Capítulo I

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POV EMILIA

Meu Deus al fin había llegado el tercer y último año de instituto. Después de tanto sacrificio -mío y de mi familia -sinceramente no veía el momento de finalizar mis estudios para expandirme un poco más. Poder mostrar los resultados de mi trayectoria... Se me iluminan los ojos de solo imaginarlo. Lo que había aprendido hasta entonces para hacer crecer mi futuro en la música realmente es maravilhoso. Todo estaba en juego. Bueno, literalmente hablando sí lo está. Mi novio Sebas, a quien conocí cuando ambos éramos ingresantes con muchísimas espectativas, me había prometido un lugar en la industria musical. Él es el hijo de la jefa de gobierno. La promesa todavía sigue en pie, pero claro, no todo es tan sencillo como suena, ya que para ello debemos continuar juntos como un dúo. Y sinceramente no lo pienso mucho, de hecho la idea me atrajo desde la primera vez que me la mencionó como si fuese un plan loco (al menos eso creí cuando lo escuché), pero estaba hablando muy en serio. Lo amo, no tengo otra cosa más que solo agradecer, entonces ¿qué mejor comenzar tu vida profesional de la mano del amor de tu vida? Mato a dos pájaros de un tiro. Simplemente todo estaba saliendo a la perfección, mejor de lo que llegué a imaginar.

Me mudé a México tras haber conseguido una beca completa en el instituto más prestigioso de toda América Latina, el Elite Way School. Cabe recalcar que la parte de la beca no la sabe nadie más que los directivos del instituto. Prometí cambiar mi vida desde que pisara suelo mexicano. Y eso hice.

Originariamente provengo del sur de Brasil. Allí la vida no era fácil, mi padre trabajaba 12 horas diarias y su pareja también. En cuanto a mi madre, ella es la Directora editorial de la revista Vogue Brasil y vive en la otra punta del país. No puedo contar más que eso ya que en realidad no sé nada más. Nos dejó a mí y a meu papai cuando yo tenía apenas siete años. Decía que aquel ritmo de vida que llevábamos (vivíamos en un pueblo tranquilo de no más de 2000 habitantes) no iba con su "onda". Ambos eran muy jóvenes cuando me tuvieron. Meu papai aún así jamás habló mal de ella, al menos frente a mí. Solía decirme -incluso el día en que me despedí de él para volar hasta México -que mi madre era una mujer talentosa y que había nacido para volar alto, como yo. Cuando era un menina la veía como si fuese la gran superheroína. Sin embargo el cuento de hadas se desplomó al comenzar a darme cuenta que no era más que una imbécil irresponsable.
Acorde iba viviendo mis años de adolescencia, mi carácter y mi personalidad comenzaron a moldear una nueva imagen de mí totalmente contraria a la garotinha callada e ingenua del pasado.

Desde el momento en que, como última chance, había intentado comunicarme con mi madre para saber si se acordaba de mi, y luego me atendió al teléfono su asistente con el comunicado: "La señora Antônia Alves jamás estuvo relacionada con una tal Emilia Alo ni desea saber nada sobre dicha señorita", aprendí que a la gente no se le debe rogar por absolutamente nada porque cuando menos lo esperas, te pisotean el rostro. Mi mente durante aquel momento de ira y vulnerabilidad llegó a imaginar con repugnancia cómo los tacones de mi madre, altos y de calidad, se clavaban hasta en lo más profundo de mi alma.
Desde ese momento... Me convertí en un verdadero hielo.

En el instituto

Una semana antes de la apertura de las puertas me senté a diagramar la bienvenida a los ingresantes del instituto. Siempre los encargados de esta fueron los de último año, y por supuesto, cómo no ofrecerme? Además, nadie haría una bienvenida tan buena como la haría yo. Por si no fuera poco, también programé una pequeñita sorpresa -bueno no tan pequeña -para los nuevos y para los demás estudiantes de todo el EWS. Ni más ni menos se me ocurrió retomar aquel acontecimiento que era motivo de verdaderas ansias -y disputas de todo tipo -para los estudiantes de generaciones pasadas. Se trata de la famosa batalla de las bandas, un competencia libre entre bandas formadas por estudiantes de primero a tercer año, que consta de instancias eliminatorias hasta llegar a la gran final. Esta, tiene como premio la grabación de un disco propio. Por supuesto, yo sola no hubiese podido orquestar todo esto, para ello conté con la ayuda de mi bello Sebas, y de la directora del instituto. Sin dudas la batalla de las bandas será un puente al plan que tenemos con mi novio. Basta ganarla y ya. Pan comido, por cierto.

Ahora bien, el punto era asustar a los de primero. Tan ingenuos llegan con sus bolsitos pensando que se comerán al mundo. Aggh.
El momento se iba acercando, los padres se retiraron poco a poco, no sin antes dejar derramadas lágrimas sobre el pavimento de la entrada, o las madres una marca de labial en las mejillas de sus hijos tras la presión del saludo de despedida. Aggh nuevamente.

Muy bien... Aquí vamos.

-Bienvenidos todos al EWS, antes conocido como Elite Way School -dije lo más entusiasmada posible tras quitarme los anteojos de sol.

-Bienvenidos todes, querrás decir -dijo un rubiecito del fondo -estamos en pleno siglo XXI, bah! Digo nomás -aparentemente un argentino y, sin dudarlo, un Colucci.

Okay Emilia, respira y prosigue.

-Bien, a continu... -no lo puedo creer, otra vez interrumpida por estos niños.

-Ou sorry. Hi! I'm from California and... -suficiente.

-No me interesa -dije colocándome nuevamente mis anteojos y retomando el paso hacia el primer salón por recorrer, no sin antes percatarme de una fragancia muy fresca que invadió mis fosas nasales tras dejar el lugar. Parecía... Cítrico. Me encanta.

-Parabéns, ya son parte del internado más famoso de América Latina. -Mencioné sarcásticamente mientras bajábamos unas escaleras -Pero lo más importante, y a lo que creo que todos vinieron -abrí las puertas de vidrio e ingresamos -el Programa de Excelencia Musical. -Inmediatamente todos comenzaron a recorrer el aula fascinados, rodeando uno por uno los instrumentos. Una chica alta, con un estilo bastante particular y atractivo -debo dolorosamente admitirlo -estaba en el fondo tocando un platillo, no puedo permitir que dañen las cosas desde el momento cero, agsh -Lo rompes, lo pagas -inmediatamente desprendió su mano de allí, no sin antes levantar su ceja izquierda incrédulamente. -¿Que le pasa!? Me fastidia cuando comienzan a desafiar a los mayores. Ya tendré momento de ponerla en el lugar que le corresponde...

Luego de dar unos cuantos sustos más sobre cuán difícil y comprometedor es estudiar aquí, dejé que se retiraran uno por uno del aula para así cerrar la puerta con llaves y dirigirnos al último lugar por recorrer.
La última por salir era la insolente toca instrumentos. Pero también... Era la dueña de aquel adictivo olor a cítrico.

Querías que todos lo supieran, no? | ENDIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora