Capitulo VIII: ¡James es mio!

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Estaba indecisa. Tan solo llevaba unos días aquí, y ya quedaría en vergüenza. ¡No era justo!

–Vamos An, tu puedes hacerlo –me apoyó Gusgus.

–¿Ustedes saben que me tengo que tirar semidesnuda al lago? –fruncí el ceño. Ellos me miraron asombrados, y James... El muy estúpido se reía.

–¡No lo puedes hacer! –gritó Abril.

–Eres una zorra –dijo Allison.

–¡Hey! No la trates así –James frunció el ceño. Ella pareció sorprendida, mientras Agustín le daba palmaditas en el hombro.

–¿La estas defendiendo? —preguntó chillando, ofendida.

–Sí, lo estoy haciendo –se dio vuelta, y me quedo mirando–. Bien, quiero ganar la apuesta.

–¿Qué apostaron? –pregunto Lucas.

–Una... –James me interrumpió

–Algo que, a ustedes, no les importa –dijo lentamente, para que nadie volviera a preguntarlo.

–Ya veo –dijo Karen riendo.

–An, a las tres empiezas. Uno... –dijo Tom.

–Dos... –dijo Agustín.

–¡Tres! –grito James riendo.

Comencé a correr como una loca desquiciada.

–¡Llevo puesta la camiseta de James! –grite.

Los chicos del campamento me miraban entre divertidos y confusos. Yo movía mis brazos de arriba para abajo y seguía gritando.

–¡Llevo puesta la camiseta de James! ¡Llevo puesta la camiseta de James! ¡Llevo puesta la camiseta de James! –cuando llegué al comedor, ya no daba mas. No había dejado de correr desde la cabaña al gimnasio y del gimnasio al comedor.

–¡No puedes parar! –gritó Agustín detrás. Seguí corriendo y entre al comedor. Todos me quedaron mirando, y estaba segura que me encontraba con la cara roja.

Me subí a una de las primeras mesas y grité con más fuerza de lo normal.

–¡Llevo puesta la camiseta de James! –bajé lo más rápido que pude y corrí de un lado al otro diciendo la estúpida frase.

–¡Vamos que tu puedes! –dijo Karen.

–¡Eres una zorra! –grito Allison.

–¡Te ves preciosa con la polera y ropa interior! –gritó un chico.

–¡Esa polera te queda muy bien! –gritó otro chico a mi lado.

–¡Sácate la polera de mi novio, zorra! –gritó una de las chicas.

–¡Yo no tengo novia! –respondió James riendo.

–¡Se va a tirar al lago en ropa interior! –gritó Tom.

¡Todos gritaban maldita sea!

Todos los estudiantes salieron corriendo del comedor. Paré, y me puse las manos en las rodillas, para comenzar a respirar con dificultad.

–Ten –dijo James. Me tendió una botella de gatorade azul–. Déjame decirte, que nunca pensé que lo harías...

–Ni yo –respondí cansada. Me tome casi la mitad de la botella.

–Había tomado yo antes –apretó los labios. Boté todo lo que tenia en la boca.

–¡Me he comido las babas de casi todas las chicas del planeta! –grité. Me miró frunciendo el ceño.

Nunca te dejaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora