Chapitre 18

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 -¿En dónde estuviste anoche? –le espetó Penny molesta sentada en el sillón.


-Ayer te lo dije, con mis amigos en el bar de Zou.


-¿Y por qué te llevaste mis dibujos?


-¿Los vestidos? No me los llevé, los cambié de lugar. Casi piso tu folder y pensé que se habían caído así que los puse en la oficina. –mintió.


-¿Y el que estaba en la mesa?


-También está en el folder, lo puse ahí.


Penny no sospechó nada, la mentira la había planeado tan bien que hasta él se la creería.


-¿Qué podría hacer con tus vestidos, amor? ¿Ponérmelos? –se burló Allen y le dio un beso en la mejilla. Penny se rió. Allen también sonrió. –Hay que celebrar que me gustan los pantalones, ¿no te parece?


-¿Qué?


-¿Vamos al restaurante de Millo?


-¡Me encantaría! ¡Amo la pasta italiana!


-Yo lo sé, así que ¿por qué no vamos un día en que no tengamos compromisos?


-Me parece bien, El viernes estoy libre.


-¡Perfecto, el viernes será! Ahora me voy al trabajo, diviértete en la universidad.


-Adiós, amor.


-Adiós, Penny. –y la besó.


Penny estaba dormida en la cama, cansada. Una noche ajetreada. Y no sintió cuando Allen le pasó la cinta métrica alrededor de su cuerpo delicado.


Allen fue a darle la seda y las medidas de Penny a Dimitra, y cada noche pagaba un adelanto. Una tarde salió con Dimitra a una joyería de alto rango a comprar un anillo, el más hermoso que encontró, y que le gustó también a Dimitra.


También había reservado hace tiempo en el balcón del restaurante una mesa para ellos dos, y tres noches antes la terminó de pagar.


Esa noche sería perfecta. Lo presentía.


El viernes por la tarde, Allen le dejó una nota a Penny de que llegaría hasta el otro día por cuestiones de trabajo.


Penny, enojada, se bañó para que el coraje se le bajara, fue a su armario y encontró el vestido que había dibujado, hecho de seda roja con puntadas finas y en la etiqueta decía:


"Del maestro para su alumna." Con letra cursiva.


Penny se lo puso de inmediato y cuando se peinó para darle un toque coqueto al vestido (tal y como lo había imaginado) alguien tocó a la puerta.

Sherman et PennyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora