Eran diez para las once de la noche y James aun no volvía. Me estaba preocupando. Si le pasaba algo, seria mi culpa. Papá había preguntado que paso después, pero yo no quise hablar y me puse a ver tele con Emma.
—Hija, deberías llamarlo —sugirió mi padre desde la cocina. Ya habíamos cenado y estaba lavando los platos.
—No lo creo —no dejaba de mirar el suelo. Me sentía mal por haberle echado la culpa.
—Esta bien —dijo resignado. Había dicho que lo llamara unas diez veces más o menos.
—¿Dónde esta James? Quiero jugar con él —dijo Emma. Venía con su pijama rosa con ositos.
—Ya llegará —asegure. Asintió y volvió a la habitación de papá.
—Iré a acostarme. Si me necesitas, háblame —beso mi frente.
—Saldré a fumar, espero que no te moleste —lo mire con una ceja alzada. Asintió.
—Ve, llévate mis llaves y el móvil —desapareció. Me levante del sillón y tome las llaves junto al móvil y los cigarrillos
Salí de la casa y cerré con cuidado. Me apresure a ir hasta las escaleras, por suerte, había una terraza en el piso cinco y no tendría que subir tanto después.
Les explicare por qué no tomo el elevador; Soy claustrofobica. Desde que era pequeña sufro de claustrofobia. No sé que habrá pasado cuando era pequeña, pero desde que recuerdo le he tenido miedo a los espacios cerrados.
Baje corriendo las escaleras hasta que llegue a la terraza. Había unas personas sentadas en las mesas y en unas pequeñas bancas. Examine todo el lugar, había cambiado un poco. El año pasado estuve en este mismo hotel con mi padre y Emma, por cuestiones de trabajo también.
Me sorprendí al ver a James conversando animadamente con una pelirroja. Debió sentir mi mirada porque me la devolvió. Nuestros ojos se conectaron por unos segundos hasta que voltee la cara. Fui hacia el lado opuesto y me apoyé en la barandilla. Saque un cigarrillo y lo prendí. Expulse el humo lentamente. Por alguna razón, fumar hacia relajarme .
Mire de reojo a la pareja que seguía hablando, pero James no le prestaba mucha atención ahora. Sus ojos estaban puestos sobre mí.
Por alguna extraña razón, me dolió verlo ahí con esa chica. No creo que hayan sido celos, pero alomejor era algo parecido.
Me hirvió la sangre por la rabia. Mi padre y yo habíamos estado preocupados por él desde que salio, y el muy estúpido estaba coqueteando con una chica. Imbécil.
Boté la ceniza junto a la colilla y saque otro más. Después de este me iría acostar. Si James se quedaba fuera, no seria mi problema.
Expulsé el humo y lo quedé mirando mientras se esparcía por el lugar. Un chico se apoyó a mi lado.
—¿Vienes sola?
—¿Me ves con alguien mas? —pregunte molesta. No me di el tiempo de mirarlo.
—¿Por qué tan enojada, Anna? —hablo el chico. Expulsé el humo y me acomode para estar frente a él.
—¿Christian? —pregunte sorprendida. No había planeado encontrármelo aquí.
—El mismo. ¿Qué haces aquí tan sola? —pregunto sonriendo. Mire su hoyuelo, ese que hace unos años me encantaba.
—Vine a jugar futbolito —dije irónicamente. Soltó una carcajada. ¿Qué hacía aquí, conversando conmigo?
—Tú no cambias —me guiño el ojo. Arqueé una ceja.
—Ni tú. Eres el mismo estupido de hace unos años.
—Así que aun te acuerdas de mí —sonrió pícaro. Agh, lo detestaba. Quería que se fuera de mi lado. Di una calada a mi cigarrillo y expulse el humo en su rostro.
—Por lastima —me volví apoyar en la barandilla y mire la ciudad. Se veía hermoso. El aeropuerto también se veía, aunque solo un poco.
—¿Qué te trae por aquí?
—Vine a visitar a Emma —hable secamente. Asintió y se apoyó junto a mí.
—¿Me das uno? —apunto la cajetilla. Se la di y saco uno.
—Es raro que no andes con la tuya —dije burlona.
Christian fue el chico que me quito la virginidad hace dos años. Fue mi novio por un año y dos meses. Arto, a decir verdad. Lo detestaba casi igual que a Allison. Y no porque fue mi novio y me engaño, sino que me dejo en el peor momento de mi vida; Cuando murió mamá. Eso nunca se lo perdonare.
—¿Aun me guardas rencor?
—Así es. No se que haces a mi lado, sabiendo que puedo tirarte desde aquí. ¿Cuántos metros serán? —me incline para mirar hacia abajo. No tenia idea cuantos metros eran desde el quinto piso hasta abajo.
—No lo harías —tiro el humo hacia mí.
—No me desafíes, Chris —lo llame como solía hacerlo hace tiempo atrás.
No lo quiero, por si lo quieren saber. Creo que nunca llegue a amarlo y a enamorarme de él.
—Estas mas linda, An. —miró todo mi cuerpo de pies a cabeza.
—¿Tu crees? —volví a prender otro cigarrillo.
—No lo creo, te lo aseguro. ¿Aun vives donde mismo? —pregunto. Asentí.
—¿Y tu?
—Vivo en el piso nueve —mencionó. Casi me atragante con el humo— ¿Estas bien? —palmeo mi espalda.
—Si —dije con voz ronca. Se me había olvidado que Christian iba a cumplir diecinueve— ¿Vives solo?
—Así es. ¿Estas en el campamento?
Él fue conmigo al campamento cuando estábamos de novios, así que lo conoce.
—Si.
—¿Emma fue contigo?
—No, por eso estoy aquí —mire lo que quedaba del cigarro. No volvería a prender otro.
—¿Por qué no fue contigo? Ustedes nunca se separaban.
—Papá lo decidió así.
—¿Te escapaste para venir a verla?
—No, un amigo me ayudo a salir —mire de reojo la mesa donde estaba James. Miraba a Cristian como si lo quisiera matar.
—¿Un amigo, o tu novio?
—Un amigo, Chris —fruncí el ceño.
—Yo también era tu amigo —tiró la colilla de cigarro hacia abajo. Lo mire por unos segundos. No había cambiado nada. Seguía siendo guapo.
—Eso era diferente.
—No lo era —me mire con una ceja alzada—. Nunca me quisiste presentar a tu familia.
—Cuando estaba dispuesta a hacerlo te largaste —sisee. Aun no superaba ese momento.
—No fue mi culpa. Papá me obligo a irme con él.
—Si tanto me amabas como decías hubieras hecho algo —esta vez hable mas fuerte.
Dos semanas después de la muerte de mí madre él me dijo que se marchaba para siempre de la ciudad. Yo le pedí que no lo hiciera, pero me dijo que no había más remedio. Se fue al otro día sin decirme adiós.
—Yo te amaba, pero no podía hacer nada —explicó. Respire profundamente.
—Eso ya pasó —saque rápido otro cigarro y lo encendí. Había venido aquí a despejarme y me encuentro con que James esta coqueteando y con Christian recordando cosas del pasado.
—Aun te quiero —fue como si tiraran un balde con hielo sobre mí.
—No lo creo. Hubieras vuelto a buscarme en vez de estar aquí —mire hacia otro lado.
—Sabía que no me perdonarías. Tenía miedo —toco mi mano. La quite rápidamente y lo mire.
—No por miedo dejas de hacer las cosas. Debes superar el miedo —dije, como si yo hubiera superado alguno de los míos.
—Fue cosa del destino encontrarte aquí.
—El destino es un asco, Christian —boté la colilla. No se si hablábamos muy lento, o yo fumaba muy rápido.
—Pero te encontré. No he tenido novia desde que me separaron de ti.
—Tus instintos carnales no lo soportarían —me estaban dando ganas de seguir fumando.
—Te espere… —lo interrumpí bruscamente.
—Ya deja de fingir, nunca te importe —saque y prendí otro cigarro. Si seguí así, me acabaría la cajetilla en menos de una hora.
—Me importabas, y lo sigues asiendo. Te amo como el primer día en que te vi —di una calada a mi cigarrillo, y cuando lo tenía en la boca me lo arrancaron.
—Seria el quinto que te fumas, no dejare que lo sigas asiendo —me arrebato la cajetilla de las manos. Me quede quieta, intentando calmarme.
—Amigo, dame la cajetilla y su cigarro —dijo Christian. James dio una calada y tiró el cigarro casi completo por la barandilla. Expulsó el humo en el rostro de Christian.
—¿Quién eres tu?
—¿Quién eres tu? —preguntó Christian quitándose el humo de la cara. Los mire a ambos. Eran del mismo porte.
—¿Puedes darme mi cajetilla?
—Ya oíste a la dama —Chris se cruzó de brazos. James lo imitó.
—¿Y a mi que?
—Dale la maldita cajetilla —murmuro Chris. La vena del cuello se le estaba hinchando. Ay no, yo no quería problemas.
—Chris, déjalo —mire mal a James. ¿Quién se creía para venir a quitarme mis cigarros?
—¿Cómo quieres que lo deje? Nos interrumpió.
—¿Estabas declarándole tu amor a Julieta, Romeo? —bromeo James. Fruncí el ceño. Maldito James, que se meta en sus asuntos.
—Conmigo no juegues, pendejo —se acerco peligrosamente a James. Me apure en pararme entre ellos.
James lanzaba fuego por los ojos, y Christian… con solo verle los nudillos blancos sabía que quería matar a James. Aunque no era el único que quería hacerlo.
—Pendejo tu —gruño James. Lo mire furiosa. Él no tendría nada que estar haciendo aquí.
—James, ¿Por qué no te vas de una maldita vez? —lo mire enojada. Frunció el ceño y apunto a Chris.
—¿Lo conoces? —Chris pasó la mano por mi cintura y tiro suavemente hasta él. James apretó los puños.
—No te pases —me separe de él—. Dame mis cigarrillos, tengo sueño y quiero ir acostarme.
—Voy contigo.
—Chris, se donde queda el departamento —hable burlona, aunque no tenia ganas de bromear precisamente ahora.
—¿En que departamento estas? —preguntó, esta vez ignorando a James.
—¿Anotas mi numero y hablamos? —asintió y saco su móvil. Dicte los números bajo la penetrante y asesina mirada de James.
—Ya esta. ¿En que departamento esta Emma?
—En el 34 —mis mejillas se sonrojaron—, del piso nueve.
—¿Y tu dices que no es el destino? —sonrió mostrando sus perfectos dientes. Mordí mi mejilla interna.
—Hablamos luego —bese su mejilla y me di vuelta hacia James—. Dame mi cajetilla.
—Voy contigo…
—O me das mi cajetilla o no entraras al departamento —advertí. Se esparció una sonrisa lentamente en su rostro.
—Tengo donde quedarme —miro a la pelirroja. Seguí su mirada y apreté los labios.
¿Cómo no lo pensé antes? Es James, él se acuesta con todas. Y yo fui una de ellas
—Esta bien —lo esquive y comencé a caminar hasta la escalera.
—An, no era para que te enojaras. Ten tus cigarrillos —dijo riendo. No me había molestado lo de la cajetilla, sino su comentario.
No, no eran celos. Me había molestado que él prefiriera acostarse con aquella chica en vez que conmigo. Y me dolió que solo me usara para tener sexo. Bueno, yo también lo había usado pero él fue el que me seducía.
—Anna —me llamo. Lo ignore y seguí subiendo la escalera. Quería llegar luego al departamento.
Cuando al fin llegue abrí la puerta y entre. Intente cerrar, pero James me lo impidió.
—¿En serio te enojaras por quitarte un puto cigarro? —gritó en un murmuro.
—¿No ibas a ir a dormir con la pelirroja?
—¿Todo esto es porque dije eso? —pregunto confuso. Le arranque la cajetilla de las manos.
—Buenas noches —iba a cerrar la puerta pero la detuvo.
—¿Estas celosa? —pregunto con una sonrisa de arrogancia en sus labios.
—Ni en tus sueños —hable con asco. ¿Celosa yo? ¡Ja! Como le gustaría.
—Anna, déjame entrar —empujo más la puerta.
—Ándate, James.
—¿Lo dices en serio? —arqueo una ceja.
¿Lo decía en serio?
—Si. Vete con la pelirroja que no creo que conozcas mucho.
—¿Y tu conoces mucho a ese tan Chris?
—Mas de lo que imaginas —fruncí el ceño. Chito la lengua.
—Se me olvidaba que conoces a muchos chicos.
—¿Qué quieres decir? —entrecerré los ojos.
—¿Qué quiero decir? Dímelo tú, que conoces mejor a los chicos.
—¿Qué quieres decir? —volví a preguntar. Sabia exactamente lo que quería decir, pero quería oírlo salir de su boca.
—¿Es que acaso no eres una fácil? —Pregunto con una sonrisa burlona—. Te abriste de piernas a mí en menos de dos semanas.
Y ahí está, lo que quería oír. Suspire y abrí la puerta hacia atrás.
—Es en la habitación de Emma, debemos dormir juntos —mire hacia otro lado. Mi pecho estaba apretado y sentía unas ganas horribles de llorar.
—Anna… —lo interrumpí.
—Cierra la puerta con llave. Iré a cambiarme al baño. Duermo al rincón, como las otras veces —y sin más, hui de ahí.
Si, huí. Ya no aguantaba las ganas de llorar. Apenas llegue a la habitación saque mi pijama. La puerta principal se cerró y corrí al baño.
—Anna —me llamo, pero cerré la puerta con seguro. Abrí la ducha para silenciar mis lágrimas.
Me habían dolido sus palabras, y mucho. Más de lo que yo quisiera. Tal vez sí estaba sintiendo algo por James, pero no lo sabía. De verdad que no lo hacía. En este tema yo era verdaderamente estupida.
Encuentro que el amor no es para mí, así que solo busco diversión de vez en cuando.
Pero nunca nadie me había tratado de puta o de fácil, y que el primero fuera James me dolía. Él no me conocía muy bien y no tenia derecho a decirme algo así. Pero ya que. Ya dijo lo que él piensa.
Fue divertido mientras duro lo… ¿Nuestro? Bueno, no había nada nuestro, solo habíamos compartido unos días y… noches.
Seque mis lágrimas con el dorso de mi mano y me mire al espejo. El maquillaje estaba corrido así que lave mi rostro. Me cambie rápido y seque las últimas lágrimas que habían caído por mis mejillas. Salí del baño y abrí la puerta de la habitación.
James estaba encorvado hacia delante con los codos en las rodillas y las manos en la cabeza. Aun con el cabello desordenado se veía hermoso, de verdad.
Camine hasta la cama y me subí para acostarme. Apenas lo logre, me tape hasta el cuello y mire hacia la pared. No tenia ganas de hablar, ni siquiera de mirarlo.
—Anna —me llamo. Lo ignore. No quería escucharlo, no quería comenzar a gritar sabiendo que mi hermana y mi padre deben estar durmiendo—. Anna, yo… —lo interrumpí.
—Quiero dormir, si no te molesta —dije lo mas suave que pude. Mi pecho aun estaba apretado y me costaba respirar. Tenía un nudo en la garganta y las ganas de llorar seguían.
—Yo no… —lo volví a interrumpir.
—Soy claustrofobica, espero que no te moleste dejar la ventana y puerta abierta —cerré los ojos con fuerza.
Le había dicho uno de mis secretos, y sin querer. Espere a que volviera hablar, pero solo abrió la ventana y —supongo que se desvistió— se acostó. No dijo ninguna palabra más.
Apreté los labios y unas gotas saladas entraron a mi boca. Estaba llorando, nuevamente. Okey, quizás si sentía algo por James y no me había dado cuenta, porque no era normal llorar tanto porque te dicen fácil, ¿o si?
Ahora solo quería dormir, luego arreglaría mis sentimientos —que no sabía que tenía— hacia James. Respiro profundamente y apreto más los ojos, para que las lágrimas acaben.
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Nunca te dejaré
Romance"James se encontraba parado fuera de la habitación. -¿Ya tuvieron sexo? -pregunto riendo. -Cállate si no quieres que te golpee -gruñí -Cálmate, lindura -levanto las manos y rió. -No me digas así -le pegue una cachetada. Mi mano ardió y pasar...