Capitulo XV: Christian

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Me desperté por un brusco movimiento a mi lado. ¿Qué paso? Esas no son formas de despertar a alguien. Me di la vuelta y abrí los ojos. Emma y James estaban frente a mí con una bandeja cada uno en las manos.
—Te preparamos el desayuno —dijo James. Emma sonreía ampliamente. Se acercó a mi oído.
—Papá nos ayudo, y mucho —dijo con su hermosa voz. Reí y me senté. Seguro James hacia esto para que olvidara lo que sucedió ayer.
Mierda, lo que sucedió ayer. Un nudo se apodero de mi garganta y estómago.
—Gracias, pero no tengo hambre —bese la frente de Emma y me baje de la cama. Arregle mi short de pijama y fui hasta el baño.
—Anna, lo preparamos para ti —ambos me siguieron con la bandeja hasta el baño.
—Nadie los mando hacerme de comer. Tengo manos, por si no lo recuerdas —desordene el cabello de Emma y cerré la puerta. No había mirado a James  a los ojos, no era capaz.
Anoche, antes de que me quedara dormida, me había dado cuenta de que James me gustaba un poquito, solo un poquito. Obviamente no se lo diría, pero tendría que hablar con las chicas para que me ayudaran a olvidarme de eso.
Me lave los dientes y la cara. Peine mi cabello y me maquille ligeramente. No tenía pensado salir de casa así que no era necesario tanto maquillaje.
Salí del baño y fui a la habitación. James estaba ahí.
—¿Puedes salir? Necesito cambiarme —no se movió. Estaba acostado con ambas manos detrás del cuello y mirando el techo—. Olvídalo, me cambiare en el baño.
Tome mi ropa y me dispuse a salir.
—Lo que dije anoche no era cierto —lo ignore. De nada servia que ahora intentara arreglarlo,  si ya lo había hecho.
Entre al baño y me cambie rápido. Volví a la habitación y James ya no estaba. Hice la cama y ordene un poco las cosas que estaban botadas.
—¿Vas a desayunar? —pregunto mi padre desde el umbral de la puerta. Negué y seguí ordenando— ¿Pasa algo?
Volví a negar.
No quería hablar con mi padre, ni con nadie.
—Anna, dime que sucede —se cruzó de brazos, suspire y me senté en la orilla de la cama.
—Nada, papá. Estoy cansada. Anoche me encontré con un amigo y me quede conversando hasta tarde con él —dije. Asintió y me tomo de la mano.
—Tu hermana y James te prepararon el desayuno. Quiero que te lo comas todo, o estarás castigada todo el año —asentí y bese su mejilla. No tenía hambre, pero no tenia otra opción que comerlo.
—¿Y mi desayuno? —pregunte a Emma. Ella aplaudió y tomo mi mano. Ignore a James que estaba en el móvil.
—¿Te lo comerás todo? —pregunto en voz alta. Me sorprendí al oírla, siempre me decía las cosas en el oído.
—¿Quieres comer conmigo?
—Es para ti. Yo ya tome desayuno —besó mi mejilla y se sentó a mi lado. Zumo, panqueques y unas cosas más.
—Quiero compartir contigo —hice puchero. James entro y se largo a reír.
—Sabes que eso no te funciona.
—¿Y a mi que? —respondí cortante. Seguí mirando a Emma, quien sonreía divertida.
—Aun estas enojada.
—¿Por qué estas enojada? —pregunto papá. Mire a James de soslayo. Maldito imbécil.
—No estoy enojada, estoy cansada. —mentí. Emma tomo mi mano y guió hasta su habitación. James nos siguió.
—¿Podemos jugar a la casita? —pregunto en mi oído. Hice un mohín y negué—. No seas mala.
—¿Qué quiere? —pregunto James con los brazos cruzados. Lo mire con una ceja alzada.
—¿No te molesta hablar con alguien que se abrió de piernas fácilmente? —pregunte. Emma me miraba confundida. No espere respuesta y tome una Barbie.
—Te dije que yo no… —lo interrumpí.
—No quiero tus estupidas excusas. Emma, ¿Me das un vestido? —me tendió uno rosa y se lo puse. Yo ya había dado por terminada la conversación, pero al parecer él no.
—Sabes que no quise decir eso.
—Quisiste decir lo que dijiste, y ya esta. No quiero hablar más.
—¿Están enojados? —me sorprendí al escuchar a Emma hablar para todos. Supongo que James vio mi cara, porque sonrió.
—Lo hizo esta mañana.
—¿En serio? —mire a Emma. Ella asintió.
—Aun no habla mucho, pero vamos mejorando —James sonrió de oreja a oreja. Bien, creo que aquí viene la parte en que Emma me pide que perdone a James.
—¿Puedes perdonar a James? Quiero ir con ustedes al parque de atracciones —y como dije, lo dijo.
—Claro. James, estas perdonado —puse mi sonrisa mas falsa que pude. Revoleo los ojos y asintió, para complacer a Emma.
—¿Vamos? —dijo Emma, con entusiasmo. Asentí.
—Primero hay que cambiarse de ropa, pequeña. No queremos que nos mojen así, ¿o si?
—Yo iré así, me da igual mojarme —dijo James, encogiéndose de hombros.
—No te decía a ti —lo fulmine con la mirada. Emma rió y corrió junto a mí hasta su habitación, para cambiarse ropa.



Ya habíamos subido tres malditas veces a la rueda, y ya no daba más. Mi estomago estaba revuelto y en cualquier momento vomitaría, estoy segura.  James estaba igual o peor que yo, pero Emma, quien estaba sentada entre nosotros, no. Ella reía y apuntaba todos los lugares que encontraba que se veían bonito desde arriba.
—Em, me estoy mareando —dije, esperando que ella entendiera. Negó con la cabeza y le dijo algo a James, quien sonrió forzadamente.
—Vamos, hermanita. Solo esta vuelta y bajamos.
—Em, creo que tu hermana se siente mal. ¿Quieres volver a casa tan pronto?
—¡No! —chillo ella. Se puso de pie y bajo a toda velocidad apenas paró el maldito juego. La seguimos hasta un puesto de palomitas de maíz. James compro lo que ella le pidió y luego camino a sentarse a una banca cercana.
—¿Quieres algo de comer o beber? —pregunto James. Negué con la cabeza. Si comía algo vomitaría.
—¡Quiero ir al barco! —dijo Emma, con la boca llena de palomitas. James me miró y yo miré a Emma.
—Nada más de juegos, Em. Ya es tarde y debemos ir a casa —dije, sentándome a su lado. Hizo puchero y negué con la cabeza—. Lo digo en serio, nos vamos a casa.
—James, dile que no.
—Me da miedo decirle que no a Anna, Em. Sabes cómo es de mala —dijo, poniendo cara de horror. Emma rió a carcajadas justo cuando sonó mi móvil.
*Llamada entrante*
—Hola, guapa.
—¿Disculpa? —Fruncí el ceño— ¿Con quién hablo?
—Es raro que no reconozcas mi voz, An.
—Christian.
—El mismo —rió—. ¿Qué te parece si comemos hoy? Estoy ansioso por verte.
—Estas ansioso por acostarte conmigo —dije, sin dejar de fruncir el ceño.
—También, preciosa. Entonces, ¿nos vemos?
—Hoy no puedo, estoy fuera con Emma.
—¿Mañana?
—Te confirmo, ¿vale?
—Está bien. Estoy ansioso por tenerte sobre mí —dijo. Fruncí más el ceño.
—Adiós, Christian.
—Adiós, guapa.
—No saldrás con nadie —dijo la voz dura de James. Me sobresalte; había olvidado que ellos estaban a unos metros míos.
—Tú no decides con quien salgo.
—¿Era Christian, tu antiguo novio, An? —pregunto Emma, curiosa. James abrió los ojos a más no poder.
—Sí, Em —dije nerviosa—. Nos vamos, así que muevan los piecitos.
—¡Quiero algodón! —chilló Emma. Asentí y fui a comprar el maldito algodón para irnos.
Subimos a un taxi que nos llevó hasta el departamento y Emma se quedó dormida en el camino. Mi móvil no había dejado de sonar en todo el camino. Cuando bajamos, James la tomó entre sus brazos y la llevo hasta dentro.
—Voy por las escaleras, James. Nos vemos arriba —dije. Hizo caso omiso a mis palabras y me siguió hasta las escaleras—. Llegaras muerto, James.
Me ignoró y subió delante de mí. No había pronunciado palabra en todo el camino y eso era raro. ¿Qué le sucedía? Nunca dejaba de hablar. Lo seguí en silencio, quizás era mejor así.
—¡Anna! —escuche que llamaron. Voltee al mismo tiempo que James y me sorprendí al ver a Christian parado mirándome—. Llegaste temprano, ¿te parece si vemos algo en mi casa? —dijo mientras se acercaba. Trague saliva.
—Claro, iré acostar a Emma y voy —forcé una sonrisa. Le dejaría en claro que no quería nada con él y así dejaría de molestarme. ¿Por qué mierda le había dado mi número? Fue un completo error.
Abrí la puerta y papá sonrió al vernos.
—Creí que ya no llegarían —dijo divertido. James no dijo palabra y camino hacia la habitación de papá para acostar a Emma.
—Saldré un rato —dije. Papá sonrió y miro a James, quien salía de su habitación y cerraba la puerta.
—Diviértanse, chicos —nos dijo. James lo miro y respondió.
—Yo no soy el que saldrá. Buenas noches —dijo sonriendo. Papá frunció el ceño y me miro. Me encogí de hombros.
—Te dije que me había encontrado con un amigo. Llego pronto —besé su frente y salí . Respire hondo. James estaba enojado y se le notaba.
Camine hasta la puerta donde había salido Christian y toque el timbre; en menos de dos segundos ya estaba abierto.
—¿Qué película quieres que veamos? —pregunto Christian. Se notaba emocionado.
—No vine a eso —dije. Él me miró y enarcó la ceja. Sonrió y en un segundo me tenía contra la pared y me besaba.
¿Qué jodidos estaba haciendo?
Christian bajó sus labios a mi cuello y tocó mis pechos. Esto estaba yendo muy rápido y yo solo venía a decirle que me dejara en paz.
Un gemido involuntario salió de mi cuando tomó mis piernas y se puso entre ellas para luego juntar nuestras caderas.
—Christian, basta —dije asqueada.
¿Qué mierda estoy haciendo? Yo vine aquí con James y es a él a quien quiero…
—Suéltame, Christian —dije con el ceño fruncido. Lo empuje lejos de mí y él frunció el ceño—. Déjame en paz. No eres nadie para mí y quiero que borres mi número.
—¿Qué dices? —frunció el ceño. Se intentó acercar a mí y lo detuve.
—Me das asco, no entiendo como pude confiar tanto en ti —dije. Él sonrió.
—No dejas de ser la chica fácil de siempre, An —dijo, para luego atacar mis labios nuevamente. Por segunda vez, lo aleje.
Golpee su mejilla con fuerza.
—No vuelvas a dirigirme la palabra jamás —tomé el pomo de la puerta y salí. Necesitaba un cigarro.
Corrí escaleras abajo y salí a la terraza. Prendí un cigarro y admire el paisaje. Me sentía asquerosa, había estado con Christian cuando vine aquí con James. Lo dejé solo para irme con Christian. Maldita sea, si soy una chica fácil. Prendí otro cigarro y lo fume. Así estuve hasta que la cajetilla se vació y caminé hacia las escaleras para ir al departamento.
Subí con lentitud y entre directamente a la habitación. James estaba sentado en la cama con las manos en la cabeza. Me quedé mirándolo para ver si dirigía su mirada hacia mí, pero no. Camine hacia el baño y deje la puerta abierta, invitándolo a que entrara para bañarse conmigo, pero no. Lo esperé por veinte minutos y no llegó, por lo que salí y me envolví en una toalla; me cambiaria en la habitación para que James me viera.
Cerré la puerta del baño y vi a James acostado de lado, mirando hacia donde estaba yo. En cuanto me vio, se dio vuelta a la pared. Suspire. Mi plan había fallado. Deslice mi pijama lo más rápido que pude y me fui acostar.
Extrañaba a James y necesitaba su calor cerca de mí. Pase sobre él sin tocarlo y me acosté. Ni siquiera me miro, solo volvió a voltear. Apreté los labios; tenía unas horribles ganas de llorar.
¿Qué podía hacer? Hace solo unas horas me había dado cuenta de que me gustaba James. No solo eso, sino que lo quería. Sentía algo por él y solo me estaba mintiendo  a mí misma cada vez que decía odiarlo.
—¿James? —pregunte con suavidad. Él se movió lo justo para mirarme— Podrías… ¿podrías abrazarme?
Hoy era nuestra última noche juntos, pues mañana partíamos de vuelta al campamento.
No dijo nada, solo se dio vuelta e hizo lo que le pedí. Mi cabeza estaba sobre su pecho, una de sus manos estaba en mi cintura y la otra en mi hombro. Inhale su aroma y cerré los ojos.

Nunca te dejaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora