Nada más cruzar la puerta de la casa Madrigal, el chico corrió hacia su habitación y se echó en su cama rápidamente para fingir que estaba dormido, y, en efecto, unos veinte minutos después, su prima Mirabel irrumpió en su pieza para despertarle, pero él ya estaba despierto.
Mientras tanto, la chica con quien había estado hablando esa noche hacía lo mismo, corriendo rápidamente hacia su habitación, pero para su sorpresa, su madre estaba allí, sentada en su cama.
-Hasta que llegas.—Sofía quedó estática sin saber que hacer o decir, la habían pillado.
-¡Mami! ¿Alguna vez te dije que te amo?—
-Ay Sofi, entiendo si no puedes dormir, pero la próxima avisa, me preocupaste.—La niña fue hacía su madre y ambas se abrazaron.—¿Donde estuviste toda la noche?—
-En un sitio lleno de flores hermosas.—
-¿Tú sola?—La más menor dudo en contarle a su madre con quien había estado, no sabía si le molestaría que hubiera estado con un chico, así que se inventó algo.
-Sí, estuve leyendo y dibujando.—Sofía soltó un bostezo, que hizo molestarse a su madre.
-Por eso no me gusta que salgas si no puedes dormir, Sofi. Me hubieras dicho y te preparaba algo para que pudieras conciliar el sueño, ahora tienes ganas de dormir.—
-También podrías prepararme algo para recobrar energías, ¿no crees?—Su madre le dio un pequeño golpe en la cabeza antes de que ambas se fueran en dirección a la cocina para que Malena le preparara algo a Sofía.
Y el otro chico estaba exactamente igual, el sueño estaba apoderándose de él y su tía Julieta tuvo que cocinarle un desayuno especial para él.
-¿No dormiste bien?—Su madre le preguntaba mientras lo miraba preocupada.
-No durmió.—Su hermana Dolores le contestó a su madre, lo cual hizo que Camilo la pisara por debajo de la mesa, Dolores sabía todo lo que había estado haciendo su hermano aquella noche, y el de cabellos rizados no quería que su familia se enterara de aquello.
-Si dormí, pero muy mal, pero no se preocupen, fue solo ayer, el resto de días duermo estupendamente.—Todos allí creyeron al chico, excepto Dolores.
Como siempre, la familia Madrigal estuvo rondando el pueblo ayudando a quienes lo necesitaban, y así se hicieron ya las diez de la mañana, luego las diez y media, y para esa hora tanto Sofía como Camilo estaban preparados para encontrarse, él en su casa, asegurándose de estar peinado, dentro de lo que cabe, y limpio, y ella, en la suya, haciéndose el peinado que tanto le gustaba.
Y cuando faltaban cinco minutos para que dieran las once, ella salía de su casa y él se preparaba en la puerta de la suya para recibirla.
-Hola.—Sofía saludó tan dulce como siempre, a lo que el chico devolvió el saludo y sonrió, invitándola a pasar en casita.—Hola, casita.—De lo poco que Sofía recordaba de la casa Madrigal, era que la vela había dado vida también a la casa.
Esta movió algunas ventanas a modo de saludo y así se dirigieron al interior de la casa, decidieron comer algo en la cocina, pues ambos llevaban desde el desayuno sin comer nada.
-Luego hablaré con mi tía Julieta a ver si puedes quedarte a comer.—El chico le daba conversación mientras iban hacia la cocina, donde ninguno de los dos sabía que se encontraban Julieta, Pepa e Isabela.
-¡Sofía! Me alegro de verte, si no recuerdo mal, Mirabel salió.—
-Buenos días, Julieta. Y no vengo por Mirabel, vengo con Camilo.—La madre del mencionado se sorprendió, al igual que Isabela y Julieta.
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𝙏𝙪́ 𝙚𝙧𝙚𝙨 𝙢𝙞 𝙢𝙞𝙡𝙖𝙜𝙧𝙤 / 𝐶𝑎𝑚𝑖𝑙𝑜 𝑀𝑎𝑑𝑟𝑖𝑔𝑎𝑙
ФанфикÉl es su primo, y ella su mejor amiga, las cosas estaban muy bien hasta que el destino hizo que se conocieran.