🦎✨☁️-22.

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Fue una, seguida de otra, y otra, y otra, y así sucesivamente. Sofía lloraba desconsoladamente mientras Mirabel solo observaba como ella andaba por unos pasos adelante suya, quizá para llegar antes, o quizá para evitar que la viera llorar, pero se decantaba más por la segunda opción, ambas lo hacían.

Hasta que entre sollozos por parte de la castaña y arrepentimientos por parte de la de gafas verdosas, llegaron a donde se ocultaba Bruno Madrigal.

A Sofía le resultaba un hombre algo extraño, desaliñado, de cuestionable higiene, entre otras cosas. Pero por una parte lo entendía después de todo lo que había vivido.

-Tú debes ser la amiga de Mirabel, oh, ¿estás llorando?—El hombre preguntó sin ningún tipo de reparo, a lo que Mirabel lo regañó como si de un niño pequeño se tratara.

-¡Tío Bruno! Sé más delicado.—Sofía fue capaz de reír ante lo gracioso de la escena, pero habían venido a por una visión y lo que ella quería era obtenerla cuanto antes.

-Vinimos para que tuviera otra visión, señor Bruno.—

-Oh, no, no, no, me encantaría ayudarla, jovencita que estaba llorando hasta hace escasos segundos, pero hace mucho que dejé las visiones, y tú querida amiga destruyó mi cueva.—Miró hacía Mirabel quien solo dirigía su mirada hacia todas partes de la habitación, evitando el contacto visual con su tío.

-¿Destruiste su cueva?—Mirabel soltó una pequeña risa nerviosa, cuando el que menos esperaban apareció con varios animales acompañándolo.

-Pueden usar mi cuarto, las ratas ya me contaron todo.—

-¡Toñito!—Sofía fue hacia él para alzarlo en sus brazos y abrazarlo de manera agresiva, haciendo reír al niño.

-¡Sofi, necesito respirar!—

-Te eché muchísimo de menos...—La joven repartía besos por todo su rostro ahora que lo había dejado en el suelo.

-Pero si nos vimos antes, en la cena...—Sofía realizó en que el niño tenía razón, pero aún así quería llevárselo para dejar vía libre a que Bruno y Mirabel fueran a su cuarto a poner el plan de la visión en marcha.

-Bueno, mientras Mira y el tío Bruno se encargan de algunos asuntos, tú y yo... ¡jugaremos a algo!—La joven exclamó con gran alegría a lo que el niño sonrió y asintió enérgicamente, antes de marcharse, Sofía les dedicó una sonrisa a Mirabel y Bruno, quienes rápidamente entendieron las intenciones de la chica.

-Ella es tan buena... no quiso involucrar a Toñito...—Mirabel miraba hacia abajo algo avergonzada de todos sus actos.

-Realmente quieres que vuelvan a ser amigas, ¿cierto?—La de gafas miró sorpresivamente a su tío, le había leído la mente.—Lo serán, lo vi en tu futuro.—

-¿En serio?—Bruno le asintió con una cálida sonrisa, a lo que Mirabel reaccionó con cierta sorpresa, Bruno no era tan cruel ni aterrador como todos relataban, solo era un hombre que amaba a su familia y decidió que lo mejor era alejarse de ella, aún que fuera todo lo contrario, él nunca tuvo mal fondo.

Mientras la joven y su pariente iban a la habitación de Antonio para que Bruno pudiera tener esa visión, Sofía caminaba por la casa Madrigal con el niño de la mano, amaba a los niños, pero sobre todo a ese niño.

-...Y por eso mi mamá regañó a Camilo.—Ambos rieron ante la historia que había contado Antonio, y ante el silencio que había, el niño volvió a hablar.—¿Vas a casarte con mi hermano?—La chica sintió sus mejillas ruborizarse.

-¿En que te basas para decir eso, Toñito?—Se agachó para quedar a su altura.

-Yo sé cosas...—La chica comenzó a hacerle cosquillas.

-¡Sabes demasiado, tendré que llevarte conmigo y mantenerte alejado de todo el mundo para que nunca reveles mis secretos!—

-¡No, no diré que vas a casarte con Camilo!—El pequeño logró balbucear aquello mientras reía, a lo que la castaña volvió a sonrojarse y esta vez lo miró con una cálida sonrisa.

-Yo amo a tu hermano, Toñito.—Y esas habían sido sus palabras más sinceras en sus últimos cinco años de vida.

Mientras tanto, Mirabel y Bruno habían obtenido una visión. Para que la vela alumbrara más, Mirabel debía abrazar a Isabela, su hermana, así que salió del cuarto del niño notoriamente molesta, encontrando la escena de su amiga hablando con su primo.

-¡Tengo que abrazar a Isabela!—Sofía se puso de pie y comenzó a andar para llevar a Antonio a su cuarto, siendo seguida por la de gafas y su tío.

-Eso es genial, excepto porque arruinamos su propuesta y ella piensa que fue solo tu culpa...—

-¡Y porque me odia!—Antonio entró a su cuarto siendo despedido por un beso de Sofía y un abrazo de su prima, un cálido abrazo.

-No seas tonta, no te odia...—Los tres sujetos estaban caminando hasta que escucharon una voz y se escondieron tras una maceta.

-¡Sofía!—Camilo, desde la planta baja, llamaba a la chica, quien rodó los ojos por no poder ayudar, una vez más.

-Este idiota...—Sofia ahogó una risa al ver como el rizado mutaba a un cuerpo musculoso con cabeza de bebé y la seguía llamando con esa chillona voz.—Bien, tú solo... abrázala.—Dejó una caricia en los hombros de Mirabel y le dedicó una sonrisa al mayor, para luego marcharse.

-¡Cami!—Bajó las escaleras a toda velocidad mientras Mirabel y Bruno seguían escondidos detrás de aquella maceta.

-Ella nunca me abrazaría, ella me odia.—La de gafas seguía obsecada en aquella idea de que Isabela nunca le demostraría el más mínimo amor, y menos por contacto físico.

-¡Mirabel!—Su tío le gritó, pero se arrepintió rápidamente.—Lo siento, lo siento.—Se aclaró la garganta.—Ella es tu hermana, y debes salvar la vela, así que confío en ti.—El mayor se levantó, dispuesto a marcharse.

-¿No vienes?—

-Esa era tu visión, no la mía...—

-Ájam, y... ¿temes que te vea la abuela?—

-También eso, cuando todo pase ven a buscarme.—Acabó admitiendo el hombre.

-Cuando todo pase, tú volverás a casa con la familia.—Se dedicaron una cálida sonrisa mutuamente para que luego Bruno desapareciera a través del cuadro, y Mirabel caminará un poco, quedando en frente de la puerta de su hermana.

𝙏𝙪́ 𝙚𝙧𝙚𝙨 𝙢𝙞 𝙢𝙞𝙡𝙖𝙜𝙧𝙤  /  𝐶𝑎𝑚𝑖𝑙𝑜 𝑀𝑎𝑑𝑟𝑖𝑔𝑎𝑙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora