capítulo quince

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    _____ lo piensa mucho antes de siquiera tocar los escalones que llevaban a la puerta de su casa. Sentía sus piernas paralizadas y no se atrevía a dar un solo paso más. No entendía porqué. No entiende porque no puede entrar. En ese momento, una pesadez la invadió por completo, sus ánimos se habían esfumado de la nada.

   La puerta se abre, dejando ver a la tía Isabelle dentro de casa. Se sorprende al ver a su sobrina en aquel estado, tenía la mano a centímetros de  tomar el pomo de la puerta pero se quedó congelada ahí durante varios minutos

— ¿Estás bien? —le pregunta Isabelle, llamando la atención de ella por fin, sacándola de aquel extraño estado de trance.

— S-Si, solo... —balbucea un poco y sacude la cabeza— Perdón la tardanza.

— Tranquila.

   La joven por fin puede entrar y trata de ignorar las innumerables fotos colgadas en la pared. Todas eran de su madre y una ____ de un año hasta los cinco. Los recuerdos invaden su mente de solo pensar en ello. Recuerda como todo era perfecto hasta que un día, de repente, su madre se convirtió en una mujer violenta.

   Deseaba tanto tener el cariño de una madre qué lloraba por el todas las noches, mantenía la esperanza de algún día llevarse bien con ella pero ahora... Estaba muerta.

   Reprimiendo las lágrimas acumuladas en sus ojos, toma una bolsa negra y sube a su cuarto. Le duele tener que abandonar todo. Le dolía descolgar las fotos que tenía pegadas junto a sus recortes de revistas. Desarma todo. Su escritorio queda vacío, su mesa de noche también y poco a poco, el cuarto iba quedando totalmente vacío.

— Cariño, ¿cómo te sientes? ¿Estuvo bien la salida con tus amigos? —Isabelle se para en el marco de su puerta, con una sonrisa cálida y observándola guardar sus pertenencias.

— Si, estuvo bien. Me divertí con ellos. Me ayudaron bastante —responde ____.

— Ya veo cariño. Sabes qué, en tu nueva casa, puedes invitarlos cuando quieras —dice la mujer— Casi nunca estoy, y lo que menos quiero es que estés sola o aburrida.

— ¿D-De verdad?.

— Por supuesto.

— Es que... Bueno, me sorprende porque mamá decía que... que eran mala influencia —comenta y su tono de voz era cada vez más bajo a la vez que bajaba la cabeza con tristeza— Y pensar que fueron los primeros en llegar al funeral hoy.

— Sin dudas, tu madre era muy especial —Isabelle hace una mueca— Nuestro padre era así con nosotras. No dejaba que tuviéramos amigos casi.

— Ya veo...

— ¿Nunca llegó a golpearte verdad?.

   Su corazon se acelera. Mira a su tía y luego a la bolsa y las cajas en las que tenía sus cosas guardadas ya.

— Creo que ya tengo todo —dice ____ levantándose.

— Bien... El camión de la mudanza vendrá a recoger lo otro.

    Lo más alentador de todo es que, tenía a Richie de vecino ahora y, además, viviría con todas las comodidades que la riqueza de su tía le permitía.

(...)

   _____ por fin lograba conciliar el sueño, la mudanza la dejó muy cansada. Su cuarto apenas tenía un par de muebles y algunas cosas ya que no llegaron a acomodar todo.

   Pensó en todo lo ocurrido en esos últimos tres días. Todo era demasiado irreal. Primero lucharon contra un payaso maldito, su madre se quitó la vida y ahora debía vivir en una casa totalmente diferente. Pero lo que más sobre pensaba era acerca de Bowers. ¿Que era lo que había pasado con el chico? El no le importaba en lo absoluto aunque era alguien en quien pensaba a menudo.

Bowers...

— ¡Vamos que ahora es mi turno! —gritaba Patrick.

— Maldita quédate quieta —gruñó Henry en lo que ella forcejeaba. Bowers cubrió su boca con su mano pero no dejaba de gritar.

— ¡Anda hazlo rápido!.

Bowers...

  Una multitud de jóvenes observan, con total indiferencia y apoyando lo que ocurría.

Bowers...

— ¡Bowers! —grita.

   Observa su alrededor, dándose cuenta que había sido otra pesadilla más. Y no, por suerte, no estaba repitiendo aquel suceso.

   Sus manos tiemblan y su garganta arde por haber gritado así de fuerte. Lo único que esperaba era no haber despertado a su tía. Se levanta como puede de la cama y mira por la ventana, viendo la luz encendida en el cuarto de Richie. Sabía que era de el porque podía apreciarse un póster de Street Fighter en la pared.

 
(...)

¡Muere maldito! —exclama Richie mientras presionaba con rapidez los botones de su consola.

   Apenas daban las una de la mañana y él, igual que siempre, se mantenía despierto jugando con su consola nueva. Estaba sentado a un lado de su cama, en el suelo.

   Escucha algo en su ventana, y, curioso y con miedo, asoma la mirada.

— Gafotas —dice ____ levantando la cabeza y apareciendo de la nada en la ventana.

— ¡Ah! —grita asustado a la vez que daba un brinco y sostenía su pecho— ¡Casi me matas del susto! ¿Que haces aquí?.

— Yo...

   Richie nota sus ojos ligeramente brillosos y rodeados de un color carmesí algo notable. Ella estuvo llorando y a pesar de la oscuridad de allá afuera, lo notó.

— ¿Podemos salir un momento afuera?.

   En respuesta, Richie salta por la ventana y juntos van hasta el jardín trasero de Rich. Él quita una sábana que se encontraba colgada de una soga y la tiende en el suelo.

— ¿Que pasó? —pregunta Richie sentándose en las sábanas y estirando los brazos hacia ella.

— Tuve una... pesadilla —suelta _____ mientras sus ojos volvían a cristalizarse y sus labios temblaban a punto de formar un puchero. Se sienta en las piernas de Richie y deja que el la abrace— Fue horrible. Reviví... Momentos horribles.

   El pelinegro suspira y deja su mentón sobre el hombro de _____ y abraza aún más fuerte la cintura de ella, con cariño, y buscando hacerla sentir a salvo.

— ¿Quieres contarme que pasó? —le pregunta él, temeroso.

   _____ traga saliva con nerviosismo y miedo. ¿Ésta era la ocasión para contarlo? Por primera vez, desde lo ocurrido, sentía la confianza suficiente con alguien para atreverse a decirlo. Antes de conocer a los perdedores, solo tenía a las chicas del club de Rugby, pero ellas fueron quienes dejaron que aquello pasara. Así que no tenía en nadie en quien confiar, ni siquiera a quien consideraba su mejor amiga, Stephanie.

— Está bien si no puedes, pero al menos déjame quedarme contigo lo que resta de la noche —Rich deja un beso en su hombro.

— Esto... es... algo fuerte Rich, yo creo que... puedo decírtelo, porque confío en ti, pero necesito que jamás se lo digas a alguien más —le pide.

— Prometo no decírselo a nadie.

— Bien —suspira— Es... Sobre Henry Bowers.

   Y así, daría el primer paso para tratar con aquello que tanto la atormentaba.

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