uno.

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chiara

Me río por las boludeces que dicen mis amigos, llevando otra gomita ácida a mi boca. Somos amigos desde que entré al colegio; en segundo año, y hasta hoy, estando en sexto, nos venimos aguantando mutuamente con bastante paciencia. Sofía agarra una botellita de agua de su mochila, le saca la tapa y agrega ese contenido al envase de baggio de multifruta que tenemos encima de la mesa.

—Esto no es coca, papi —Manuel, que está sentado al lado mío, imita el famoso video que se hizo viral hace unos años, haciendo referencia a que claramente esa botella agua no tenía.

Mis amigos y yo nos reímos, pero al yo haber sido la que más tomó, me tiento. ¿Fue una estupidez lo que dijo? Sí, pero me pegó como si hubiese sido el mejor chiste del mundo. Me tapo la boca con la mano y siento mis ojos llenándose de lágrimas gracias a la risa, hasta que escucho mi apellido en un grito.

—¡Rossi! —me callo un poco, ya que esta profesora es una hija de puta, viendo como ahora mis amigos se ríen disimuladamente—. ¿Ya terminó?

—Sisi, disculpe. Mala mía.

—No, disculpe nada. Sentate bien, sacate esa visera y dejá de gritar que no estás en ninguna cancha —hago lo que me pide, bajando mis pies de la parte de abajo del banco y sacándome la capucha y la gorra. Aprieto los labios aguantándome las ganas de reír—. Ahora, ¿puedo seguir con mi clase?

—Por mí —levanto los hombros, no me interesa. Matemática es una materia que realmente me importa muy poco. Voy a particular para las evaluaciones o trabajos prácticos y termino aprobando.

La profesora suspira, claramente harta de mí y del grupito de atrás entero, y sigue dando su clase sobre un tema que claramente no sé ni cómo se llama. Yo agarro la caja de jugo, ahora con vodka, y le doy un trago bastante largo. Lo hicieron re puro los hijos de puta.

—Está purísimo, mirá probá.

Le extiendo el envase a Manu; él es re mami para tomar. Ni bien moja los labios con la bebida hace una cara de asco y lo deja arriba de la mesa. Se limpia la boca con el puño de su buzo a lo brusco, con el ceño fruncido y murmurando un "horrible". Me río.

—Fuaa, exagerado que sos —miro hacia el banco de adelante, ahí se sientan Sofía con Valentín, y lo veo al ojiazul mirándome fijamente. Él se unió al grupo hace poco, entró al colegio el año pasado, y hasta septiembre más o menos no hablaba con nadie, hasta que de a poco se empezó a acercar a nosotros.

Pegó muy buena onda con todos, pero con Sofi más que nada. Para mí se comen de vez en cuando, serían tal para cuál, los dos están buenísimos. Yo no hablo tanto con él, es más, mi chat de WhatsApp con él solo tiene un "hola chi, soy valen", que es lo que me mandó para que lo agende hace como ocho meses. Nunca me molesté en contestar.

De igual manera, es un buen pibe. Es de los típicos que por más que viva drogado o fumado, es buena persona. En las juntadas a las que vamos todos, se pone re del orto, pero si se junta con una o dos personas, es re atento. Me ha pasado de juntarme con él y con Manu, Manu no se pone en pedo nunca, pero se me hizo raro que él tampoco lo haya hecho y, al contrario, me preguntaba a cada rato si necesitaba algo.

Levanto una ceja.

—¿Qué mirás?

—Pasá la jarra, la tenés de micrófono parece —dice, después de mirarme unos segundos con el ceño fruncido y en silencio.

Sonrío divertida porque eso se dice con el mate, no con la jarra, y se la paso.

Me pongo la visera de nuevo, ignorando que la profesora probablemente me cague a pedos otra vez, y vuelvo a sentarme más cómoda. Agarro mi celular, en diez minutos ya nos vamos. Entro a Instagram a ver historias, ya que no tengo algo mejor que hacer, hasta que toque el timbre.

Matías se acerca con Alexis a nuestro banco una vez que la clase está por terminar, Sofía y Valentín se dan media vuelta para escuchar lo que vayan a decir. El ojiazul les tiende la caja de jugo, ya que como ellos se sientan en otra fila, no tomaron.

—Hijos de puta, lo mataron en quince minutos —suelta Alexis, refiriéndose a que debe estar casi vacío.

—Esta forra se tomó todo —me señala Manuel, abro la boca indignada y le pego en el hombro—. Ay —acaricia la parte afectada. Es un bebé.

—¿Qué decís? —me defiendo, aunque es verdad que me tomé casi todo yo—. Esos dos fueron seguro —señalo con la cabeza a los dos que se sientan adelante nuestro.

Matías suspira, cansado, y hace ruido para que le prestemos atención. Es un pibe que ama ser el centro del mundo, si no le das bola, se enoja. Lo miro, esperando que hable rápido porque me quiero ir a la mierda de este colegio.

—Escuchen, ¿qué hacemos ahora? ¿Vamos a ranchar por ahí?

—Yo me sumo a todo lo que implique alcohol y porro —ríe Sofía, chocando las manos con Valentín, ya que, aparentemente, ambos piensan lo mismo.

—Vamos a la plaza —propone Manu.

Todos se ponen de acuerdo para juntarse a ranchar en una plaza que queda cerca del colegio, e invitan a nuestro grupo completo de amigos, lo que implica como 20 monos drogados y tomados haciendo pelotudeces en un lugar público que probablemente esté lleno de nenitos. Obviamente yo no pienso ir, no me va esa onda a plena luz del día cuando puede aparecer un cana en cualquier momento.

Me levanto, agarro mi mochila y salgo del aula una vez que toca el timbre. Mientras camino saco mis auriculares del bolsillo chiquito de la mochila y los conecto a mi celular, es imposible para mí caminar sola sin los auriculares puestos. Guardo mi teléfono en el bolsillo delantero de mi jogging una vez que tengo a One Direction cantándome Best Song Ever y empiezo el camino hasta mi casa, con cara de orto para que no me afanen, por supuesto.

...

un capítulo más aburrido no se podía

tengo mil ideas para esta fic, espero poder expresarlas ahjsjx

cry baby ; wosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora