LUKA
Una hora, una larga y eterna hora esperando a que este hijo de su... Aparezca. Puedo comprender unos minutos de retraso, pero esto es demasiado. Prometo que, apenas lo vea, se las verá conmigo. Y no solo por esto, ¿quién se cree que es para dejarme rojo de vergüenza?
La puerta del café se abre en ese momento, y reconozco perfectamente la silueta que la atraviesa.
—Estaba por irme ya —disparo de golpe y pongo los ojos en blanco.
—Lo bueno siempre se hace esperar —me guiña un ojo y noto que me escanea con la mirada—. Estás muy guapo hoy.
—Tranquilo, no hace falta que me lo recuerdes —digo con toda la intención de sonar igual de arrogante—. Vayamos al grano, Christian. Quiero la verdad.
—Relájate, guapo, todo a su tiempo. Primero pidamos un café para relajarnos.
—Pues en las mil horas que tardaste en llegar, ya tomé café. Así que lo único que se me antoja son respuestas.
Christian me mira a los ojos y sonríe ampliamente.
—¿Y si te digo que no me apetece decirte nada?
—¿Qué? No te esper...
Me interrumpe.
—Desde que llegué aquí, solo me has hablado mal, y eso no me gusta. Y cuando algo no me gusta, pues simplemente dejo de hablar. Así que hagamos algo: pidamos unos pastelitos de papa con queso, nos relajamos y hablamos tranquilamente. ¿Te parece, Luka?
Juro que en ese momento quería agarrar lo que fuera que tuviera a mi alcance y lanzárselo a la cara, pero no podía. Dentro de toda la basura que salió de su boca, una cosa era cierta: "él tenía las respuestas". Así que simplemente me contuve y traté de seguir esta extraña cita como si nada.
Christian se levantó y fue al mostrador a pedir los pastelitos, que trajeron al instante junto con lo que parece ser un capuchino. La verdad es que el olor de los pastelitos terminó abriendo mi apetito, y empecé a comer uno lentamente. Y sí, está delicioso.
—Ustedes dos están en grandes problemas —suelta él como si nada—, desde que escribieron en esa libreta y dieron vida a esos dos seres.
Eso me tomó por sorpresa, por lo que incliné mi cabeza hacia adelante y le di una señal para que continuara.
—Los seres que salen de la libreta no llegan aquí solo porque los describas. La libreta siente las emociones de quien escribe en ella y, con base en eso, les da una misión, la cual, hasta no cumplirla, no desaparecerán. Y aquí es donde entran los problemas, pues entre los términos y condiciones de la libreta se dicta lo siguiente: "Al crear un ser a partir de la libreta, este obtendrá vida a partir de quien lo escribió".
Quedé atónito ante sus palabras.
—¿Pero cómo? —pregunté automáticamente.
—Sabía que preguntarías eso. Es simple: no puedes generar vida sin que haya una consecuencia de por medio. En este caso, es compartir la mitad de tu vida. Por ejemplo, si tu tiempo de vida es de dos años, pues ahora es uno. Si son seis meses, ahora son tres. Pero no todo son malas noticias, pues apenas cumplan su misión, el resto de su vida será devuelto a ustedes y ellos desaparecerán.
—Comprendo, pero... ¿De dónde sacaste esa libreta?
—No te diré dónde obtuve la libreta, eso no te concierne. Ya cumplí mi parte diciéndote lo que debías saber —dijo serio—. Ahora, si me disculpas, tengo cosas por hacer. Algo me dice que esta no será la última vez que nos veamos.
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Escribiendo A Mi Chico Perfecto [Completa ✔️]
Teen FictionUna extraña libreta capaz de materializar lo que en ella se escriba. Una chica con el corazón roto. Y definitivamente mucho drama. Son los tres ingredientes principales que conforman la historia de Alejandra Cooper, una chica de diecisiete años la...