Ayer habíamos llegado en la mañana, y hoy en la noche habría una cena en familia para celebrar a la primera novia de su hijo. Tenía que arreglarme, pero mí querido novio falso estaba en la ducha y ya llevaba más de una hora ahí dentro. Me estaba desesperando porque era una cena formal, y no estaría lista en diez minutos.
–James –golpee la puerta–. Necesito entrar
–Entra –dijo riendo. Bufe.
¿Por qué se demoraba tanto? Entré y me encontré con James dándose un baño de espuma. Me cruce de brazos.
–¿Sabes que me tengo que arreglar? –pregunté enojada. Asintió– ¿Qué esperas para salir?
–Ven, métete conmigo –dijo.
–Quiero bañarme –avise.
–No pasará nada, lo juro. Estoy en ropa interior, has lo mismo —sonrió como un niño pequeño. Suspiré y me deslicé los pantalones de chándal y la camiseta.
–Como me toques, te golpeo –amenacé. Asintió y me metí frente a él. El agua estaba calentita.
–Ven, acércate –tomó mi mano y tiró hacia él.
–Se te esta haciendo costumbre eso –fruncí el ceño.
–Lo siento –sonrió. Me di vuelta, y apoye mi espalda contra su pecho.
–¿Me dirás que fue lo que paso con Frank? –su cuerpo se tenso al oír su nombre.
–Te dije que si, pero ahora, disfruta del momento –besó mi hombro. Me di vuelta para mirarlo.
–¿Qué fue eso que los separo? Tu madre hoy me dijo que eran muy unidos.
–Si que te llevas bien con mi madre –sonrió.
–Es una mujer maravillosa –asentí.
–Lo sé –cogió mis piernas, y las abrió. Quedé sentada a horcajadas sobre él y bajó las tiras de mi brasier, pero no lo saco.
–Te dije que no me tocaras –reí.
–Lo sé.
–Tú sabes mucho.
–Eso también lo sé –rió. Toco mis labios con los suyos, solo un toponcito.
–Estupido –le di un topón, al igual que él.
–También lo sé –se adueñó de mis labios en un beso tierno y suavemente.
–James –susurre su nombre. Sus labios bajaron a mi cuello y gemí al sentir sus dientes–, Como me dejes un moretón, te mato.
–Solo uno –hizo puchero.
–No –tomé su labio entre mis dientes, y apreté con fuerza. Gimió.
–Vaya Jamesito, tu si que no pierdes el tiempo –mire de donde provenía la voz. Frank estaba en el umbral con los brazos cruzados.
–¿Qué mierda haces ahí? –preguntó James enfadado. Que digo enfadado... ¡echaba humo por las orejas!
–¿Yo? Viendo una escena porno. Aunque, con esa mujer ¿Quién perdería el tiempo? –pregunto riendo. James se tensó.
–Te voy a matar, cabron –Se iba a levantar, pero lo detuve.
–No James –advertí. Frank rio.
–Ahora te mandan. Me gusta –rió–. La chica tiene agallas. Me gusta aún más.
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Nunca te dejaré
Romance"James se encontraba parado fuera de la habitación. -¿Ya tuvieron sexo? -pregunto riendo. -Cállate si no quieres que te golpee -gruñí -Cálmate, lindura -levanto las manos y rió. -No me digas así -le pegue una cachetada. Mi mano ardió y pasar...