Capítulo 3

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 La voz de Gaspar y Zinerva que, aunque en principio no había sufrido ninguna empatía, resonaban en la cabeza de Keisha.

—Keisha —la llamó Gaspar moviendo su hombro, la chica abrió los ojos y se sentó en el suelo.

—Vaya niña, ¿te sientes bien? —preguntó Gaspar que estaba arrodillado a su costado.

—Si, es que esa huella —decía Keisha con miedo a mirarla de nuevo.

— ¿Le tienes miedo a las huellas? —pregunto Zinerva cruzándose de brazos como si fuera patético.

—No, mi padre falleció hace un mes —explicó Keisha intentando no llorar y poder terminar de explicar, los chicos la miraron con algo de compasión —Esa huella, es la suela de su bota —dijo finalmente, Gaspar y Zinerva se miraron como si Keisha necesitará ayuda.

— ¿Estás segura? Es un tema serio —la miro con preocupación Gaspar con cuidado de no elegir mal sus palabras.

—Si, además eso que está en el árbol se llama betún lo usan los zapateros —dijo levantándose con la ayuda de Gaspar.

—No te conozco, pero creo que Gaspar tiene razón, es algo serio lo que estás insinuando —dijo Zinerva.

—Tal vez mi padre no murió y está aquí —dijo Keisha.

—Y lo dijo — añadió Zinerva negando con la cabeza.

—Oye Keisha, no sé de dónde vienes, pero no creo que sea bueno para tu salud que crees falsas esperanzas —dijo Gaspar poniendo una mano sobre el hombro de Keisha.

—Tiene sentido, por eso no encontraron el cuerpo —Keisha que seguía acomodando sus ideas y llenándose de ilusiones aunque no lo quisiera así.

  Los chicos solamente la observaban sabían lo difícil que era el duelo y más si se trataba de alguien tan cercano como un padre, cualquier rayo de luz se convertía en una esperanza a la cual aferrarse para no aceptar su ausencia.

—Tengo que buscarlo —decidió finalmente Keisha.

—Creo que han sido demasiadas cosas por hoy —dijo Zinerva levantando las manos como si se rindiera ante la situación y comenzó a caminar hacia un costado, pero Gaspar se cruzó en su camino.

—No podemos dejarla sola —susurro apretando los dientes a la rubia.

—No solo eres un excelente arquero, eres muy inteligente y compasivo, tu ayúdala —lo ánimo Zinerva dándole unos golpecitos en el hombro.

—Si fueras tú también querrías que te ayuden —le dijo Gaspar mientras Zinerva se alejaba, pero las palabras del chico resonaron en su oído y frenó su paso, estuvo quieta un rato y volvió arrastrando los pies.

—Bien, mis padres están ocupados así que no notaran si me extravío por un rato —respondio de mala gana.

—Gracias —les agradeció Keisha levantando la tijera que había quedado en el suelo y guardándola en su bolsillo.

—Bien, deberíamos seguir las huellas hasta donde podamos —dijo Gaspar comenzando a caminar, las chicas los siguieron un buen tramo hasta que de la nada una persona saltó de entre los arbustos y derribo a Gaspar.

—Gaspar —lo llamó Keisha algo alarmada.

—Tranquila está bien —la paró Zinerva cruzando un brazo por delante de Keisha. Gaspar se levantó al igual que el otro sujeto y se sacudieron la ropa.

—Vaya Hans, qué susto —dijo Gaspar pegándole en el brazo al tal Hans que solo se reía.

— ¿Qué hacen aquí? —preguntó acomodándose un poco el pelo.

Un Corte  a otro MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora