Capítulo 21: Una carrera a tu corazón (parte 3)

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20 años atrás

Después de que Jean le enviara un oso tamaño gigante a Amelia, y lo dejara sobre su asiento en la hora de biología. Amelia supo que había llegado a su límite. Molesta tomó al muñeco por la pata y lo arrastró, con mucha dificultad, hasta el salón donde Jean estaba recibiendo clases.

Amelia ingresó al salón, parando en un instante la algarabía del lugar, y lanzó el peluche a los pies de Jean.

—¡Tienes que parar!

—¿Yo? ¿Pero qué hice?

Preguntó Jean haciéndose el desentendido.

—Las cartas, las invitaciones y los regalos. ¡Quiero que los detengas!

—¿Y que si no lo hago? —pregunto desafiante Jean.

Aunque Amelia le había gustado desde el primer momento, el hecho de haber sido rechazado tan rotundamente, se había convertido en un fuerte golpe para el hinchado orgullo de Jean Lacroze. Porque después de todo ¿cómo era posible que no le gustara?

Él era Jean Lacroze.

Guapo, inteligente y millonario, el paquete completo...

Así que en contra de todos sus principios y de su buen juicio, Jean había empezado a perseguir a Amelia, descubriendo en el proceso que molestar a la pelirroja, era una actividad bastante fascinante.

Su rostro estaba lleno de ricas expresiones, que la hacían ver más real que cualquier otra cosa en su vida.

Y aunque las cosas se le habían ido un poco de las manos, Jean no estaba dispuesto a perder de vista a la bella pelirroja. Así que, conociendo su carácter impulsivo y lo confiada que ella se sentía de sus capacidades como jinete; ideo un plan. Plan al que apostaría todas sus fichas.

—¡Tú!

—¿Yo qué?

—Tú... Yo, ¡yo te voy a odiar!

—¿Entonces ahora no te desagrado?

—¡Sí me desagradas! ¡Siempre me vas a desagradar! —gritó Amelia.

Jean para molestia de Amelia, siempre mantuvo la calma, haciendo que pareciese, que ella exageraba.

—¿Quieres apostar?

—¿Qué?, ¿apostar contigo?

—Sí conmigo, ¿Qué dices? Apuesto a que sí te gusto...

—¿Estás demente? —preguntó Amelia, que simplemente no podía entender la manera en que funcionaba el cerebro de Jean.

—Está bien, quieres mejores términos; entiendo eso... ¿Qué te parece una competencia? ¡El perdedor le cumple un deseo al ganador!

—¿Qué ganaría yo con eso? —preguntó Amelia intrigada por la propuesta.

—Que yo te deje en paz, ese sería tu premio; para mi pesar... —respondió con resignación Jean.

—¿Y tú que ganas? —Amelia preguntó con sospecha, pensando en que Jean jamás le podrían las cosas tan sencillas.

—Un beso...

—¡Olvídalo! ¡Tú estás loco, pervertido!

Amelia molesta consigo misma, por seguirle el juego a Jean, se dio la vuelta con la intención de marcharse y de buscar un mejor plan para deshacerse de una vez y por todas del incordio en el que Jean se había convertido para ella.

Soy la villana de este cuento...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora