Chapitre 12

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-Bueno, Sherman, es hora de acostarse. –anunció el señor Peabody seguido de un bostezo. –Mañana tienes que ir a la universidad.


-Prefiero quedarme con usted, señor Peabody. –Respondió apagando la tele –Además sabe bien que no necesito ir.


-Sólo irás por tus cosas y regresarás, no te tomará mucho tiempo. –aseguró el señor Peabody meneando la cabeza, siempre hacía eso cuando recordaba cosas. -¿Recuerdas cuando fuimos a la era del Paleolítico?


-¿Cuándo ese cavernícola hizo la piedra redonda? –recordó Sherman.


-Sí, por un momento pensé que la rodaría. –dijo el señor Peabody riendo.


-Sí, pero se la comió. –terminó él también riendo. -¿Y recuerdas en Italia cuando Anna Renzi no podía cantar por su laringitis?


-¿En la opera de Claudio Monteverdi?


-¡Sí, esa! –dijo Sherman a punto de caerse de risa.


-¡Cómo olvidarla! Fue de las mejores obras que he hecho en mi vida. Cabe decir que los vestidos italianos de esa época no me van mal.  –alardeó.


-Con el único inconveniente de que nadie te escuchó.


-No es mi culpa que el ser humano no pueda escuchar los mismos tonos que el del perro. –dijo apenado.


Después de reírse bastante, a Sherman le sonó fuertemente el estómago.


-¿Hace cuánto que no comes? –preguntó serio el señor Peabody.


-No es de importancia, señor Peabody, ¿quiere que haga la cena?


-Me gustaría ver qué tan bueno eres en la cocina. –respondió moviendo la cola.


Al final usaron el extintor y las regaderas de emergencia se activaron.


-No tan bueno como esperaba. –dijo el señor Peabody.  


-¿Y qué tal una pizza? –le ofreció Sherman.


-¿Verdadera y buena pizza?  -preguntó el señor Peabody con brillo en los ojos.


-¿De 1970?


-Me encantaría Sherman, pero tengo que...


-¡Pues vamos! –lo interrumpió.


-No tan aprizza.  


Sherman rió y luego dijo: -Osea ¿cómo?


Sherman et PennyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora