—Fayna—
Por fin volvía a galopar a toda velocidad por fuera de los muros del castillo, poder sentir la libertad era increíble, solo quería galopar más y más rápido, había empezado a extrañar no hacer lo que se me diera la gana pero eso no quita que sea necesaria mi precensia en palacio así que me ha tocado dejar de hacer lo que se me diera la gana.
Llegar al pueblo no me costó demasiado así que me tocó dar un paseo esperando a la llegada de Erick.
Iba por uno de los callejones de la ciudad cuando escuché una voz familiar.
—... lo que tú digas no se va a dar porque así tu lo quieras, soy tu superior, no me obligues a decírselo. — decía una voz amenazante y no tardé en identificarla como la de Erick, lo había escuchado demasiado últimamente.
—Sabes que perderemos, el príncipe está perdiendo poder, sino fuera así habría destruido a todos sus enemigos— respondió una voz que no pude reconocer y decidí que era momento de observarles las caras por lo que empecé a cubrirme con mis sobras mientras ellos seguían conversando.
—Eres un jodido cobarde, ¿te crees que una guerra se gana en un solo día?— dijo la voz molesta de Erick.
Mis sombras ya me cubrían pero en ese momento un grupo que yo conocía de sobra empezó a caminar por el callejón.
Una vez se unieron a Erick y la persona de la voz misteriosa pude oír como las voces empezaban a elevarse mientras mi amigo mantenía la calma y su acompañante empezaba a temblar de miedo.
Erick miró a la esquina en la estaba yo imperturbable antes de llevar su mirada a una espada que reconocí como la suya y en ese momento lo supe, el muy capullo se había dado cuenta de que estaba ahí y también sabía que no podría solo con los cuatro matones sin su espada.
Mi mente repasó todo lo que sabía de ellos.
Se hacían llamar la manada Luna Asesina, un nombre creepy, lo sé, todos eran unos matones que te cagas, la gente les tiene miedo por ser unos prestamistas crueles y unos asesinos a sueldo de mierda, sin clase y torpes pero eficaces, que a fin de cuentas es lo que interesa, además son sangres de lobo, por tanto son escurridizos.
Miré la espada y busqué la mirada de Erick como me había enseñado a hacer, lista para todo y todos.
—Creedme, no queréis problemas, tengo un arma sanguinaria y sin piedad— les advirtió él
—Ja, ¿el enclenque este?— señaló el que parecía el cabecilla y aquello me enfadó de verdad al llevarme a recuerdos de mi pasado.
—Que conste que os lo advertí— sonrió con suficiencia él y lo tomé como una señal, le di una patada a su espada para que le llegara a la par que salía de mis sombras y desembainaba a la mía.
—Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí?— se burló el líder— una gatita.
—Una gatita con una mala hostia que jodes y unas garras del tamaño de mi ego— sonrió divertido Erick con su espada en alto listo para atacar.
Podríamos decir que hubo un diálogo súper guay como en las pelis pero la verdad es que aquí nos limitamos a darnos de hostias.
Los matones sacaron sus espadas y empezó a nuestro alrededor una danza de golpes, sangre y comentarios sarcásticos acompañados por una música formada por el choque de metal contra metal.
No sé en qué momento sucedió pero el cobarde huyó y los matones empezaron a moverse sin estrategia, demostrando ser, como en muchas pelis, más músculo que inteligencia.
Erick me había repetido hasta el cansancio que las peleas no las ganaban los que más fuerte pegaban sino los que se mantenían en pie a pesar de todo y jugaban con la mente, porque como dice el dicho "la pluma es más poderosa que la espada"
Me divertí un rato luchando con dos de los matones cuando vi que Erick ya había espantado a los otros dos y ahora me miraba analizando hasta mi último movimiento.
Ese descuido me costó caro porque recibí un impacto en uno de los costados que logró desestabilizarme el tiempo suficiente para que el guererito valiente se uniese a la batalla evitando que me convirtieran en el primer guerrero súper épico e morir en sus primera batalla oficial entre los buenos.
Le bastaron dos estocadas fuertes, potentes y decididas para que sus enemigos corrieran sin mirar atrás.
Limpió su espada en su pantalón y se giró extendiéndome la mano, ahí me di cuenta de que el golpe me había dejado en el suelo y la impresión no me había dejado seguir luchando, una parte de mi había querido que ese idiota me salvara...
Sin pensarlo demasiado tomé su ayuda y me sorprendió ver que su mirada había pasado de esa amenazante de mientras luchaba a una preocupada mientras tocaba con delicadeza por encima de mi cadera para revisar la herida.
—No se está curando— murmuró preocupado acariciando mi herida con delicadeza, aún.
Me gustaría poder decir que el contacto me molestó pero que alguien se preocupara por mis heridas era algo que no pasaba desde hacía mucho tiempo y aquello había logrado confundirme.
—Luna, — dijo él haciendo uso del apodo que había empezado a utilizar cuando descubrió que me quedaba mirando la luna todas las noches — ¿sientes algo raro?— me preguntó preocupado aún acariciando la zona y revisando la herida.
En ese momento caí en que mis párpados pesaban y decidí bajar la mirada a la herida, no era profunda, era a penas un corte superficial pero no cicatrizaba como habían cicatrizado lo hacían el resto de mis heridas.
Mi mente empezó a dar vueltas, logrando que no pudiera pensar con claridad.
Intenté hablar, comunicarle a mi acompañante que había algo que no iba bien pero las palabras se atascaban en mi garganta muriendo en ella e imposibilitando que pudiera decir nada.
Mi mente reaccionó cuando sentí la mano de Ercik demasiado cerca de la herida y no hice otra cosa que alejarme lo más rápido que pude pero de un momento a otro sentí mis fuerzas fallar justo antes de sentir como algo paralizaba mi caída y como todo se volvía negro.
¿Por qué siempre yo?
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Holii
Siento mucho haber tardado tanto en actualizar, si les gustó el capítulo no duden en votar y sin más que decir.
Ahora sí, se despide
Minicornamenta
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LA GUERRA DEL MIEDO //Pausada//
FantasySobrevivir... a eso había tenido que empezar a jugar en este mundo lleno de dobles sentidos y mentiras. Había tenido que aprender a sobrevivir al miedo y a que todos quisieran acabar conmigo. Me había hecho fuerte o al menos eso creía pero... ¿cómo...