CAPÍTULO 16

4 1 0
                                    

Al abrir la puerta me encontré a Jack apoyado en la barandilla con lágrimas en los ojos. Me partió el alma ver a mi mejor amigo así. Jack nunca demuestra lo que siente, si lo hace es porque ya no puede más.

Cuando me vio se limpió las lágrimas y yo empuje de él hacía dentro. Subimos a mi cuarto y cerramos la puerta.

—¿Qué te pasa?— digo intuyendo la respuesta.

—Es Emma— bingo.

—¿Qué ha pasado con ella?

—Muchísimas cosas que me como y me las guardo para mi, pero cuando yo cometo un error lo primero que hace es enfadarse como una loca.

—¿Como qué?

—No le gusta que pase contigo mucho tiempo, ni siquiera con Raúl, desde que empecé a salir con ella ya no quedo con mis amigos y me tengo que escaquear de todas las reuniones familiares. Me frustra tener que cambiar mi modo de vida y mi forma de ser para que ella pueda controlarme como quiera.

—A ver en una relación tienes que cambiar tu modo de vida porque ahora la "compartes". Pero porque tú quieras no porque ella te lo pida. Y tiene q estar equilibrado, cuanto más tiempo pases con ella más te cansarás.

—Y lo sé pero es que no quiero pasar todo mi tiempo con ella, tengo más vida ¿sabes?

—¿Has probado a decírselo?

—Si, pero se enfada porque dice que no la quiero.

—Uf, yo... no sé qué decir, creo que lo hace por controlarte y porque se piensa que si te deja un poco suelto acabarás dejándola. Serán inseguridades suyas.

—Pues yo ya no puedo con sus malditas inseguridades. Lo entiendo pero es que siempre que intentamos ponerle una solución no quiere. Quiere que todo sea como ella planea.

—Si quieres puedo intentar hablar con ella.

—Te odia— dice fríamente. A mí, aún sabiéndolo, me sentó como una punzada en el pecho.

No supe que responder a lo que él siguió hablando.

—Ves, esa es otra, yo quiero una novia a la que le caiga bien mi mejor amiga. Que se vayan de compras juntas, que parezca que le cae mejor ella que yo, que se pongan en mi contra de coña... No una que odia a la persona más importante de mi vida.— me acerqué y me senté a su lado en la cama.

—A mi no me importa Jack, lo importante es que tú...— me interrumpe.

—A mi sí. No es sólo eso, se enfada por cualquier cosa, me pide el móvil para revisarme los mensajes, controla la hora a la que entro a casa, con quién voy, que hago, si no la respondo a una llamada llama a mis amigos... Es que es mucho lo que tengo que soportar de su parte y no puedo más.

—Eso ya si que no, que tóxica. Y... bueno no sé si debería decirte esto yo pero... ¿no has pensado en dejarla?

—Pensarlo lo he pensado, pero me da pena.

—No soy quién para entrometerme y decirte que la dejes, pero es que si te está haciendo daño y no hace nada para cambiarlo... no se, no me parece justo para todo lo que haces tú por ella.

—¿Sabes qué puedes hacer?— le interrumpí cuando iba a decir algo.

—¿Que?— me digo confuso.

—Invitala a la discoteca esta noche, habláis, la dices todo lo que me has dicho y si ves que se arrepiente y que va a cambiar lo sigues intentando. Si no te hace ni caso... pues ahí tendrás que hacer lo que te diga tu corazón, pero siempre pensando en no lastimarlo.

—¿No te importa que la invite?

—Claro que no— le dije con una sonrisa de oreja a oreja.

—No te presiones, hay más peces en el mar y al mismo tiempo la gente puede cambiar. Todo depende de ella.— le dije.

—Gracias bebé— me dijo Jack sonriendo.

—Ni las des.

En ese momento el gato empezó a rasguñear la puerta en señal de que quería entrar. Me levanté y le abrí. Jack dio un salto y lo cogió.

—Oye que es mío— dije yo divertida.

—Es súper mono tio, voy a pedirle a mi madre dejarme tener uno. ¿Como le vas a llamar?

—Aún no lo sé— le dije pensando en posibles nombres.

—Tiene que ser algo que te recuerde a Raúl— me dice riéndose a lo que le doy una colleja y le quito el gato.

—¿QUÉ? Es súper tierno que te haya regalado un gato. A veces parece que lleváis saliendo una vida entera.

Me puse roja al instante y le tire un cojín. Él volvió a tirarme el cojín y se acercó a hacerme cosquillas. Lo que empezó como risa se convirtió en una guerra de cosquillas de media hora.

Después Jack se fue a su casa para prepararse y pasar a por Emma.

***2 horas después***

Abrí la puerta del armario y me probé más de 10 vestidos pero ninguno me convencía. Terminé optando por el primero que me había probado, un vestido blanco, de tirantes, corto y pegado.

Cogí un spray de purpurina y me lo eché encima hasta casi ahogarme. Lo mismo hice con la colonia.

Decidí hacerme una coleta muy repeinada y llena de laca. Me senté en la cama y algo sonó.

—Miau.

¡Más cuidado!

¡El gato! Me puse a darle besitos y a acariciarle por haber perturbado su comodidad. Es precioso. Podría llamarle Nina, Lili, Eva o... ¡ERA! Es perfecto.

Alguien me mandó un mensaje y mi móvil empezó a vibrar. ¡Raúl! Se me revolvieron las tripas.

RAÚL

¿Por qué tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora