CAPÍTULO 4

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NARRA LISA (la madre de Nayara)

Hoy he decidido ir a la comisaría a preguntar como va el caso de Nayara, así que cuando ella se va a clase cojo mi bolso y me dirijo hacia la puerta.

—¡¡Héctor!! ¿¡Me vas a acompañar si o no!?—empieza a ponerme nerviosa su actitud hacia lo que pasó.

—Eh... ¿quieres que vaya?— dice Héctor, mi marido.

—Pues me gustaría que mi marido se preocupara por que arresten a los hombres que secuestraron y violaron a su hija— digo con un todo burlesco pero enfadada a la vez.

—Vale vale, ya voy— dice Héctor poniendo las manos en alto como señal de rendición. Y todo, obviamente, con la cabeza agachada.

Durante el camino Héctor no dijo ni una palabra. No me extraña, siempre que se habla del caso no es capaz de abrir la boca, es como si le diera pena lo que pasó pero no fuera capaz de hacer algo al respecto. No le digo nada porque se que si lo hago comenzaré una discusión como siempre y no me apetece.

***** en la comisaría*****

Nada más entramos por la puerta un policía nos dirigió hacia uno de sus compañeros que estaba sentado en su oficina.

—Hola, buenos días. ¿En qué puedo ayudarles?— dice muy amablemente mientras nosotros nos sentamos.

—¡Hola! Nos gustaría saber como va el caso de nuestra hija, Nayara Pérez Ortega, sucedió hace tres años y aún no nos han avisado de que halla habido algún progreso— digo preocupada.

—Un segundo...— Empieza a rebuscar entre todos los papeles que tiene en el cajón y rápidamente encuentra una carpeta con el nombre de mi hija. Empieza a leerla— Lo siento mucho señora pero efectivamente no ha habido ningún progreso. Es más el caso ya esta más que cerrado.

—¿¡Qué quiere decir con que ya esta cerrado!? ¡Pero si no habéis hecho nada!— digo muy cabreada, está situación me supera.

—Tranquilícese señora, hemos hecho todo lo que hemos podido, no puede decir que hacemos mal nuestro trabajo. Además, si su hija recuerda algo o encontramos alguna pista no dudaremos en abrir el caso de nuevo.

—¡¡Pero es que a mi eso me vale una mie***, soy madre y llevo 3 años esperando a que arresten a los hijos de pu** que violaron a mi hija. Llevo 3 años diciéndola que no os queda nada para atraparles y para que pueda vivir sin el miedo de que vuelvan a por ella. Llevo 3 años viendo como sufre por las noches, como vomita por el miedo, como a sus 16 años se sigue haciendo pis en la cama por las pesadillas, como se come la cabeza día y noche, como llora y deja de comer!! ¿¡OS PARECE NORMAL!?— digo gritando y con la voz entrecortada. A penas se me entendía porque había empezado a llorar como una loca.

El chico sale de su oficina con una lagrima en la cara que se limpia rápidamente para que no pueda ver que le ha afectado lo que he dicho y llama a un compañero suyo. A todo esto Héctor esta sentado en una silla mirando hacia el suelo sin decir ni una palabra.

—Buenos días, primero déjenme decirles que siento mucho lo que ha pasado.— dice el chico que acaba de entrar— Os voy a leer lo que pone en este documento para aclararles la situación y que se queden más tranquilos. ¿De acuerdo?— me mira fijamente como si Héctor no existiera.

Intento hablar pero no escuentro mi voz a si que si olemente asiento con la cabeza.

