, y buscar un buen destino, si se cree en ello con fuerza. Siempre creeré en el poder de esas palabras, sobre todo aquí, donde todo deseo se hace realidad.

Mareridt me abrazó fuertemente. Aquello me recordó cuando Kris lo hizo en libertad por primera vez, siendo consciente de haberme dañado en muchas ocasiones sin quererlo ni poder evitarlo. Recordaba como casi imperceptiblemente me decía "perdón", con un hilo de voz. Fui paciente y cercano con él hasta confesarle mi cariño. Parecía tonto, pero nunca me rendí; solo quería una cosa, que él volviera a sonreír.

Con el tiempo a mi favor, le hice saber toda la historia de la Leyenda a la que fuimos convocados, y como ahora vivimos en paz, con la amistad y el amor por delante de nosotros. A estas alturas, somos más que un equipo en realidad: somos familia.

-Ahora entiendo porque ese muchacho no dudó en ponerse en riesgo por tí, y mi hermano confiaba en tu fortaleza ciegamente, junto a mi amado Príncipe de la Noche, quienes sólo te daban alegrías. - dijo, dándome una mirada dulce, aunque aún algo triste- Mereces todos y cada uno de sus dones por tu dulce existencia. Ven, vamos a que conozcas la nueva aldea y a todos sus encantos.

El resto del sueño puede resumirse en una perfecta estancia, que se hizo aún mejor cuando hallé entre los pasillos a mi amiga Susie, que comía pasteles infinitos, y a Kris, que disfrutaba de un espléndido piano en un salón decorado como el suave bosque de Hometown.

Despertar fue algo tan lento, como apacible después de esos extraños sueños. Como si fuera transportado por un ángel, cambié de un plano al otro con tanta ligereza, que apenas pude diferenciar la villa soñada, de mis almohadas verdes contrastando con mi bufanda extendida a los pies de la cama.

Solo deseo que así como los días en este pueblo son sencillos y memorables, las noches me lleven con sus fantasías a este maravilloso Nuevo Mundo, del cual pude hacer registro para todos ustedes, y que significó la verdadera última gran aventura que pudimos vivir, hasta ahora.

🌌Bitácora de un Nuevo Mundo🌌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora