—Erick—Tenerla acostada en mi cama era raro, como todo en ella, ella era rara pero esta situación lo era aún más.
La habían herido y envenenado y yo la traía a mi casa en vez de al castillo.
¿Por qué?
Sencillo, había demasiados con ganas de quitarla del medio, Jace me lo había dicho tiempo atrás, "no podemos permitir que si por alguna circunstancia acaba herida los comandantes lo sepan, no dudo que intenten acabar con ella.
Me gustaría decir que al ser la chica a la que no paro de molestar no me importa su seguridad pero seamos sinceros, en primer lugar es la princesa, en segundo lugar mi alumna y en tercer lugar la habían herido por mi culpa.
Llevarla a mi casa había sido una decisión arriesgada que merecía la pena para mantenerla segura.
Había avisado al príncipe, la había metido en mi cama para poder curarle las heridas y hasta ahora mismo estaba preparándome algo para comer.
—Ya no te es suficiente con llamar la atención de todos con tus comentarios que ahora también lo quieres hacer con tu silencio— le dije mientras me acercaba a la cama— a quién quiero engañar, tienes más ovarios que la mayoría de los que caminan por ese puto castillo...— murmuré yo como si ella estuviera escuchándolo — no sé si me agrada esto de que no me puedas responder o me perturba porque no tengo a quien rebatirle hasta el color del cielo.— me reí tristemente yo sentándome junto a la cama con una taza de café en las manos.
Me quedé en silencio observando su pálidez unos instantes antes de tomar su mano con delicadeza.
—No te mueras...
—No, no, no— empezó a murmurar ella mientras negaba con la cabeza, su cara se había tornado asustada mientras se removía en la cama.
—Hey...— volví a hablar yo con más delicadeza esta vez sabiendo lo mal que se pasa estando en su piel— Tranquila, estoy aquí, no te va a pasar nada— hice una pausa viendo como su pesadilla parecía ir bajando lentamente —. Te lo prometo...— murmuré para después besar sus nudillos.— mientras yo esté aquí él no volverá a tocarte...
La miré un segundo aún procesando todo lo que sabía de ella, esos secretos que nadie conocía salvo yo.
—Es gracioso que nunca me lo contaste y aún así lo sé...
La observé en silencio hasta que se hizo tarde, el silencio sólo había sido interrumpido por comentarios míos del estilo de "luego dices que no te gusta dormir" o "la bella durmiente envidia tu forma de dormir" y por sus pequeños murmullos en sueños.
—Estaré en el salón por si me buscas... me voy a dormir...— susurré yo para soltar su mano por primera vez en todo el día.
Le dejé un corto beso en la frente y cuando me di la vuelta para irme olí la sal.
Para un humano común habría sido imposible pero para mí no, di una vuelta de 360 grados y observé que había empezado a llorar mientras murmuraba cosas sin sentido a parte de "no me dejes con él" o "con él no"
—Luna...— susurré preocupado, jamás la había visto con una cara expresara tanto miedo, siempre andaba con esa sonrisa de suficiencia o esa cara gélida, estaba listo para esas pero esto era nuevo.— Tranquila, él no está aquí, no te hará nada.
—No, no, por favor...— suplicaba, no hablaba conmigo pero no pude evitar sentirme mal por ella.
—Acuéstate a su lado o dale la mano, los que han sido envenenados con el asesino de lobos se sienten protegidos cuando alguien a quien quieren está cerca...— me dijo esa voz tan conocida para mí.
—¿No se supone que el hermano no debería impulsar a otros a hacer ese tipo de cosas?
—Cuando es uno de mis mejores amigos y sé que se preocupa por ella no me molesta... además, te necesita...— me dijo mi amigo y me fijé en que no se acercaba.
—No estás aquí, ¿verdad? — suspiré yo divertido.
—Sabes que me gustan las proyecciones— me sonrió él.
—Todo lo que sea peligroso te gusta— me reí yo.
—Me gustan los riesgos, qué puedo decir...
—Lo que tu digas, vuelve a lo tuyo, tienes mucho para hacer, yo la cuido, no le pondrán una mano encima mientras esté conmigo, lo sabes...
—Si no supiera eso habría ido yo mismo a buscarla...— comentó él antes de hacer una larga pausa— debo irme.— me dijo y su cara cambió a una preocupada de forma inmediata antes de desvanecerse.
Miré a la cama y suspiré antes de acostarme junto a Fayna.
—Hay que ver lo que hago por ti, estúpida, quédate por allá, evitemos un momento incómodo que ya me conozco el percal de los envenenados, una vez me desperté abrazado al brazo de tu hermano, así que manten las distancias...— le dije yo pero su subconsciente o lo que sea que esté al mando no me escuchó y si lo hizo le importó una mierda porque Fayna se giró y se recostó sobre mi pecho.
Dudé un segundo qué hacer pero se veía cómoda y segura, ya no lloraba ni murmuraba que la alejase de él así que decidí pasar mi brazo por debajo de ella para poder acercarla a mi.
La idea de que me abrazara era algo sorprendente pero era aún más sorprendente que se sintiera cómoda conmigo.
Porque, como dijo Jace, cuando a un sangre de lobo se lo envenena con esto solo se tranquiliza al sentir a alguien importante para él cerca suyo y muchas veces ni así llegan a estar tranquilos.
—Eres una caja de sorpresas, Sam, el día en que algo tuyo no me sorprenda será el día en el que dejes de ser tú misma...— murmuré acariciándole la espalda mientras sentía como el cansancio iba llegando poco a poco inundando todo mi ser hasta llevarme a la inconsciencia.
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Holaaaa
¡Volví! Sé que llevo mucho desaparecida, perdón por ello, no tengo excusa así que me disculpo pero este capítulo me estaba costando escribirlo a pesar de tener unas ganas tremendas de hacerlo.
¿Qué opinan de Erick?
¿Y de Jace?
¿Les gustó el capítulo?
Sin más que decir, ahora sí, se despide
Minicornamenta
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LA GUERRA DEL MIEDO //Pausada//
FantasySobrevivir... a eso había tenido que empezar a jugar en este mundo lleno de dobles sentidos y mentiras. Había tenido que aprender a sobrevivir al miedo y a que todos quisieran acabar conmigo. Me había hecho fuerte o al menos eso creía pero... ¿cómo...