Capítulo 10

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El viento con delicadeza soplaba y las hojas en cada árbol con gracia bailaban, su sonido igual a una canción de cuna, una suave melodía con la cual podía despertar cada día.

Entre las paredes de su habitación un fuerte y cálido rayo de sol que por su ventana se colaba y en sus párpados descansaba le despertó suavemente invitándole a escuchar tal sinfonía.

De entre las sábanas un perezoso lobo daba la vuelta en su cama para evitar el sol en sus ojos, ya era hora de despertar pero eso no significaba que pensara hacerlo pronto, sería un pecado salir de aquella silenciosa habitación a la que llamaba su cueva, salir de entre aquellas sábanas que se encargaban de mantener el calor, dejar esa almohada que sólo ahora parecía ajustarse a la perfección con su cabeza.

Sí, que lugar tan acogedor, tan tranquilo, tan cálido.

Estaba volviendo a caer en un buen sueño hasta que la puerta a su habitación fue lentamente abierta causando que todos sus sentidos estuvieran alerta. Sabiendo que estaba en un lugar seguro y conocido no se molestó en abrir sus ojos, sólo se dedicó a escuchar con atención aquellos suaves pasos que lentamente se acercaban a su cama, en algún momento todo volvió a quedar en silencio y pasó a sentir como parte del colchón de su cama se hundió indicando que alguien se había sentado a su lado mas igualmente continuó sin abrir sus ojos.

No tenía por qué hacerlo.

Sabía perfectamente quién era.

Y por ello no pudo evitar dejar salir una sonrisa que afortunadamente era cubierta por uno de sus brazos.

Aquel, o mejor dicho, aquella intrusa dejó salir una suave risa y con uno de sus dedos trazó con delicadeza una línea desde su frente hasta su nariz, gesto que le pareció bastante familiar. Anne intentaba con todas sus fuerzas mantenerse quieta y no soltar una carcajada, pues el juego que su querida intrusa tenía con su rostro continuaba. La chica a su lado trazaba con suavidad algunas partes de su rostro como su nariz, sus cejas, su mejilla, su mandíbula, según lo que sintió había trazado todo un mapa. Los trazos en su rostro acabaron para justo después continuar en el brazo que utilizaba para ocultar parte de su cara, sintió como su compañera recorría con la yema de sus dedos todo el camino libre desde su muñeca hasta su codo y viceversa.

Comenzaba a emocionarse, realmente estaba disfrutando de esos toques y mantener su cola quieta comenzaba a ser todo un desafío, cualquier mínimo movimiento sería visto y escuchado con facilidad.

Por más que quisiera no podía moverse.

No hasta que aquella sesión de caricias terminara.

Si la canina a su lado descubría que estaba despierta de seguro detendría sus acciones en un instante y no quería eso.

Ahora estaba en la mejor parte.

Estaba en su cabeza.

En sus orejas.

¡Y Dios!

¡Que manos tan jodidamente buenas para rascar!

Tan delicadas, tan cuidadosas, tan suaves, tan cálidas. Definitivamente era todo un privilegio poder sentirlas.

Que lamentable el no haber podido contener más su cola junto a aquella carcajada, fue demasiada felicidad y emoción junta como para lograr ocultarla, en algún momento se tenía que delatar.

Finalmente abrió los ojos y miró dichosa a quien tenía enfrente.

Tenía razón, era ella.

Era Marcy.

Y justo como pensó, la beta detuvo toda acción tan pronto le escuchó reír, había alejado su mano y le miraba con algo de pánico y sorpresa en el rostro, había sido atrapada.

Te Quiero A Ti - (Marcanne)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora