Capítulo 15: Verdades a medias.

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Después de una larga noche, tratando de recordar cada evento de una novela que no le gustó, Korina estaba desgastada, tenía círculos negros alrededor de sus ojos, y su apariencia estaba más cerca a la de un panda que a la de una chica humana.

Korina esperó a Eliza en la entrada de la biblioteca, pensando en que debería saltarse la primera clase y talvez tomar una pequeña siesta que la ayudase a despejar su mente, claro, siempre y cuando sobreviviera a su conversación con Eliza.

Eliza llegó pocos minutos después  que Korina. Tenía una sonrisa en la cara, y parecía estar emocionada...

—¡Hey! —casi gritó Eliza.

—Ja, ja, ja, hola —respondió Korina, algo incómoda.

—Tengo una sorpresa —canturreo emocionada Eliza—. Pero no diré nada, al menos que te disculpes por dejarme en visto y me digas, eso que no me contaste anoche.

Eliza hizo un puchero, molesta recordando cómo la noche anterior, Korina le había cortado en medio de la conversación, tan abruptamente.

—Tu sorpresa, ¿es una buena noticia? —preguntó Korina.

—¿Eh?, creo que sí y ¿tu sorpresa? —respondió Eliza.

—... Je, je, je... bueno, veraz...

Korina le contó detalladamente, todo lo que había sucedido el día anterior a Eliza, omitiendo por alguna razón, ciertos detalles de su encuentro con el hombretón con pinta de estafador...

—Entonces, mi mamá quiere que cenes esta noche con nosotros... y no puedes negarte.

Eliza estaba paralizada en su sitio, con los ojos muy abiertos, sin decir una palabra se acercó a la ventana, y de una manera muy rara empezó a buscar el pestillo para abrirla.

—¿Qué haces? —Le preguntó Korina, pues entre todas las reacciones que esperaba tener de Eliza, esa extraña tranquilidad, era la última opción.

—La biblioteca, ¿está ubicada en el tercer piso?

—Sí...

—Muy bien, ¡tengo que abrir esta ventana!

—¿Qué demonios estás pensando hacer, Eliza? —Preguntó sobresaltada Korina, mientras se interponía entre Eliza y la ventana.

—Sí me rompo una pierna o las dos, la Sra. Lacroze no me culpará si no asisto a la cena de hoy —respondió seriamente Eliza.

—¡¿Estás demente?!

—Pero si voy... creo que moriré, de vergüenza, o no sé, peor aún, me pedirá que me olvide de Robert —respondió Eliza casi susurrando.

—... Eliza.

—¡Eso si que no! Me oyes Korina, no voy a renunciar a mis sentimientos por Robert. Además, no le hago daño a nadie, ¡él ni siquiera lo sabe!, —dijo, esta vez de manera muy contundente.

—Eliza, porque no, nos tranquilizamos un poco. ¿Ok? Además mamá dijo que no le diría nada de esto a la Sra. Terrier. Por el momento.

—¿Tranquilizarme? ¡¿Cómo me tranquilizo?!

—Respira, ya sabes, inhala y exhala —dijo Korina, haciendo ejercicios de respiración frete a Eliza y esperando que ellas los repitiera.

—...

Eliza la fulminó con la mirada y no dijo una sola palabra más.

—Bueno, bueno. Olvidemos el inhala y exhala, por el momento y porque no, mejor me cuentas sobre esa sorpresa que me mencionaste ayer.

Soy la villana de este cuento...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora