14°Embelesado°

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— Miguel — Hiro llamó desde la puerta. — Traje unas palomitas. ¿Quieres?

— Sí, por favor. — Miguel dejo de lado el control del juego y extendió sus brazos como un pequeño niño ansioso de dulces.

— Lo lamento, no pregunte si ya tenías hambre y ya es muy tarde. — Hiro extendió el bool de palomitas entregándolo.
Luego se sentó a su lado, viéndolo comer palomitas como un perro hambriento. Y a pesar de que era algo normal, Hiro no podía evitar verlo con amor.

— Ya es tarde. — Miró a través de la ventana, la luz del día ya se había agotado y lo único que lograba alumbrar eran las lámparas de la calle. — Debería  de irme. Perdona que ya sea tan tarde, mañana tienes escuela y yo aquí estorbando.

— ¡No, para nada! — Hiro agitó sus manos y las colocó sobre los hombros del Alfa. — No hay nada más importante. — Sus ojos buscaron los contrarios con consuelo de forma inconsciente. Y el ambiente tomó una energía rara, tratando de regresarlo a su conciencia. — Es decir: no hay cosas interesantes para esta semana. Acabo de pasar por unos días difíciles, momentos así me hacen bien.

Miguel sonrió, contento de ver los nervios y las expresiones del Hamada. Había visto a tantos Omegas, Betas y Alfas que lo admiraban y solían ponerse nerviosos al verlo, pero nunca había sentido una felicidad como la que sentía con Hiro, ni siquiera con el primer fanático que se le acerco.

— Eso es bueno.

Hiro soltó los hombros del menor — También... ¿Quisieras quedarte? Ya es tarde, no sé si aún sigas viviendo en la mansión de Fred, pero no deberías de volver tan tarde.

— Oh, ¡Hiro! ¿Puedo? — Miguel sonrió en grande. Mas feliz de lo que debería serlo, y aún sin notarlo.

— Claro que puedes, me encantaría. Desde que mi hermano salio para hacer contratos y esas cosas, yo me la he pasado muy solo. Claro, sin contar a Baymax. — Dijo mirando de reojo la estación de carga del emferme-robot. — Él es un buen chico, pero no es lo mismo.

— ¿Por qué me resulta tan tierno que hables así? — Miguel observo. En sus ojos cariño puro. — Lo cual es extraño, la mayoría de las veces no haces más que quejarte.

— ¿Sabes? Mejor como que te vas, y mejor aún si subes a algún camión y te pierdes por algunos días. — Hiro se dio la vuelta con mucho orgullo. Con la barbilla en alto y los ojos mirando hacia otro lado sin mínimo cariño.

— Solo estaba bromeando. Vamos a acostarnos. — Se puso de pie y extendió su mano al Omega que aún se negaba a mirarlo. Sin ser consciente de sus palabras por completo.

Dentro de la mente de Hiro comenzaron a pasar un río de pensamientos. — ¿Acostarnos? — casi no pudo evitar tartamudear y sus mejillas se pusieron rojas, incluso comenzó a sudar. — Miguel, yo... — llevamos poco tiempo de conocernos. Pensó antes de tratar de calmarse.

— Bueno, no sé donde dormire, creo que es mejor comenzar a acomodarnos. — Ya había retirado su mano y también le había dado la espalda, comenzando a analizar por completo el espacio.

— Puedes quedarte del lado de mi hermano, en esa cama del rincón. — Hiro señalo la cama de Tadashi con nervios. — A él no le molestaría.

— Bueno. — Miguel se paso a esa cama, sintiendo su suavidad o dureza, después de meditar un rato, una pregunta salió de sus labios: — ¿No crees que el día paso muy rápido? — Al final su pregunta cambio.

Hiro hizo una mirada de extrañeza, pero luego de un rato asintió. — Bastante.

— Hum — Miguel se puso de pie nuevamente y sin nada de pena comenzó a quitarse la sudadera, la playera y tiempo después la camisa. Hiro no pudo evitar mirar de más, y de pronto sintió que sus glándulas salivales comenzaban a funcionar de más, y sus glándulas de olor comenzaron a calentarse. ¿O era su cara? ¿solo su cuello? —  Siendo sincero no recuerdo haber tenido un día como este desde hace mucho tiempo. Después de que comenzamos con esto de la música, ya no paramos y... No sabía que extrañaba esto. — Terminó de sacarse hasta los pantalones, quedando en boxers.

Aprendiendo A Ser Omega (Higuel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora