Chapitre 16

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En la cultura egipcia, la muerte la veían como algo bueno. Tenían la creencia de que, cuando tu alma llegaba al cielo y los dioses egipcios te hacían dos preguntas, dependiendo tus respuestas era si te permitían entrar al cielo o no:


¿Tuviste una vida plena y feliz? ¿Brindaste alegría a otros?


Sherman estaba seguro de que él no entraría.


En México, hay un día para las personas que se han ido. Creen que ese día regresan y les preparan altares en donde hay muchas cosas y comidas que disfrutó la otra persona, dicen que los muertos se comen esa comida y no dejan sabor en ella.


Su esencia desaparece.


Y así muchas civilizaciones más, en donde creían que había algo después de la muerte, y que había un dios a su cargo. Y sacrificaban a niños y vírgenes para conseguir llegar hasta el cielo sin problema.


Sin embargo, ¿qué sentían las madres de las criaturas que eran sacrificadas? ¿Todos celebraban por la muerte del pequeño inocente?


Más importante, ¿cómo le dices a una criatura que morirá?


Sherman no se percató del terror que debió haber sentido su padre cuando, en un principio tenía contado sus días y luego, por egoísmo de Sherman, ya no.


Sus últimos días esperó a que Sherman terminara con él.


Y Sherman estaba consciente de ello.


Quien sea que estuviere a cargo del clima en el cielo, se puso de acuerdo para que el día del entierro del señor Peabody fuera gris y lluvioso.


Muchos le ofrecían un paraguas a Sherman pero no los aceptaba, y se negó a decir palabra en el estrado que habían preparado para decir unas palabras del señor Peabody.


¿Qué podría decir ante tal multitud de personas hipócritas que no había estado ahí cuando el señor Peabody las necesitaba? Sherman recordó que el señor Peabody nunca necesitó algo de ellos.

Ni de nadie, sólo de él.

Sherman no lloró, ni cuando observó al señor Peabody en la clínica, ni cuando lo vio antes de ser enterrado a unos cuantos metros bajo tierra.


Mientras todos ponían flores blancas sobre el ataúd, Sherman (quien fue el último en acercarse) dejó una gardenia atada con el moño rojo del señor Peabody, e incrustado dentro de la flor, la última pastilla de todas.


-Intoxicación. -estimó el famoso doctor personal del señor Peabody (cuyo nombre no era muy mencionado).


-¿Qué? -balbuceó Sherman confundido, sentimientos que no sabía que existían empezaron a abrumarse en su interior, provocándole nauseas.


-Encontramos tóxicos extravagantes en su cuerpo que empezaban a propagarse en su cuerpecito y al final llegaron a la sangre y viajaron hasta el cerebro... -

Sherman et PennyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora