3. La aparición

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Durante el resto del día no pudieron verse. Anakin tuvo que supervisar al equipo mecánico con R2 y Obi Wan asistir a una larga holollamada para buscar apoyos en pequeños planetas que no querían tratos con la Federación de Comercio. Planetas que no aportarían grandes ejércitos, pero resultarían muy útiles como bases.

El caballero tomó una cena rápida en los hangares y cuando estaba regresando Windu le detuvo. Debía relajar a los younglings con una meditación antes de dormir, pues todavía estaban alterados y apenas habían prestado atención a sus clases.

Cuando entró en el dormitorio de los niños, todos le acosaron a preguntas. Anakin no tenía ganas de complicarse, mucho menos de meditar. Respondió hasta aburrirse y después les hizo levitar de uno en uno, por parejas y todos a la vez. Como pataleaban en el aire, fue sencillo agotarlos.

Todavía era temprano, pero de todos modos se acercó al dormitorio de Obi Wan por si había terminado. Después de su llamada, la puerta tardó unos instantes en abrirse. El maestro acababa de salir del baño. Descalzo y vestido solo con los pantalones anchos y finos de color crema que usaba para dormir, Obi Wan terminaba de secarse el pelo con una toalla, que dejó colgada de sus hombros para peinarse con los dedos.

—¿Has encontrado tiempo para mis tonterías seniles? —preguntó con una media sonrisa. Recogió la ropa que había sobre la cama y la llevó al compartimento de la lavandería.

—¿Quién va a escucharlas si no es tu padawan? Además he cogido algo —dijo Anakin sacando dos botellas de la túnica: un licor de hierbas y un litro de cerveza que le tendió—. Me han dicho lo que has tenido que hacer y asumí que estabas harto.

Obi Wan tiró también la toalla por el conducto de lavandería y cerró la pequeña compuerta. Se volvió para mirar a Anakin con renovado interés al ver lo que traía.

—Supones bien —dijo acercándose a él para coger la botella. Miró la etiqueta valorativamente—. ¿De dónde las has sacado?

—Tengo mis contactos y sé lo que te gusta—dijo Anakin. Pasó a su lado y le dedicó una caricia y un suave mordisco en el cuello antes de quitarse la túnica—. ¿Tan terrible ha sido?

El gesto de Anakin le erizó el vello de la nuca a su maestro, pero este no cambió su expresión. Fue a por un par de vasos de un pequeño mueble junto al ventanal.

—No diría terrible. Más bien tedioso, pero necesario. Las conversaciones han sido fructíferas y hemos conseguido acuerdos con algunos mundos del borde medio que pronto se convertirán en alianzas.

—Me alegra oír eso. Se te dan muy bien esas cosas, seguro que gran parte del mérito te corresponde.

Anakin se quitó la parte superior de la ropa para tener el mismo nivel de desnudez y se sentó en una de las butacas, sirviendo las copas.

—Lo mío ha sido entretenido. Aunque la estrella ha sido R2, los clones habían escuchado hablar de él y querían conocerlo. Son gente muy rara.

Obi Wan se sentó en la butaca frente a él y dio un trago a la cerveza. En la orden, el alcohol o cualquier substancia que alterara la consciencia o embruteciera el cuerpo estaba mal vista, pero el maestro solía saltarse con más que naturalidad esas recomendaciones siempre que tenía oportunidad.

—¿Te parecen raros? Puede que ellos piensen lo mismo de ti.

—Son la cosa más marcial y disciplinada que he visto nunca. Casi no tienen intereses propios. Al menos estaba dándome esa sensación hasta que uno de nuestros pilotos habituales les habló de R2 y todos querían conocerlo. Tenías que haber visto a ese idiota, haciéndose el interesante como si le diera igual, pero pavoneándose de forma discreta. Era como si él fuera una persona y ellos los droides.

Asuntos pendientes (Obikin 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora