༄ Capítulo 11

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Con el paso de los días, Yoonji contaba cada vez menos para volver a su hogar, pero entre esos pensamientos ocurrían las celebraciones dichas de esas vacaciones. Había llegado nochebuena y, con ella, Navidad.

Ambos chicos estaban ansiosos por poder comer todo lo que quisiesen, disfrutando del día y de la familia, aunque eran Yoonji y Jimin y, obviamente, tenían un plan bien elaborado a las espaldas.

— Tío, no va a creer lo que nos ha sucedido. —Habló Yoonji totalmente apenada, el padre de Jimin dirigió su total atención hacia su sobrina.

Por otro lado, Jungkook y Taehyung habían estado paseando junto a los dos chicos por las calles, descubriendo lugares míticos y muchos animales dispuestos a recibir cariño en esa época de tanto frío.

— ¿Qué ocurrió? —Preguntó el señor Park inquieto, mirándole con una ceja alzada.

— Pues... —Yoonji miró a Jimin de soslayo y mordió su labio inferior—. Resulta que nosotros vamos a una parroquia en la tarde, cuando salimos a pasear. —Aclaró—. Y ayer nos comentaron que dos de los monaguillos no tienen familia y pasarán las navidades solos en la iglesia, rodeados de estatuas grotescas e imágenes colosales.

Jimin abrió sus ojos en grande por lo que Yoonji estaba relatando, sin poder creerse lo que estaba haciendo.

— Me preguntaba si podríamos ir a recogerlos y que viniesen con nosotros a cenar. —Le miró—. No me gustaría que la pasasen solos y sin la calidez de una buena familia, usted me entiende, la familia y el amor al prójimo lo es todo.

— Lo dijo Lucas en la Biblia, papá. Versículo 21:3. —Se metió Jimin.

— Amaos, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. —Añadió su madre rectificándole—. Juan 4:7.

El rubio asintió a las palabras de su madre sin estar demasiado pendiente, mirando a Yoonji.

— ¿Podemos? Ellos son siervos del señor, no podemos dejarles a lo loco ahí, a imagen y semejanza de lo que hicieron con Jesús el pueblo judío. —Aclaró, el padre de Jimin asintió totalmente convencido—. ¿A qué hora podríamos recogerlos?

Y Jimin supo que tenía que tener mucho cuidado con Yoonji cuando su padre le dijo que ellos mismos le recogerían en auto y se pasarían por el mercado para comprar más comida. Vaciló incrédulo mirando a Yoonji, quien quiso reír por cómo había funcionado su astucia. Se acercó a ella y tiró de su sudadera para llevarle a la habitación.

— ¿Me puedes decir como haremos para que Jungkook y Taehyung parezcan monaguillos? —Preguntó incrédulo—. Vamos, Yoonji, que ya tienen una edad como para seguir siendo monaguillos. Mi padre escucha la voz de Taehyung y le da un infarto del susto.

Yoonji alzó una ceja curiosa.

— Lo tengo todo planeado. —Sonrió maliciosa—. ¿Aún tienes la túnica de nazareno de cuando salimos a la procesión de la iglesia?

Jimin asintió dudoso sin dejar de mirarle, relamiendo sus labios inquieto.

— Pero teníamos doce cuando salimos, no les van a caber.

— Claro que sí. —Refunfuñó—. Tú déjame a mí, les daremos un chándal negro y la túnica que caiga hasta las rodillas, será perfecto.

Y el menor asintió, no muy confiado, pero asintió.

Así que, al poco tiempo, ya ambos se encontraban en el auto con unas enormes mochilas cargadas de prendas para los dos chicos, sonriendo en grande y sin evitar mirar al padre de Jimin, quien conducía sin percatarse de lo más mínimo.

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