Capítulo 7

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Max solía notar los estados de ánimo de las personas, creía que para lograr todo lo que deseaba, solo necesitaba prestar un poco de atención a los minuciosos detalles, en especial con las personas más importantes de su vida; su familia.
No era presunción pero era muy bueno en eso.

Aunque tampoco necesitaba ser un adivino para saber que Ryan estaba de muy buen humor.

Toda su familia se encontraba en el comedor de su casa, cenando.

Su madre no dejaba de hablar sobre su día en el trabajo, su padre fingía escucharla, Ana había terminado de comer y manipulaba su móvil, y Ryan ....

Ryan comía alegremente y entre mordidas reía como villano de película infantil; parecía que recordaba algo y se regocijaba en ello.

—¿La comida está tan deliciosa? —pregunta suspicaz.

—Por supuesto —toma un sorbo de vino —pero el toque especial —cierra los ojos para enfatizar sus palabras —es el conocimiento de que solucione un pequeño problema que tenía.

—Problema? Pero si no te he dado el indulto—dice su madre.

—Otro problema mamá —aclara Ryan.

—No imaginé que tuvieras otro..... —continua su madre.

—Puede ser..... tu supervisora ...? —indaga

—¿Mi quien? —pregunta Ryan.

—Tu supervisora —repite.

—Ahh... no, ¿Por qué ella me causaría problemas? Es muy reservada

—Así? Debería cambiarla?

—No, no, no, no, —Ryan pone ambas manos negando —esta bien...

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Al decir "solucioné un pequeño problema" a que se refería exactamente.

Max golpeaba uno de sus puños sobre la palma de la mano, en gesto de nerviosismo.

Alex? Tenía algo que ver con Alex?
¿Qué estaba pasando entre ellos?

A lo largo de los años lo había visto numerosas veces apresurado o con rostro de angustía, pero en ese momento tenía la seguridad de que eran problemas de faldas, nada relevante.

La diferencia entre aquello y ahora, era la infelicidad de Ryan con el trabajo que su madre le había asignado, lo conocía, no se quedaría de brazos cruzados viendo como mamá lo castigaba.

Necesitaba hablar con Alex. Sacarle toda la información que pudiera.

Al día siguiente, escucha atentamente a su madre hablar, en tanto el automóvil lo lleva a él a la universidad, y a ella al trabajo.

—No tengo actividades en la tarde, así que estoy disponible ..... si, perfecto, nos vemos.

No pregunta a quien verá, está sumergido en la información de que dejará la oficina. Era la oportunidad perfecta.

Toma sus clases habituales, y cerca de las 2 de la tarde, se dirige al edificio de su familia.

En cuanto ingresa busca a Verónica con la mirada; la encuentra hablando por teléfono, la saluda desde la lejanía y ella responde.

Va hacía la oficina de su madre y antes de tocar, escucha la voz de Alex, decidido a tomarla por sorpresa, da un golpe suave e ingresa.

—Si, señora .... —Alex está detrás del escritorio hablando por teléfono —me encargaré de su llegada ......... , no le comentare a nadie —Alex le da una mirada incómoda — por supuesto ......hasta luego.

Mi Pequeña DesventuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora