𝙏𝙪́ 𝙚𝙧𝙚𝙨 𝙢𝙞 𝙢𝙞𝙡𝙖𝙜𝙧𝙤 / 𝐶𝑎𝑚𝑖𝑙𝑜 𝑀𝑎𝑑𝑟𝑖𝑔𝑎𝑙

🦎✨☁️-12.

El día del cumpleaños de Sofía había llegado, y Camilo se levantó con la intención de decorar la casa con todos aquellos adornos que había estado preparando.

No fue una sorpresa para nadie que él había sido el primero en levantarse, cuando el resto de la familia salió de sus habitaciones se encontraron con que un joven energético había decorado la casa entera con motivo de cumpleaños, y estaba en la cocina preparando los ingredientes para que Julieta pudiera hacer él pastel, se había ofrecido a ayudarle, pero la mujer pensó que ya había trabajado mucho, y a ella no le costaba nada preparar un pastel.

Aquel mismo joven energético que había decorado la casa, preparaba las mesas, las sillas y la barbacoa, evidentemente, casita colaboró.

Toda esta situación enternecía a Isabela y Dolores, quienes después de saber los sentimientos de Sofía hacia Camilo, estaban empeñadas en que ambos acabaran juntos.

-En lugar de mirar con cara de bobas, podrían ayudarme.—El chico trataba de mover una pesada maceta, ya que quería colocar una silla en ese lugar.

-¡Yo me encargo de eso!—Luisa apareció, levantando la maceta y llevándosela como si fuera lo más normal del mundo.

-Gracias, al fin alguien que si colabora.—Camilo miró incriminatoriamente a su hermana y su prima, que solo reían ante las divertidas reacciones del chico.

-Decoraré con algunas flores.—Habló Isabela, seguida de Dolores.

-Yo prepararé aperitivos con la tía Julieta para servirlos.—Al rizado le agradó que su familia estuviera dispuesta a colaborar, pero aún que ellos aportaran pequeñas cosas, el organizador de la fiesta era él, y tenía que portarse como tal.

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-¡Felicidades, cariño!—Mientras que Camilo llevaba unas horas despierto, la cumpleañera acababa de levantarse, encontrándose con su madre desayunando en la cocina.

-Gracias, mami.—Se dieron un pequeño abrazo, símbolo de su gran vínculo madre e hija.—Veamos que ha organizado ese camaleón.—Eso último estaba dicho más para sus adentros que para su madre.

-Lo descubrirás a las cinco, ¿que vas a ponerte?—Sofía lo tenia claro, iba a ponerse su vestido verde agua pastel, ese que tenía las mangas transparentes con flores y acababa con un lazo en la espalda, era de sus favoritos y la ocasión lo requería.

-El que me regaló... papá.—La mujer rápidamente entendió a que vestido se refería y solo sonrió ante la idea de su hija recordando a su padre en lugar de llorándolo.

-Estarás preciosa, tu padre siempre tuvo buen gusto para estas cosas.—La mujer recogía sus platos después de haber desayunado.

El tema de su padre siempre había sido un tema algo tabú, pero no para su madre, si no para ella.

Carlos Ortíz había fallecido cuando Sofia solo tenía dos años de edad. A Malena siempre le hubiera gustado que su hija recordara a su padre, pues al ser ella tan pequeña no recuerda ni uno de los momentos vividos con el hombre.

Y nunca había querido mencionarle, pero la niña ya había entendido que su padre era su padre, no era ningún nombre innombrable, tal y como lo era Bruno, el tío de sus amigos.

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Los tonos pasteles del vestido resaltaban él cuerpo de la joven, por primera vez, se sintió una princesa y quiso girar sobre sí misma haciendo que los volantes del vestido realizaran un bonito movimiento que dejó maravillada a Malena.