CAPÍTULO 5

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NARRA NAYARA

—¿¡Mamá?!, ¿Por qué lloras?— digo mirándola fijamente a los ojos. Las lágrimas empiezan a correr por mi cara. Verla así me destrozó. No la había visto llorar desde hace años.

Traga saliva y dice— Hija, no quiero que te pongas mal, pero tampoco te lo puedo ocultar, no sería justo de mi parte. Pero... con todo lo que tienes que aguantar...— me dice con la voz entrecortada.

-Venga mamá, ¡no me hagas esto!- empiezo a ponerme nerviosa y a llorar. Algo grave tiene que estar pasando para que miadre se ponga a llorar abiertamente.

—Tu padre... tu padre se ha ido Nayara.

—¿A... a donde mamá? ¿ya... ya volverá? ¿no?— digo intuyendo la respuesta.

—Para siempre hija, ¡nos ha abandonado el muy cobarde! No lo volveremos a ver nunca más porque es un cobarde y no ha sabido llevar esta situación— me dice con resentimiento y furia.

En ese momento el mundo se me vino encima y se me hizo un nudo inmenso en la garganta. Nos había abandonado. Nos ha dejado solas. No le ha importado su familia, simplemente se ha ido, como si fuera tan fácil dejarlo todo atrás. Suelto la mano de mi madre y me siento en el sofá. No podía parar de llorar, mi madre tampoco. La decepción y el enfado que sentía hacía que cayeran más gotas, más y más rápido. ¿Y pena? no lo sé, con tanta ira en mi interior no soy capaz de pensar si de verdad me entristece que se halla ido.

—¿Pero qué ha pasado? ¿Cómo es que ha decidido irse? ¿Así sin más?— consigo decir por fin.

—Esta mañana fuimos ha comisaría y nos han dicho que han cerrado el caso— traga saliva— Él... él... él no ha dicho nada, se ha quedado callado y para colmo se ha ido. ¿Tú ves eso normal?. Sí, he iniciado yo la discusión, pero es que me pone nerviosa que ni siquiera sea capaz de levantar la mirada del suelo. Llevo tres años criándote sola y encima aguantando a un hombre que no hace nada y no se preocupa por nadie ¡yo también tengo derecho a quejarme!- me dice llorando mientras me vuelvo a agachar al suelo para cojerle de la mano.

—Pues claro que lo tienes mamá. Papá ya no es el mismo ¡desde hace tres años que no me da un simple abrazo, ni un beso, ni nada!. Tranquila, seguro que vuelve, no tiene a donde ir— la digo solo para tranquilizarla porqué se que no volverá nunca más— Duérmete mamá, así conseguirás tranquilizarte— digo mientras la levanto del suelo y la tumbó en el sofá.

Subo a mi cuarto corriendo para que mi madre no vea que sigo llorando. Al fin y al cavo ella siempre a sido muy fuerte y me ha enseñado a serlo, así que desde hoy al menos delante de ella lo seré, para transmitírselo y que consiga salir adelante. Se lo debo.

Cuando llego a mi cuarto cojo el móvil y marco el número de Jack.

—¡Hola guapa!— me dice bastante alegre.

—¡Jack, te necesito, porfa ven!— es lo único que consigo decir y ni siquiera cse si se me a entendido.

—¿¡Pero estas bien!? ¿¡alguien te a hecho algo bebé!?— me dice muy preocupado.

—Solo ven— digo y cuelgo el teléfono.

***** 5 minutos después *****

Alguien toca el timbre, intuyo que es Jack. Bajo las escaleras a toda velocidad pero intentando hacer el mínimo ruido posible y le abro la puerta.

—¡Bebe! ¿¿que te pasa??— me dice muy preocupado.

—¡Shhhh!— señalo a mi madre que está plácidamente dormida y subimos a mi habitación.

&¿¡Me vas a decir que te pasa!?, mírate, pareces una muerta de tanto llorar.

Inmediatamente me miro en el espejo que tengo delante. Tiene razón, tengo la cara pálida y la nariz roja, los ojos hinchados y salidos de tanto llorar, y el pelo desordenado como si acabara de pasar por una guerra. Me siento en la cama y me pongo las manos en la cara para que no pueda verme llorar.