—Nayara Pérez Ortega es una niña de trece años que el 12 de diciembre sobre las nueve y veinte de la noche fue secuestrada por un hombre alto, de barba negra, y con la voz grave, por sus cinco guardaespaldas y un niño un año mayor, aproximadamente. Fue llevada a una cabaña a las afueras de Madrid muy separada de la población, donde la agredieron y violaron y dónde estuvo durante 2 días. La victima fue encontrada tirada en el suelo en ropa interior y con moratones, arañazos y sangre por todo el cuerpo— se me escapa un gemido de dolor— además, el color de la piel de esta era azul debido al fío, lo que demuestra que, antes de violarla, la torturaron para, a lo mejor, hacerla sacar información sobre algo, no obstante no tenemos pruebas de ello— en ese momento Héctor sale de la oficina— En el hospital nos informaron de que había perdido demasiada sangre y su vida corría peligro, pero su padre dono sangre para ella y esta consiguió recuperarse. Una vez recuperada pudimos interrogarla y esta afirmó que no recordaba nada de lo sucedido.— leía mientras yo no paraba de llorar.

—Al hablar con su psicóloga nos afirmó que padecía de amnesia disociativa (una enfermedad que consiste en que debido al trauma, no puede recordar nada de lo que pasó) pero que con el tiempo, sería capaz de ir recordando poco a poco. Como no se encontró ninguna prueba se dedujo que estas personas eran expertas procedentes de una mafia. A falta de pruebas, testigos y testimonio de la víctima, se cerró el caso admitiendo la posibilidad de ser abierto si Nayara recuerda algo de lo sucedido— me mira con lágrima en la cara— Lo siento mucho señora, pero a menos que su hija recuerde algo, nosotros no podemos hacer nada.— me dice con cara de decepción.

Seguía sin encontrar mi voz. Sabía que era inútil discutir a si que decidí irme. Cuando salgo por la puerta le hago un gesto con la cabeza a Héctor dando a entender que nos vamos. Él estaba sentado mirando fijamente la pantalla apagada de su móvil.

***** 20 minutos después *****

—Gracias por dejarme sola— digo mirando a mi marido con cara de asco a lo que él se queda callado— ¿¿De verdad no eres capaz de decir nada?? ¡es que es flipante, desde que pasó eso eres otra persona y no te soporto. No quiero estar casada con un hombre nulo, que no me habla, no me da amor, y lo más importante, no apoya a su hija! ¿Sabes que me dice ella? ¡que no la quieres, que no soportas mirarla a la cara, que no siente que seas su padre!

—P...pues entonces divorciate— me dice con lagrimas en los ojos

Se me hace un nudo en la garganta más grande de lo que ya estaba, mi corazón empieza a latir a mil, y se me caen las lágrimas.

—¿Es eso lo que quieres?— digo con un hilo de voz— ¿Quiéres echar a perder más de veinte años de matrimonio porque no consigues superar lo que pasó?— el silencio inunda la sala— Pues que sepas que yo tampoco consigo superarlo pero al menos delante de Nayara me hago la fuerte para conseguir que ella también lo sea. Al menos hago de madre y me enfrento a la situación, cosa que tú por tu cobardía y dejadez no haces.

—Siento no ser suficiente, pero yo tampoco puedo más con esta situación— dice llorando mientras no consigue quitar la mirada del suelo.

—¿Y la solución es rendirte?

—Creo que es la única que me queda.

—¡¡Pues vete, fuera de mi casa, no quiero volver a verte en la vida!!— consigo reunir el valor necesario para soltar la oración.

Inmediatamente, sin pensárselo 2 veces Héctor coge su abrigo y sale por la puerta.

—MENUDO IMBÉCIL. ¡ESTABA ESPEANDO A QUE LE DIJERA QUE SE MARCHE! ¡COBARDE!

No podía parar de llorar, se había ido, me había dejado con toda esta responsabilidad encima. Agarro una botella de alcohol y bebo de ella. Pero no, no, no puedo hacerle esto a Nayara, ella me necesita. Tiro la botella a la basura y alguien llama a la puerta. La abro y...

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Hola a todxs!!

Este capitulo también es bastante largo, pero podréis entender lo que le sucedió a Nayara, desde el punto de vista de la policía, sin tener en cuenta lo que ella a empezado a recordar.

Podéis dejarme comentarios y votos si queréis.

Besos :)

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