ocho.

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chiara

La música a un volumen no tan alto, pero insoportable si estás muy cerca del parlante, el olor a tabaco y marihuana mezclados, la única botella de alcohol que compramos casi vacía en el medio de la mesa y Sofía planchandome el pelo; un ambiente que de a poco comienza a no gustarme.

La casa de Candela siempre es la elegida a la hora de las previas, ya que la mía es un rotundo no y la casa de Sofía es un completo misterio; si dejó entrar a alguien debe ser una persona a la que quiere mucho. Si bien solo somos nosotras tres escuchando rkt en la tele con el parlante enorme que tiene Cande, llega un momento en el que me agobio. Me doy cuenta que no hacen más que hablar mal sobre gente con quiénes después se hacen las amigas, y pienso si harán lo mismo conmigo cuando no estoy. Es muy probable que sí.

Cande prepara la última jarra mientras que yo armo el último armado, a la vez que a Sofía le falta poco para terminar de planchar mi pelo. Nos vamos rotando cada cosa hasta que todo se acaba y se va acercando la hora en la que nuestros amigos nos pasarían a buscar.

Me miro en el espejo del baño una vez que Sofia terminó con mi pelo y medio sonrío. Me gusta, pero hay algo raro. Últimamente me vengo sintiendo bastante rara, a decir verdad. No sé qué es lo que falta, o lo que sobra, pero hay algo que no me gusta.

Gracias a todos los santos ya no hay ninguna marca impregnada en mi piel que me impida usar alguna prenda de ropa en específico. Me puse una minifalda negra de una tela parecida al lurex y un top del mismo color que muestra más de lo que me estaría gustando en este momento. Creo que lo único que me encanta de mi outfit son mis nuevos borcegos negros.

Suspiro apagando la luz del baño y saliendo del mismo. Ya me había maquillado en mi casa, así que solo me queda esperar a que mis amigas estén listas, y que los demás vengan a buscarnos.

Me pongo un buzo blanco con estampados abstractos en color negro que traje en caso de que me sintiera incómoda, y me siento en el sillón abriendo Instagram.

—Te juro —escucho hablar entre risas a Cande—. No da más de ridícula.

Sofía también se ríe, aunque no tanto ya que está muy concentrada en su delineado. Hay un momento de silencio en el que las miro para corroborar que ya estén listas. No lo están, sin embargo, Candela me mira con el ceño fruncido.

—¿Qué? —le pregunto, mirándome a mí misma, pensando que por ahí el buzo blanco se manchó.

—¿Vas a ir en buzo? —pregunta, extrañada. Subo los hombros.

—Sí, no sé. No tiene nada de malo, creo. Hace frío a parte.

—Pero, ¿para vos da? —habla ahora Sofi, sentandose al lado mío para ponerse los zapatos—. Para mí van a estar todas vestidas re de joda y vos con buzo. Capaz que te sentís incómoda.

—No es un boliche, So. Es una joda de barrio, y si me siento incómoda me lo saco y listo. ¿Por qué tanto drama?

Niega con la cabeza a la vez que sube los hombros y vuelve a lo suyo, restándole importancia a la situación. Apoyo la espalda en el sillón súper hiper mega cómodo y sigo mirando historias en Instagram, hasta que escucho la voz de Cande.

—¿Dicen que a Manu le guste? —cuestiona, mirándose al espejo.

Tiene puesto un vestido negro que deja al descubierto más partes del cuerpo que las que cubre, con unas plataforma que se ven lindas y cómodas. Aunque no combinen tanto con el vestido o la situación en sí, lo importante es la comodidad.

Empiezan a llegar mensajes de los chicos al grupo avisando que ya están viniendo, y que no tienen muchas ganas de quedarse afuera esperando. Ya estamos las tres listas, por lo que yo mucho problema no me hago.

—Sí obvio amiga —le contesta So—, si estás perrísima. Lo raro sería que no le guste —se para al lado de ella y se acomoda un poco el pelo—. Yo digo que hoy es tu oportunidad, y se comen.

—Para comermelo en medio de todo el mundo como vos hacés con el pálido presión baja que tenés de chongo, no gracias —la descansa por estar hablando con Santino, uno de los chicos del grupo, que es tan blanco que realmente da la impresión de que está por desmayarse—. Yo prefiero la discreción y privacidad.

Sofía le pega en el brazo mientras ríen. Doy mi opinión ya que yo no había respondido a la pregunta de Cande.

—Estás re linda, pero no pienses en si le va a gustar o no, enfocate en que te guste a vos y listo. Creeme que va a ser mucho menos estresante.

Sofía me mira mal.

—¿Qué te cuesta decirle que está hermosa y listo? Ahora le hacés creer que Manuel no le va a dar bola —frunzo el ceño. Ella la abraza a Cande como si le hubiera dicho que está horrible y que nunca en su vida alguien le va a dar bola.

—¿Eh?

—Y sí amiga. Parece que lo único que querés es hacer que se olvide del pibe, ¿qué pasa? ¿te gusta a vos y no querés que te lo robe? ¿es eso?

Realmente no puedo creer la cantidad de estupideces que dijo Sofía en tan solo dos oraciones. Mi cara debe expresar lo que siento, no tengo palabras. No la entiendo. Y a todo esto, tocan la puerta repetidas veces.

La dueña de la casa no dice una palabra y camina hasta la entrada para abrirles la puerta a los chicos. Yo le frunzo el ceño a Sofía.

—¿Qué decís, boluda?

—Estás re taradita últimamente, Chiara —se para en frente mío, a la vez que se escucha la voz de los pibes saludando y apurándonos—. Te alejaste muchísimo, ya ni contestas los mensajes, ni contás nada tuyo. No sé qué te pasa, pero realmente me decepcionas. Ojalá se te pase y vuelvas a ser la de antes, porque si seguís así está amistad no va a dar para mucho más.

Ella se va hacia los demás sonriendo como si nada, dejándome totalmente desconcertada. No entiendo nada de todo lo que dijo, yo me veo exactamente igual a como fui siempre. Y tampoco veo mal lo que le dije a Cande, le dije la verdad. Está hermosa, pero le tiene que chupar un huevo lo que piense un chabón.

Puede ser que haya dejado de contar un poco mis cosas, ¿pero qué quieren que les cuente? Tampoco es como si mi vida fuese tan interesante como para tener horas y horas de charlas sobre la misma. Aunque ella de eso mucho no se puede quejar, ya que realmente, al menos yo, sé muy pocas cosas sobre su vida. Por Dios, ni sus papás deben saber de mi existencia, y se hace(hacía) llamar mejor amiga.

Mi mirada perdida en el mueble con un televisor en frente mío comienza a ponerse borrosa. ¿Y si tiene razón? Capaz estoy pensando mucho en lo que ella no hace y no en mis acciones. Capaz realmente les afecta que me distancie. Pero por otro lado sigo sosteniendo que no me puede reclamar algo que ella tampoco hace, es como que yo me coma a su chongo pero me enoje si lo llegara a hacer con uno mío. Si tuviera, claro.

Mi vista se ve obstruida por un cuerpo, el cuál emana un aroma demasiado conocido para mí. Levanto la mirada y observo su rostro. Me mira serio, igual que siempre. Creo que muy pocas veces lo ví con otra expresión. Una de sus cejas, la que es decorada por un piercing que lo hace ver más villero de lo que es, se eleva.

—¿Qué te pasa?

—Nada —contesto, pasando mis índices por la parte inferior de mis ojos, borrando todo rastro de lágrimas que pudieron haber aparecido.

—Vamos entonces.

cry baby ; wosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora