🦎✨☁️-15.

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-Y, ¿cómo va la cosa con Camilo?—Isa preguntaba mientras cepillaba el ondulado cabello de su amiga Sofía.

-No se, Isa, lo único que sé es que no le gusto, así que no hay nada que hacer.—Dolores rodaba los ojos, ella era la única que sabía que su hermano sí que sentía más que amistad por aquella castaña que tenía enfrente.

-Ay, no seas tan negativa. Deberías hablar con él.—Isabela volvió a hablar.

-No.—Aquella reacción por parte de Sofía pilló de sorpresa a las otras dos chicas, quienes solo rieron.

-Listo.—Isabela acabó el hermoso peinado, dándole un terminado con flores, lo que siempre hacía cuando se trataba de Sofía.

-Estás hermosa.—La chica sonrió dulcemente a Dolores ante su comentario.

La amistad de estas tres jóvenes chicas era, a decir verdad, algo único y precioso.

Ellas siempre acogieron a Sofía como una hermana pequeña, y Sofía las acogió a ellas como unas hermanas mayores. Se ganaron un hueco en el pequeño corazón de la joven, tal y como Mirabel hizo algún tiempo atrás, hasta que lo arruinó.

-Niñas, no encontramos a Toñito, ayuden por favor...—Julieta entró nerviosa en la habitación para luego salir, las tres se miraron entre ellas alto nerviosas para luego ir cada una por una parte buscando al pequeño.

Sofía podía imaginar dónde estaba, su primera parada fue la habitación de Mirabel, que compartía con Antonio.

-Toñito, mi vida, soy Sofi, ¿estás ahí?—Un pequeño estornudo procedente de debajo de la cama se pudo escuchar, pero no hubo más respuesta que eso.

Y Sofía no era tonta, por mucho que se quisieran, alguien más se había ganado el corazón del pequeño, así que, al no recibir respuesta, supuso que el niño no quería hablar con ella.

Y fue en busca de alguien con quien Antonio si quisiera hablar.

-Está debajo de la cama de tu habitación.—Al encontrar a Mirabel, solo dijo eso.

-Bien, gracias.—La chica solo pasó por su lado, corriendo hacia su habitación.

Mantuvo una pequeña charla con el pequeño, sobre lo mucho que lo quería y también sobre que no tenia que tener miedo, hasta que al fin, salieron.

Antonio fue con sus padres y Dolores a la zona trasera de una roja cortina que más tarde se abriría, Sofía supuso que sería algo familiar, que hablarían de alguna última cosa antes de comenzar la ceremonia, algo familiar, pero Camilo se acercó a ella.

-Sofi, ven, vamos.—La agarró del brazo, lo cual provocó en la chica varias emociones, y algunos segundos despues, cuando había recuperado su capacidad de pensar, habló.

-¿Esto no es algo... familiar?—

-¿Bromeas? Tú eres parte de la familia, Toñito te ama, y tú a él.—Ambos rieron y llegaron a aquel sitio donde estaban todos alegrándose por el niño.

-Te estaremos esperando en tu puerta.—Dijo Pepa finalmente para disponerse a marcharse, Sofía se agachó frente al niño, lo agarró de las mejillas y plantó un beso en su frente.

-Todo va a salir bien, pequeña arepita.—Lo dulce que era ella con Antonio provocaba unos celos terribles en Camilo, que solo observaba la escena deseando ser Antonio.

Luego, se marcharon para dar comienzo a la ceremonia.

Esa cortina se abrió, dejando ver a Antonio allí petrificado, sin hacer o decir nada, parecía una estatua de cera. De pronto, el niño extendió su mano, y algunos segundos después, Mirabel apareció, dejando sorprendidos a todos los presentes, y comenzó a andar con Antonio.

Nuestra castaña rápidamente entendió el amor inmenso que había entre ellos, y sonrió enternecida ante esto.

Antonio llegó a lo alto, su abuela dedicó unas palabras, y luego agarró la vela para tocar el pomo de su puerta.

Cuando todos pensaban que algo había fallado, un tucán apareció y se posó en el brazo del pequeño, empezando a piar.

-Sí, ¡sí, te entiendo! ¡Sí, también pueden venir!—El tucán pío de nuevo y más animales aparecieron, él don de Antonio era hablar con los animales, y, su cuarto, que era una selva gigante, lo representaba.

La fiesta comenzó y la familia se hizo una foto, los ojos de la castaña se posaron sobre Camilo, quien movía sus brazos ondeando su ruana al viento, sonrió al verle, como hacía siempre, pero luego miró hacia atrás y vio a Mirabel, quien no estaba allí posando con su familia.

La siguió por la habitación, para llegar al pasillo de la primera planta, y luego a la planta baja.

-Mirabel...—La llamada se giró, viendo cómo Sofía habia visto esa crisis que había tenido, ese momento en el que se había sentido insuficiente.

Cuando iba a responder, una teja cayó y se rompió. Ambas chicas fueron hacia esta y Mirabel trató de agarrarla, cortándose en el intento.

-¿¡Estás bien!?—Sofia agarró rápidamente su mano para examinarla, su instinto de ayudar a los demás era muchísimo más poderoso que sus problemas con Mirabel.

-Sofía, mira...—Las dos alzaron la vista para ver la casa agrietada, grietas que se dirigían a esa vela que Antonio había sostenido anteriormente para recibir su don, aquella vela que había otorgado dones a casi toda esa familia.

-Tienes que avisar a tu abuela, Mirabel.—

𝙏𝙪́ 𝙚𝙧𝙚𝙨 𝙢𝙞 𝙢𝙞𝙡𝙖𝙜𝙧𝙤  /  𝐶𝑎𝑚𝑖𝑙𝑜 𝑀𝑎𝑑𝑟𝑖𝑔𝑎𝑙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora