Richie, tras una semana luego de lo ocurrido, se mantuvo alejado de la casa de _____, las únicas dos veces que intentó visitarla, se topó con aquella mujer loca y no quería meter en problemas a su enamorada, por lo que guardó distancia.
Nada era igual. No tenía con quién ir al arcade y todo se volvía más aburrido aún. Por lo tanto, jugaba solo en la misma máquina de siempre, la de Street Fighter.
— ¡Richie! T-Tenemos que hablar —exclama alguien a sus espaldas, y Richie de inmediato descifra de quién se trataba.
— ¿Que quieres? —le pregunta, sin dejar el juego— ¿Ves este al que estoy golpeando? Imagino que eres tú.
— Eso tiene a Beverly.
— ¿De que hablas?.
— De eso, Richie...
El pelinegro mira a Bill, olvidándose por completo de aquel videojuego que tan loco lo tenía. Después de tantas semanas evadiendolo... ya no podían, necesitaban ayudar a su amiga y dejar a un lado su temor.
— ¿Sabes algo de ____? —le pregunta el castaño, haciendo que Richie sonriera sutilmente al recordarla, pero también se sentía triste al pensar en todo el tiempo que estuvo sin verla.
— Hace una semana que no, su madre está demente y no deja que salga. ¿Crees que podamos traerla? —Rich hace una mueca de preocupación.
— Cla-Claro. Ya llamé a todos los perdedores y nos encontraremos en el parque para ir juntos a Neibolt. ¿Tu te encargas de ella?.
— ¡Seguro!.
(...)
Una tarde más aburrida que la anterior y menos que la siguiente. No hacía más que quedarse en casa, limpiar y aguantar las locuras de su horrible madre. Cada día la pasaba peor. Solo pensaba en una persona y ese era Richie ¿que habría pasado si su madre no los hubiera interrumpido? ¿Ya serían novios? Se encontraba muy confundida respecto a eso, no sabía si realmente le gustaba o solo le atraía. Era muy inexperta en el amor.
El teléfono del pasillo suena, con pereza se levanta y toma el teléfono.
— ¿Si?.
— ¡_____! ¡Que bien que eres tú y no esa demente! —se escucha exclamar a Richie.
— ¡Gafotas! ¿Cómo te atreves a hablar así de mi pobre madre?.
— Tu misma la haz llamado perra.
— Tal vez lo es —bufa— ¿Y que pasa? Jamás llamas.
— Sé que me extrañaste, sé cuánto deseas que volvamos a besarnos ¿no?.
— Deja de parlotear, cuando me tienes enfrente siempre te acobardas.
— Quizá es- ¡espera yo no llamé para coquetear! Es decir, me provocas, pero esto es ¡importante! Nos veremos en el parque para ir juntos a Neibolt.
— La loca no me deja salir Richie. ¿Y para que?.
— ¡Eso atrapó a Beverly! Debemos ir lo más pronto posible así que mueve tu lindo trasero y ven. Estoy en esta cabina telefónica a dos calles de tu casa.
— Me meteré en problemas... Cómo sea, ire. Adiós estúpido.
— ¡Nos vemos! Ya quiero tenerte en mis brazos.
— Más vale que sea así, cobarde.
Cuelga la llamada. Sin darse cuenta, el miedo volvió a apoderarse de ella, y en efecto, le tenía más miedo a su madre que a ese maldito payaso. Quiza deseaba ser devorada de una buena vez y dejar de sufrir junto a esa mujer. Quizá... debía empezar a hacerse escuchar.
La mujer descansaba en uno de los cuartos de la casa, había regresado después de una noche larga trabajando en el hospital y quizá dormiría hasta el próximo turno. Si se iba ¿se daría cuenta? Tal vez no.
_____ se dirige con pasos cuidadosos a la puerta de su casa y cuando toma la manija, unos pasos se aproximan a ella.
— ¿A dónde crees que vas? —su piel se eriza al escuchar aquella gruesa voz, así que solo se queda callada— Te pregunté ¿¡a dónde mierda vas?! ¿Acaso no te quedó claro que JAMAS volverás a salir durante las vacaciones?.
— Iré con mis amigos.
— ¿Esos muchachitos? ¿Acaso si eres una zorra?.
— Si te gusta pensar eso de mi, está bien, pero yo me largo, ya no me importa —abre la puerta y decidida pone un pie afuera cuando la mano de su madre sostiene con fuerza su brazo.
— ¡No te irás! ¡Maldita mocosa!.
— ¡Suéltame! —grita ____ forcejeando con ella— ¿¡Crees que puedes tenerme atada para siempre?! ¡No soy tu maldito perro!.
Con mucha fuerza, da un manotazo en la mano de su madre y una vez que se libera de ella, corre con mucha prisa, dejándola atrás.
— ¡Vuelve! ¡Vuelve!.
(...)
Richie observa con impaciencia el reloj en su muñeca. Había pasado mucho tiempo, ¿y si ella no logró salir? ¿y si su madre le hizo algo? Se sentía muy preocupado y necesitaba verla ya.Pasaron quince minutos y comenzaba a darse por vencido. Ya debía irse al punto de encuentro.
— ¡Gafotas!.
— ¿_____? —el voltea con mucha esperanza y una sonrisa ilumina su rostro cuando la ve corriendo a su lado— ¡_____! ¡Que bueno que llegas!.
Cómo la última vez, se acerca y la carga en sus brazos, pero la baja al notar una extraña mueca de dolor en su rostro.
— Lo siento ¿que tienes? Fui muy bruto —frunce el ceño, pero ella solo se encoge de hombros.
— No importa. ¿Ya nos vamos? —le pregunta ____, sonriendole débilmente.
— Vamos —Richie le sonríe.
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Arcade
Fiksi PenggemarUna situación inesperada unió todo un verano, todo un año y toda una vida a unos jóvenes que nunca imaginaron la relación que iban a formar.