La Eterna Solterona

Casar, coger o matar.

Pov Poche

Te juro que yo era invisible hasta que llegó ella, Misifus…ella llegó a mi vida y me vio con sus grandes y hermosos ojos de color avellana, me sonrió y mi vida paso de ser gris a ser de colores, siento que vivo un sueño, aún me cuesta creer  que ella se fijó en mi, yo soy una mujer sin gracia, carezco de belleza, no soy como las mujeres que ella acostumbraba a tratar, me es díficil creer que ella se allá fijado en mi y no me refiero a mi físico, siento que ella se fijó en mi alma y eso me hace sentirme tan plena y feliz.

—Miauw—El me respondió y yo acaricie su lomo.

—Lo sé, sé que ella no te cae bien, pero…ahora ella es mi felicidad, tú mejor que nadie sabe cuántas veces me acosté llorando por alguna de mis tantas citas fallidas, por sentirme insuficiente para las personas, por sentirme inmerecedora del amor, tú eres testigo de cuántas veces sonreír al ver mis películas de amor, escuchar como los protagonistas se declaraban su amor y se prometían siempre protegerlo contra todo y todos. Jamás pensé que el amor se me iba a presentar a presentar con una forma igual a la mía, la de una mujer hasta que llegó ella y removió todo dentro de mi. Daniela tiene algo que me une a ella como un imán, ella me esta enseñando verdaderamente lo que es el amor y solo debo agradecerle a la vida por mandarme a la mejor maestra.

Misifus empezó a ronronear, yo sé que el aunque no pueda hablar, me entiende muy bien, el es mi compañero y mejor amigo.

Escuché el timbre de la puerta, le di un beso rápido a Misifus y fui rápidamente abrir.

—¡Hola perra!

—¡Juana!—Paula la regaño.

—Nah, perdón Pochas, fue la emoción—Juana se rió y me abrazó.

—Hoy es nuestra pijamada, ¿Recuerdas?—Abi me dijo saludando con un beso en la mejilla.

Juli también me saludó y me entrego un paquete de galletas de chispas de chocolate.

—¡Jamás lo olvidaría!— Le dije con una sonrisa— Ó a caso no ves que ya tengo puesta mi pijama favorita—Le dije dándome una vuelta lentamente y recibiendo un silbido de parte de Laura.

—Muy bien, ya que estamos todas listas vamos a empezar por ordenar algo, ¿Sí o que?—Juana dijo sacando su teléfono celular de la bolsa.

—Juana, Marika, ¿Por qué comida chatarra?, Deberíamos de cocinar nosotras—Abi se quejó y Juana rodó los ojos.

—¡Que flojera, parce!, Tener que picar las cosas, esperar a que esté lista la comida y luego lavar los platos que ensuciamos, escuchar los regaños de Poche por quebrar si vajilla favorita.

—¡No me recuerdes, Juana! Porque te juro que me dan ganas de matarte—Le reclamé recordando ese día.

—Juanita…

—¡Juanita las nalgas del presidente!, Dime Juana, Juanita se escucha horrible—Todas nos reímos de Juana y ella se empezó a quejar.

Estábamos discutiendo si íbamos a comer comida chatarra o íbamos a preparar algo cuando de nuevo sonó el timbre de la puerta, fruncí el ceño al ver que ya estabamos completas pero aún así fui abrir.

—¡Hola!—Ella me saludó con una sonrisa que me cautivó.

—¿Qué hacés aquí?—Le pregunté extrañada de verla.

—Juana me invitó—Ella me dijo encogiéndose de hombros.

—Pasá—Le dije invitándola a entrar.

Calle entro y me dio un corto beso en mis labios.

—¡No mames! ¡Son novias!—Juli  dijo con la boca abierta.