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Dazai's pov.

-Ciao, ciao, vagabundo.

No me dio tiempo a soltarle alguna idiotez porque ya había dado un portazo que, si no despertó a Atsushi, me sorprendería. Ese enano me las pagaría, menudo dolor de espalda se me iba a quedar, por si no tenía suficiente con las heridas bajo mis vendas.

Empezaba a arrepentirme de haberme intentado suicidar, otra vez, por un motivo tan absurdo como el amor. Era patético, haber estado apunto de perder la vida por alguien que me había engañado con la primera persona que le dio lo que yo no pude darle en el momento. No deseaba estar vivo, pero por esta vez estaba agradecido de haber sobrevivido para no darle el gusto a ese estúpido alfa. Sin duda, mi prioridad ahora serían betas y omegas. Tal vez, pueda divertirme un rato en vez de desear estar muerto por la ambigüedad de mis sentimientos.

Una vez más, chisté en voz baja, puse mis manos en mis bolsillos y bajé a mi ritmo por la escaleras. No podía creerme a mí mismo de haber aceptado tan fácilmente. Jamás admitiría que me preocupaba que se volvieran a encontrar con un alfa-lo olí cuando llegué, unas feromonas así no se me escapaban de mis fosas nasales. Encontraría al responsable pronto-. En un principio, me convencí de que lo hacía por Atsushi, aún más sabiendo que ese Chuuya podía defenderse a sí mismo. Su habilidad sin duda era más que perfecta para la defensa. Entonces, ¿por qué no me fui? Esto es muy divertido, coged palomitas.

Por estúpido que parezca, el gnomo pelirrojo tenía un olor a pintura fresca perfecto para lo que necesitaba. ¿Cómo un artista como yo podía alejarse? Por tanto, no pude declinar, era un caso de vida o muerte. Tal vez.

Realmente disfruto la pintura. Mis cuadros no son más que meros fantasmas que nunca enseño a nadie. No obstante, siempre que muestro la falsedad de mis pinturas, la gente queda atónita. Yo no pude corresponder a ese pensamiento y terminé por estudiar filosofía, pese a que no me convencía. Aún así, mis pocos amigos insistían en que me centrara en el arte, pero yo no podía aceptar un cuadro que no expresara lo que yo realmente necesitaba.

Mis representaciones no se basaban en más que campos y lugares fantásticos en los que nunca había estado, copiados posiblemente de algún flashback de una película que mi cerebro recordó. Así, el arte no tiene sentido. ¿Qué estoy mostrando? ¿Qué transmito? Nada.

Es por eso que me llamó la atención. Encontrarle el gusto a algo es complicado, y no estoy diciendo que me caiga bien ese idiota, pero sí he de decir que me mantendré cerca de él hasta que termine mi nueva obra. Esta vez, tenía planeado un boceto en el que expresara el campo también, pero meterle mis verdaderas emociones de forma sigilosa.

Me dejé de pensamientos absurdos y volví a la calle donde había pasado todo. Me encargaría de encontrar a ese sujeto. Sin duda, yo ya conocía al responsable y no me hacía falta más que esperar pacientemente en el mismo lugar. Mi olor, tarde o temprano, llamaría su atención.

Así lo hice, me senté con los ojos cerrados y las piernas cruzadas encima de una pequeña escalera de mano que estaba tirada por la zona. Ya habían pasado un par de minutos y no sentía ninguna presencia. Pese a eso, no pensaba resignarme porque sabía que ahí había gato encerrado. O tal vez tigre.

Atsushi era alguien muy responsable. No se iría con cualquier extraño y no dudaría en usar su habilidad para defenderse. Mi candidato número uno a ser el provocador del celo del tigre hizo presencia por fin.

-Bienvenido, Akutagawa-dije con una sonrisa más fingida que cualquier alumno que se encuentra con su profesor en la calle.

-Dazai-san-hizo una especie de reverencia.

Dejé que el silencio llenara el ambiente, aunque eso no parecía intimidarle. Finalmente, empecé por retomar yo la conversación.

-Cuánto tiempo ha pasado-comencé-, ¿no? ¿Qué edad tenías la última vez? ¿Trece?

Hechos para estar juntos. [Soukoku/Shin Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora