CAPÍTULO 7

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*Flashback/ hace 3 años*

¡Camina niña!— me gritó mientras yo del dolor no podía mover ni un solo dedo. Después me tiró al suelo como si fuera una bolsa de basura y se sacudió las manos.

A ver, vosotros ir a limpiar todo, no quiero que quede ni un solo rastro de nosotros en este lugar.— dijo refiriéndose a los guardaespaldas— Y tú desnúdala mientras yo traigo la manguera— miró al niño que le acompaña.

El chico empezó a quitarme la poco ropa que me quedaba puesta mientras se le escapaban gemidos de dolor al ver las heridas que tenía mi cuerpo. Me puso frente a la pared y me quitó la venda de los ojos.

—A ver niña, ¿quiéres que te cuente cuál es nuestro plan?— dijo el jefe con un tono burlesco y yo no pude responderle por la venda que tenía en la boca.

Tu plan— aclaró el chico y él, que parecía ser su padre, le miró con cara de decepción.

Vamos a quitar nuestras huellas de tu asqueroso cuerpo y nos iremos porque al parecer alguien a llamado a la policía y están de camino.— mientras que hablaba me culminaba con la mirada— Si me dices cómo les has llamado a lo mejor no acabas muerta.—dijo el jefe.

Me quitó el trapo de la boca y dije mientras lloraba y mi energía se consumía poco a poco— Yo no he sido, se lo juro. Por favor déjame irme.

Tu lo has querido. ¡Enciende niño!— dijo gritando.

¡Me llamo...!— le interrumpe el jefe.

¡Pero callate gili***** !, ¡¿no ves que si le decimos nuestros nombres se lo dirá a la poli?! ¿por qué te crees que llevas un pasamontañas en la cabeza?— le dijo con ira.

Cuando encendió la manguera y el agua salió disparado hacia mi cuerpo solté un grito profundo, procedente del fondo de mi corazón destrozado y mi alma humillada, que se escuchó en toda la cabaña y penetró en los oídos de todos ellos.

Lo último en lo que me fijé antes de caerme al suelo con los ojos inundados de lágrimas llenas de dolor fue en la cara del chico. Tenía un pasamontañas pero se le podían ver sus ojos color café rodeados por sus enormes pestañas y por lágrimas que no podía contenerse. Pude notar que tenía una pequeña cicatriz cerca del párpado. Además tenía la nariz pequeña y los labios ni finos ni gruesos pero con un color rojo que resaltaba.

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Me despierto de un salto y gritando. Cuando me toco la cara para rascarme el ojo me doy cuenta de que estoy llorando.

—¡Hija! ¡¿estás bien?!— me dice mi madre alarmada mientas entra corriendo a la habitación.

—Si, si. Tranquila, la pesadilla de siempre— respondo levantándome de la cama.— Me voy a lavar la cara. Y bajo a desayunar.

—Si quieres cuando salgas de clase vamos a dar una vuelta, así podremos pasar más tiempo madre e hija que siempre estoy trabajando— dice mi madre esbozando una sonrisa para cambiar de tema.

—¿Te lo ha dicho la psicóloga verdad?—digo y no puede evitar reirme.

—Si, pero me parece bien, no es que haga todo lo que me dice... es que me parece una buena idea— intenta defenderse torpemente.

¿Por qué tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora