—¿Qué hiciste qué? —gritó Isa.
Habíamos llegado hace cuatro días en la noche mientras todos dormían. James no había dicho nada, ni de camino al aeropuerto, ni en el avión, ni siquiera al llegar acá. Simplemente me miró y se marchó a su habitación en cuanto llegamos. No me ha dirigido la palabra en todos estos días y recién hoy me atrevía a contarle todo lo que había pasado y también lo que descubrí respecto a mis sentimientos.
—No puedo creer que te hayas besado con Christian —dijo Karen, furiosa. Puse mis manos sobre mi rostro y grite.
—Pero… ¿y James? —pregunto Isa, confusa. La mire con los ojos llorosos. ¡No sabía que hacer! Hoy, como los días anteriores, ni siquiera me había mirado.
—¡Eres una burra de primera, Anna! —gritó Karen, salió de la habitación dando un portazo que de seguro se escuchó en todo el país.
Miré a Isa y ella solo sonrió débilmente y me abrazó. Las lágrimas salieron por si solas, mojando mi rostro y parte de la blusa de Isa.
—¿Qué le sucedió a Karen que…? —Thomas no alcanzó a terminar la pregunta cuando me vio— ¿Qué sucede, An?
Negué con la cabeza y él miró a Isa, quien se encogió de hombros para seguir acariciándome la cabeza.
—Es por James, ¿verdad? —escuchar su nombre hizo que algo dentro de mí se moviera.
Lo extrañaba. Maldita sea, lo extrañaba demasiado. Me acostumbre tanto a estar esos días junto a él que los días se me han hecho eternos.
—¿Por qué jodidos se enojaron? —pregunto Thomas. Me encogí de hombros. Ni siquiera eso sabía.
—¿Es que no es obvio? —Entró Karen a la habitación—. James está enamorado de Anna desde que la vio y los únicos días en los que logro estar con ella, lo dejó por su estúpido ex novio.
El rostro de Karen estaba rojo y me miraba con odio. Estaba realmente enojada.
—¿Qué es lo que dices? —pregunto Gus, confuso. Isa y Karen se miraron.
—James lo confesó unos días antes de que se fueran de viaje —respondió Isa. Gemí de dolor.
James estaba enamorado de mí, maldita sea.
—Le iba a confesar su amor la última noche que estuvieran juntos, la cual fue, justamente, cuando a Anna se le ocurre hacer una estupidez.
—Amor, cálmate —le dijo Gus a Karen. Ella respiro hondo.
—¿Cómo quieres que me calme, cuando esta descerebrada hace tal estupidez? —dijo entre dientes. Gus levantó las manos y me miro en forma de disculpa. Lo había intentado.
—Karen, no…
—¡Dejen de defender a la descerebrada! —gritó Karen. Comenzaron a discutir entre todos mientras yo seguía llorando.
—¿Qué le sucede a la descerebrada? —dijo de repente una voz. Todos se quedaron en silencio y yo me senté de golpe. James estaba parado en el umbral de la puerta con una sonrisa mirándonos a todos.
—James… —jadeo Isa. Todos se miraron y comenzaron a salir cabizbaja. La última fue Karen, quien antes de salir me miro y dijo:
—Trata de no cagarla de nuevo, descerebrada —y cerró la puerta de golpe. James sonrió, pero se esfumo en cuanto me miro a los ojos. Metió sus manos en los bolsillos del jeans y me di cuenta que estaba nervioso.
—Karen me dijo que era de extrema importancia que habláramos —dijo con voz normal, con la misma que usaba antes de que mantuviéramos esa “relación”.
—Yo… —no sabía que decir, no me había preparado para esto. James enarco una ceja, esperando.
—Si quieres vuelvo al rato…
—¡No! —jadee. Seque las lágrimas que quedaban en mi rostro y me hice a un lado para que se sentara. No lo hizo.
—Tengo cosas que hacer, Anna. ¿Puedes decir lo que quieres luego? —no se movió del sitio donde estaba. Apreté los labios. Su lejanía me dolía.
—Siéntate, por favor —rogué. Suspiró y lo hizo—. Gracias.
Asintió.
—Yo… no sé cómo empezar, James —dije después de unos segundos. Respire profundo y seguí—. Gracias por llevarme a ver a mi hermana…
—Si era sobre eso, descuida, no hay de que —se puso de pie y comenzó a caminar hacia la puerta. Maldición, se iba.
—James… no, por favor —pedí. Cogió el pomo de la puerta y se quedó ahí, apretándolo. Sus nudillos estaban blancos y sus ojos estaban cerrados con fuerza.
—¿Qué jodidos quieres, An? —Dijo despacio— ¿No te parece suficiente el daño que ya me hiciste?
Espera… ¿Qué? ¿Cuándo le hice daño?
—¿No te basta con todo el infierno que he tenido que pasar estos días? —me miró. Sus ojos estaban cristalizados.
—James…
—¿Por qué lo hiciste? —su voz se quebró— ¿Por qué te fuiste con él justo esa noche?
—Estas mal pensando las cosas…
—¿Mal pensando las cosas? —rió con amargura. Me odiaba, James me odiaba—. Era nuestra última noche juntos antes de volver a la mierda de siempre… esa noche era especial, An.
—Perdón —dije llorando. Me miraba con asco, con odio, con rabia. James me odiaba.
—¿Perdón por qué? —Dijo sonriendo— ¿Por irte con tu maldito ex la noche en la que me declararía?
Jadee.
—James… —no me dejó hablar.
—Te tenía una sorpresa, An —sus ojos ya no aguantaban—. Tenía toda la puta habitación llena de cosas —cayó la primera lagrima—. Después de tanto tiempo me volví a enamorar —cayó la segunda lagrima—, y me hiciste mierda. Me destruiste por completo —cayó la tercera lagrima.
Ambos estábamos llorando, yo más que él. Ambos sentíamos el mismo dolor. Ambos sentíamos el mismo amor.
No me había puesto a pensar en lo que sentía James, solo pensaba en mí. No pensé en cómo se sintió en ese momento, todo lo que tuvo que haber pasado por mi culpa, todo el dolor que le cause. No me había puesto a pensar en lo que sentía por él… sí, sentía cosas por James, pero… ¿de que servían ahora? Él me odiaba y yo no podía hacer nada.
—Perdón —volví a repetir. ¿Qué más podía hacer?
—¡Te acostaste con él la noche que…! —Guardó silencio—. Te acostaste con él, cuando en ese momento tenías que haber estado en mis brazos, escuchando cuanto te quería y cuanto quería que estuviéramos juntos. Escuchando el futuro que tenía para nosotros, An.
—Yo no… no me acosté con él —aclaré por fin. Pareció creer por unos segundos.
—Fui a buscarte, An —su sonrisa era triste—. Fui a sacarte de ese maldito departamento para que fueras a ver lo que te tenia… te anhelaba en ese momento.
—No me acosté con él —volví a repetir. Soltó una carcajada amarga.
—Te oí gemir —aclaró.
Jadee.
—Te lo juro, James.
Me quedó mirando por unos segundos, minutos, tal vez horas… ninguno dijo nada, ninguno se acercó al otro, solo nos mirábamos.
—Te lo juro —volví a repetir.
Caminó con lentitud hacia la cama y se sentó unos metros lejos de mí.
—¿Qué fue lo que pasó? —tenía la vista en el suelo y los codos apoyados en las rodillas.
—Me besó —apretó los puños—. No lo seguí, James. Yo solo había ido para decirle que dejara de enviarme mensajes y que no quería saber nada de él… pero me tomó por sorpresa y comenzó a besarme el cuello y… solo fue el gemido involuntario.
Quería acercarme; necesitaba acercarme. Lo extrañaba demasiado, quería apretarlo entre mis brazos y no soltarlo jamás.
—Te juro que no pasó nada mas —no me miraba—. Intentó besarme de nuevo…
—Y ahí perdiste el control —dijo con voz fría.
—No —trague saliva—. Le di una cachetada y salí de ahí. Me fume una cajetilla entera pensando en cómo te diría que te quería a ti. No me creerías después de haberme ido por horas, por eso solo te pedí que me abrazaras.
—Esa noche no dormí —aun no me miraba—. Te observé toda la noche dormir, sentí como me apretabas y me decías que no te dejara…
Me miró.
—No quería dejarte ir jamás, An… pero no me quedaba más opción que alejarme de ti y… no pude.
—No te alejes de mi —solloce—. Perdóname, juro que no volverá a pasar algo así. Juro que nunca te dejaré. Quédate conmigo.
—Nunca te dejaré, An.
Me tiré a sus brazos y él no dudó en cogerme entre ellos. Me apretó y beso el rostro como si su vida dependiera de ello. Lo apreté contra mí y besé sus labios con desesperación.
Lo quería, quería a James y no lo negaría. Me hacía sentir cosas que nunca nadie me había hecho sentir.
Pasaron minutos en los que ninguno dijo nada, solo estábamos en los brazos del otro.
—¿Nos acostamos? —preguntó. Asentí y nos pusimos de pie para meternos entre las sabanas así, como estábamos. Apoye mi cabeza en su pecho y él me abrazó.
—Perdón, James.
—Estoy enamorado de ti, Anna —dijo James, besándome la frente—. Quiero estar contigo —Sonreí.
—Lo estaremos, lo juro.
—Eres mi universo, An. Eres el amor de mi vida.
ESTÁS LEYENDO
Nunca te dejaré
Roman d'amour"James se encontraba parado fuera de la habitación. -¿Ya tuvieron sexo? -pregunto riendo. -Cállate si no quieres que te golpee -gruñí -Cálmate, lindura -levanto las manos y rió. -No me digas así -le pegue una cachetada. Mi mano ardió y pasar...