12•Picazón•

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Después de entrar al local y pedir dos ordenes de lo que se promocionaba y un par de bebidas, ambos se quedaron esperando a que prepararan sus ordenes.

— Si tenías tanta hambre, debiste decírmelo, sé que parezco un chico cruel, pero no lo soy. — El mayor regañó.

— No pareces un tipo malo, pero si inaccesible, ¿qué pasaría si decides dejarme por un momento de debilidad? — El menor hizo un puchero lleno de tristeza. — Fue muy difícil hacer que aceptarás hacer algo conmigo.

— Puff, Jajajaja, ahora entiendo porque me es tan difícil conseguir nuevos amigos. — Hamada río escandalosamente, llamando la atención de los demás comensales y su compañero de mesa. El Rivera también sonrió y quedó encantado con la risa del mayor, no podía recordar una risa que fuera más hermosa que la que estaba escuchando.  — Además: ¿Por qué sería una debilidad él tener hambre? Todos comemos, pero dime: ¿Por qué tienes tanta hambre?

— Bueno, podría ser señal de nervios, pero me dirijo más a que no comí esta mañana. — Tamborileo sus dedos contra la mesa, esperando que el momento de comer llegara pronto.

— ¿Y por qué no comiste esta mañana? — le preocupaba, ya eran más de las dos de la tarde, ni el mismo sería tan descuidado.

— Estaba nervioso.

Hiro estaba a punto de reir nuevamente, pero cubrió su boca antes de que se humillara más. — Bueno, no debiste estar nervioso.

— No pude evitarlo, después de lo que paso ayer, temía que no quisieras verme. No quiero que pienses mal de mí. — Ahora el pequeño-gran “cachorro” había dejado de mover la cola imaginaria y sus orejas, imaginarias tambien, habían quedado totalmente bajas.

— Miguel. — Hiro se sintió incómodo por lo que diría y también por lo que dijo, no debió de haberse portado cruel y desquitar con el Alfa su mal humor debido a los celos, que lo único que Miguel quería era su amistad. Así que después de darse valor, carraspeo y dijo: — No tienes que pensar así, yo me equivoque, no me sentía bien ayer y me desquite contigo, perdón. Dije cosas hirientes y discriminatorias. Alfas y Omegas no son... Tú no eres un animal, ni mucho menos una bestia.

De pronto y sin que ninguno lo notara, el ambiente comenzó a bajar de temperatura o así lo sintieron los demás, quienes se encogieron en sus lugares. Miguel por otra parte, recordaba algunas cosas que hubiera preferido que nunca regresaran. Quizás sin esos recuerdos hubiera podido creer las palabras de Hiro, y librarse de pensar que los Alfas y Omegas eran animales, pero no podía, no después de que esos recuerdos hayan marcado su vida y la de Marco de maneras crueles.

— ¿Miguel? — El mayor pregunto nuevamente, su Alfa no le respondía y estaba a nada de saltar a abrazarlo y alejar los malos pensamientos con ayuda de sus feromonas, pero no podía hacerlo, los supresores (extremadamente fuertes) le impedían sacar su olor, además de que podía terminar mal si lo hacía. — Alfa... — Susurro inconscientemente.

Miguel reacciono, pero aún así no era consciente de nada de lo que pasaba a su alrededor. — ¿Me hablabas, Mejillas dulces? — Fingió una sonrisa y el ambiente se aligeró, volviendo a su estado normal.

— Lamento si te hice recordar algo malo, yo-yo no quería que- ¿Cómo me llamaste? — Hiro se había sentido culpable y un poquito nervioso por la reacción de su alfa, sin embargo, después de digerir las palabras de Miguel; se enojo.

— ¿Mejillas Dulces? Bueno, eso tiene una explicación, cuando te enojas y aún si quieres ocultarlo, he podido ver que tus mejillas y orejas se vuelven muy rojas. Parecen caramelos. Es muy adorable. — Dijo el gran sinvergüenza.

Aprendiendo A Ser Omega (Higuel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora