Capítulo 23: ¿La casualidad existe?

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Al día siguiente Korina se alistó para asistir a la escuela, el piercing le escocía un poco en la oreja, y al observarse frente al espejo la imagen que reflejaba, era una que nunca se hubiese imaginado que tendría en su vida anterior.

El cabello rojo, aunque natural, al estar algo ondulado y desordenado daba un aspecto bohemio, y ahora el piercing en la oreja izquierda aportaba un toque rebelde a su outfit.

Aún le costaba creer que la persona que le devolvía la mirada en el espejo era ella misma. Nunca imaginó que le quedaría bien el título de "villana", bueno, no le hubiese quedado a su anterior yo, pero a esta versión de sí misma, con el cabello rojo, aunque sonase cliché, la mirada fuerte y sexi como la de un felino y con las cejas naturalmente arqueadas.

¡Todo en ella gritaba villana!

Suspiró antes de darse un último vistazo, y acomodó por penúltima vez el moño del uniforme, la obsesión por estar siempre impecable y estéticamente de acorde a la ocasión, aún la acompañaban de su vida como ejecutiva de las altas esferas.

Korina bajó al comedor, donde como de costumbre, su familia la estaría esperando para compartir el desayuno.

Su madre fue la primera en notar su presencia.

—Buenos días, querida, ¿cómo está tu oreja?

—Buenos días, mi oreja está bien, solo me escuece un poco...

—¿Quieres que le pregunte al doctor que podrías aplicarte?

—Gracias, pero no creo que sea necesario —respondió Korina.

Theo aprovechó que la conversación había terminado para decir.

—¡Está genial el piercing! ¡Yo también quiero uno!

—No —respondió contundente Jean.

—Pero papá —insistió Theo—. Mi hermana tiene uno, ¿Por qué yo no?

—Eres muy joven aún.

—Ella solo es 2 años mayor, es injusto, en mi escuela hay chicos que ya tienen hasta tatuajes.

—Sí, querido, yo les he visto —acotó Amelia.

—Ellos no son mis hijos —respondió tajante Jean.

Korina observó con interés como se desarrollaba el teatro frente a ella, lastimosamente para Theo, que aún era un niño ingenuo, era difícil que determinara las verdaderas intenciones de sus padres detrás de tal teatro.

—Pues yo pienso que le quedaría bien —repitió Amelia.

Theo miró a su padre con una mirada de súplica.

Y Jean suspiró, para dar más drama a la situación.

—Muy bien, tendrás tu piercing.

—¡Yei! —gritó emocionado Theo.

—Pero... —dijo Jean, cortando en una sola palabra la felicidad de Theo.

—¿Pero? —preguntó Theo.

—Tendrás que mejorar tus notas en álgebra y acudir a las tutorías, ¿estás de acuerdo?

Korina, que seguía de espectadora, mientras le daba una buena mordida a su wafler, no pudo evitar mirar con lástima a Theo, al pobre e ingenuo le estaban vendiendo gato por libre y él encantado y hasta dando propina.

—Muy bien asistiré a las tutorías.

Korina notó como su padre tuvo que contenerse seriamente para que las comisuras de sus labios no se curvarán hacia arriba, y traicionaran la imagen seria que trataba de proyectar.

Soy la villana de este cuento...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora