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En el pueblo de Encantó vive la famosa familia Madrigal, los cuales cada uno de sus integrantes han recibido dones únicos y viven en una hermosa casa llena de milagros; gracias a la vela que le da poder a todo.
Esto a llega...
Era demasiado temprano, nuevamente para tu gusto; no dejabas de bostezar y tu rostro ataba algo hinchado. Pero tú madre te había mandado a salir nuevamente, aunque tú en la noche anterior le habías pedido despertarte a esa hora.
Ibas de camino a la casa Madrigal, mientras llevabas las ropas que Camilo había olvidado ayer en tu casa.
Pensaste en las miles de veces que ahora te diriges a casas de extraños o poco conocidos. Pero parece que este Fanfic lo va romatizar; niños, no le hagan caso a la escritora.
En fin, ya estabas delante de la puerta de la gran casa, casita como le dicen, la cuál pareció saludarte moviendo algunos azulejos del techo.
— Hola... —le saludaste de vuelta, sentiste raro el tener que saludar una casa, pero te parecía muy tierna. Tocaste la puerta y esperaste a alguien te atendiera.
Sorprendentemente te abrió Dolores, por alguna razón esperabas que él que abriera fuera Camilo. Dolores te sonrió y saludo con la mano, y tú correspondiste de igual manera.
— ¿Vienes a dejar la ropa de Camilo, no? —te pregunto, intentaste no quedar sorprendida para no pasar verguenza, pues claro que iba a saber todo lo que pasa en el pueblito.
— Si, si, ¿Esta él en casa? —ella solo suspiró.
— Está, pero fue castigado por 1 semana. Así que no va a poder salir y nadie puede entrar. —al terminar de decir eso, Dolores hizo su típico "hm".
— Uy, pero ya que.
Le entregaste la ropa a Dolores, quién la recibió con gusto. Hiciste una seña de despedida para ella y casita.
Pero Dolores nuevamente te hablo deteniendote.
— ¿Quieres pasar a por un chocolate con queso? Ya que has venido hasta aquí.
Tenía razón, la casa Madrigal queda hasta el otro lado del pueblo y tu hogar hasta el extremo contrario. Aunque o fuese muy grande el pueblo si era una gran distancia.
Lo pensaste un poco, dudabas de si pasar o no. Sentiste como el piso de tus pies se movía un poco motivandote a aceptar.
Asentiste a Dolores, la cuál sonrió ampliamente haciéndose un lado para dejarte pasar.
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Cuando te dijeron "chocolate con queso" creíste que sabría más raro de lo que sonaba, pero, era una tan rara combinación que te termino gustando.