—Mi padre se ha ido. Se ha ido para siempre. Nos ha abandonado— no sabía que pronunciar la palabra "abandonado" sería tan difícil.

Él clava su mirada en mi y se le escapan unas lagrimas que se limpia rápidamente. No sale de su asombro.

—Pero Héctor no es mala persona, sí, ya no es el mismo, pero no es malo, no haría tal cosa—me dice sorprendido y pálido como si acabara de ver a un fantasma.

—Lo sé, pero se ha ido. No sé que le ha dado. En fin, no me importa que se halla ido, total no era un buen padre y deje de tener relación con el hace mucho tiempo, lo que me jode es que nos haya abandonado sin más— digo fría, como si no me afectara.

—Pero es tu padre Nayara, no importa lo que haga, sigue siendo tu padre— dice mientras se sienta a mi lado en la cama— Puedes mentir a los demás pero a mi no, sé que te importa.

—Es que.. es que...— hecho a llorar de nuevo— es mi padre, jo le quiero aunque no sea el mismo. Sí, puede que ya no hiciera de padre pero al menos tenerlo en casa me hacía feliz—digo mientras caigo rendida a los brazos de Jack y le abrazo.

—Lo sé bebe, lo sé...

-***** 2 horas después *****-

Despierto. ¿Á que estaba dormida?. Pues parece ser que sí. De tanto llorar me había quedado dormida en el pecho de Jack. Él también estaba dormido, se habrá cansado de esperarme.

Son ya las seis a si que decido despertarle.

—Jack... Jack...— digo mientras le muevo ligeramente el hombro pero no responde— ¡¡JACK!!- grito finalmente.

—¡¡Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino...!!— salta de la cama y se sienta sin ni siquiera haber abierto los ojos. Le interrumpo con una carcajada.

—¿Pero que haces bobo?— le digo mientras no podía dejar de reírme.

—¿Pero tu eres tonta? ¿Cómo se te ocurre despertarme así? ¡que casi me da un ataque al corazón!— me dice mientras se levanta con el susto encima y se estira.

—¿Y la mejor solución es rezar no? Ni siquiera eres creyente imbécil— empezó a faltarme el aire.

—Ehhh... no me insultes pequeño demonio— me dice mientras me da una colleja— Nunca es tarde para volver al camino de Dios.

—Claro que no, por algo yo si que soy creyente— de repente el silencio vuelve a inundar la habitación, me vino a la mente el porque estaba llorado. Por un momento se me había olvidado. Jack se da cuenta.

—¿Qué vas a hacer? ¿irás a clase mañana?—me dice preocupado.

—Sí, no puedo dejar que mi madre me vea mal. Sufrirá mucho más de lo que ya sufre— él me lanza una sonrisa— Desde hoy seré más fuerte así ella podrá pasar página. No dejaré que me afecte lo de mi padre nunca más, se lo debo a mamá.

—Bien dicho bebé. Ayyy que mi niña se está haciendo mayor y madura...— me dice riéndose y cogiéndome de los mofletes.

—¡PARA PARA PARA! ¡Sabes que lo odio!— le digo riéndome e intentando quitármelo de encima.

—Jajaja, a ver ¿por qué me has despertado?—empieza a quitar sus manos de mí.

—Ah, porque hoy tienes entrenamiento y se te a pasado— Jack no se había saltado nunca un entrenamiento, excepto cuando tenía 10 años porque tirando el balón a portería se le escapó un pedo y todo su equipo se rio de él. El exagerado faltó a clase durante una semana.

—Na no pasa nada bebé, tenía que estar contigo— le dedicó una  sonrisa y me da un beso en la mejilla— me voy a ir, tengo que ayudar a mi madre con las tareas de casa, ¿estarás bien?

—Si tranqui.

—Vale pues me voy, si necesitas algo me llamas.— se va y cierra la puerta detrás de él.

Me siento en el escritorio y de repente alguien abre la puerta.

—Seguro que de lo mayor que te has hecho te han empezado a crecer las tetas ehhh— me dice con una sonrisa de oreja a oreja y disfrutando mi cara de vergüenza.

—¡¡Serás cerdo!! ¡eres un guarro Jack!— le digo riéndome y cogiendo una almohada de la cama para tirársela, a lo que él cierra la puerta corriendo. Me río porque se le escucha bajar las escaleras a toda velocidad.

¿Por qué tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora