5.- Un alfa y un rey.

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2 años después...

Luego de adaptarse perfectamente a la manada, y convertirse dignamente en un guerrero berserker, Sven convivió con ellos por dos divertidos años. Era inmune ante el sabor de la cerveza, soportaba divinamente el efecto del hongo psicoactivo, y nunca perdió la valentía y la fuerza al luchar.

Aprendió como es la forma de vida de un salvaje que vive en el bosque. Sin preocupaciones, sin tareas domésticas, sin política, y sin crueldad. Congenió con sus acompañantes de la manada, incluso adoptó el humor de Loki y a este ya le caía bien.

El alfa Einar y su pandilla, gozaron de realizar travesías y causar estragos en el reino, como de costumbre. Disfrutaron cazando animales; en especial los depredadores salvajes, los cuales eran un gran desafío y transformaban los encuentros en espectáculos. Entre ellos mismos, competían por quien aguantaba más, por quien ingería más hongos; o por quien era más resistente en una lucha brutal cara a cara.

Sin embargo, lo más importante que distinguía una travesía berserker, era asaltar las aldeas y los condados. La manada de Einar invadía las diversas aldeas alejadas del reino para robar su comida, sus armas, y asesinar a todos los habitantes; y si un valiente hombre se oponía, lo derrotaban por deporte.


 De pronto, al aclamado rey Harald "cabellera hermosa" le pareció sospechoso los notables reclamos de sus ciudadanos al advertir de un fenómeno cruel que asesinaba a una aldea entera. De tantos conflictos políticos, Harald decidió darle prioridad a los estragos que un enemigo estaba causando en su reino.

Luego de eso, Jorgen, el jefe de la aldea, visita al rey. Al hacerlo pasar, Harald reconoce una cara amiga y se reencuentra con un viejo compañero.

—¡Jorgen! —vociferó feliz de verlo.

Jorgen trataba a su amigo como si no fuera uno de ellos, sino más bien como su rey. Se postró ante la imagen del primer rey de Noruega y se dirigió a él lo más decoroso posible. Pero Harald quería saber cómo había estado y asegurarse el bienestar de su aldea.

—¿Por qué nunca me llamaste? —expresó triste Jorgen.

—Estuve muy ocupado, mi buen amigo. Pero tú sabías perfectamente que me podías visitar cuando quieras.

—¿Y qué sucedió en aquella batalla contra Dinamarca?, creí que sería parte de tu ejército.

—¡Jorgen —Harald creyó que le hablaba honestamente—, pero mira lo gordo que estás! —río burlonamente.

Jorgen le siguió la corriente y lo acompañó en su propia humillación. Y luego Harald quiso saber el motivo por el que vino.

—Creo que sé de donde provienen todos estos altercados sospechosos —notificó. El rostro alegrado de su amigo cambió radicalmente a una cara de preocupación y confusión—. Pero quisiera pedirte un favor.

—¿Cuál? —cuestionó demasiado serio.

—Quiero que incluyas a mi hijo Björn en tu grupo de mejores guerreros. Es el más fuerte de la aldea y fornido.

—No lo dudo, en tus mejores momentos eras un guerrero bastante grande y musculoso. De acuerdo, veré que puedo hacer. Pero dime ahora quienes son los culpables —exigió.

—Un grupo de salvajes del bosque, señor. Un par de veces altercaron nuestra aldea.

—¿Salvajes del bosque? —replicó confundido—. ¿Cómo los berserkers?, creí que eso era un mito. ¿Por qué me lo ocultaste, Jorgen? —cuestionó enfadado.

La Senda SalvajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora