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POV ________:
Tal como dijo Sarada, nos reunimos a las afueras de la aldea. El aire tenía ese murmullo nervioso de las cosas que están por romperse.
Lo que me sorprendió fue ver al Séptimo justo ahí, hablando con Shikamaru-san en la entrada. Sarada y Chouchou estaban agazapadas detrás de un árbol, quizás espiando. Quizás esperando que algo se confirme sin tener que pedirlo.
Ya sabía a dónde iba esto.
—Sarada —la llamé, sin levantar demasiado la voz.
Ella salió del escondite y vino hacia mí, arrastrando a Chouchou como quien ya no tiene tiempo para jugar a las espías.
—Me perdí en el sendero de la vida —respondí con una sonrisa pequeña y más nervios que humor.
—Bueno, no importa. Escuché al Séptimo decir que se reuniría con mi papá y...
Eso lo confirmó. La corazonada que llevaba desde la tienda de hamburguesas.
—¿Lo vamos a seguir? —dije de inmediato.
—Sí, exactamente.
Miré a Chouchou. Traía una mochila enorme, parecía más preparada que cualquiera.
—Oye, Chouchou... ¿por qué traes tanto equipaje?
Abrió su bolso con orgullo. Estaba repleto de papitas, snacks y quién sabe cuántas cosas más.
—Por si el viaje se alarga. ¿Ves? Vengo preparada.
—Claro... es impresionante —dije, porque no sabía cómo comentar el arsenal sin sonar burlona.
—Voy decidida a encontrar a mi verdadero papá —agregó, y la forma en que lo dijo hizo que no pudiera reírme—. El hombre musculoso que me salvó la vida... él tiene que ser mi verdadero papá.
Sarada y yo nos miramos. Sonreímos, sí... pero fue una sonrisa nerviosa. Como de dos personas que saben que esa travesía va a doler más de lo que parece.
Desde lejos, el Séptimo dijo "Bueno, me voy". Sarada se irguió de golpe, como si el hilo invisible que seguía se tensara de pronto.
—¿El Séptimo también va? —preguntó Chouchou.
—No, yo creo que no —dije, sin mucha certeza.
Sarada nos tomó de la mano y empezó a jalarnos en la misma dirección.
—Sarada, ¿qué pasa?
Por torpes, por impacientes, por distraídas... nos caímos las tres. Un enredo de mochilas, manos y orgullo herido.
—Eso dolió... —murmuró Chouchou, frotándose la rodilla.
—Perdón, ¿están bien? —preguntó Sarada, con algo parecido al enojo. O la urgencia.