Capítulo 2

422 33 24
                                    

Todo no salía como él quería. A veces la vida era bastante complicada. Para un omega, todo era complicado y más cuando nacías con un destinado. Desde que era niño recuerda muy bien lo que su madre le dijo acerca de los destinados "están malditos" y se lo repetía siempre.

—HuaiSang —escucho afuera de su cuarto —¡abre la puerta!

Pero no abriría. No lo haría.

Más lágrimas inundaron su rostro. Odiaba sentirse así. Odiaba ser así. Podía escuchar los gritos de su Da-ge, eso lo desesperaba, pero una parte de él también estaba consciente del peligro que corría. No debería ceder o de lo contrario caería más hondo y profundo de lo que ya estaba.

Después del pequeño incidente en el cuarto de su hermano y tras separarse después del anudamiento. Nie HuaiSang espero el momento oportuno para escapar directo a su cuarto. Fue difícil, debido al intenso dolor de cadera que tenía. Pero lo había logrado. Ya en su cuarto pudo derrumbarse en el piso y llorar por lo sucedido.

Estaba asustado, nunca lo habían anudado y por lo que sabía un anudamiento solo originaba bebés. Y él no quería eso, maldijo a su hermano por eso. Pero otra parte en él lo calmaba debido a que también sabía que los anudamientos sólo funcionaban, al casi 100%, si él estaba en celo. Así que no debía preocuparse. ¿Verdad?

—HuaiSang por favor —escucho del otro lado, el Nie mayor había dejado de golpear la puerta —debemos hablar

—Solo vete —respondió mientras se acurrucaba en su lugar, pegado a la puerta —quiero estar solo

—Debemos...

—¡Dije solo!

Luego de eso escucho pasos alejándose, de alguna manera esto solo complicaba las cosas. Él no había querido acostarse con su Da-ge. Pero el maldito aroma en la entrada de su casa solo hacía las cosas más difíciles, su omega interior estaba celoso y quería reafirmar que el alfa en la casa fuera suyo. Había perdido el control por un momento.

Odiaba los sentimientos que tenía por su Da-ge, odiaba sentirse así, odiaba amar algo que no podía tener, odiaba su marca, su destinado. Odiaba todo.

Levantándose lentamente se dirigió al baño como pudo y abrió el caño de la bañera. Necesitaba paz, la necesitaba solo unos segundos.

Cuando vio que la bañera estaba llena, se metió lentamente. El agua tibia ayudó a relajar sus músculos. Definitivamente un baño era lo que quería. El dolor en su cadera no se iría. Y todo en su interior era un desastre que tenía que arreglar.

Cuando sus ojos miraron al frente, se encontró con una triste escena. Su rostro estaba horrible, las lágrimas seguían siendo derramadas por sus ojos, estos estaban rojos. Y lo que más lo hizo sentir peor fue ver aquella marca en su clavícula. Parecía un pequeño tatuaje en forma de bambú, con unas hojas que viraban a la derecha.

Frente al espejo maldijo el día que dejó que su Da-ge mirará aquella marca. El día que todo cambió.

Los destinados eran escasos, casi nadie tenía uno. Había excepciones claro. Cuando él descubrió que tenía uno se emocionó por ello, pero el sentimiento fue rápidamente cambiado tras el discurso de su madre. Cuando descubrió quien era se sentía contento, pero volvió a suceder lo mismo con su madre. Ella se había enterado mucho antes y ella por supuesto le dijo que se mantuviera alejado. Y se lo recordó hasta el día de su muerte.

«Era verano, y tras su primer celo sentía que su cuerpo no podía más. Había estado encerrado una semana en su cuarto y él no se quejaba.

Nadie entraba salvo su madre.

Secretos De EscritorioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora