La visión del destino (Bruno x OC)

Capítulo 6. Esperanza

La mañana trascurrió rápidamente, y como Mirabel prometió, Luciana y Pedro fueron presentados a todos en el Encanto. Más bien, Pedro fue saludado por varios de sus antiguos amigos quienes se alegraron enormemente de verlo, también lo abrazaron y le agradecieron por su sacrifico. Ambos extranjeros fueron presentados a prácticamente todo el pueblo, sin embargo, mientras a Pedro lo recibían con los brazos abiertos por ya haberlo conocido, Luciana era observada con sospecha por dos cosas, no ser conocida de nadie y ser una mujer con vestimentas de hombre, algo muy extraño para los demás. Por otro lado, también era admiraba por un pequeño grupo de jóvenes como ella, principalmente por ser una novedad ante ellos, cosa que incomodaba a la joven. A pesar de eso, ella lo ignoro y durante todo el día se la pasaron conociendo personas y ayudando a las decoraciones para la celebración del día siguiente, la fundación del Encanto.

Luciana se mantuvo al lado de Isabela y Mirabel, con ambas había formado una conexión inmediata, tal vez porque una la había ayudado cuando lo necesito y la otra le había dado la bienvenida cálidamente, buscando no alterarla más de lo que ya estaba. También se sintió cómoda con Julieta, Agustín, Félix y Pepa, aunque los últimos estaban exaltados con ella. Luciana no comprendía la razón, pero lo dejo pasar ya que ellos eran agradables. También conoció a Antonio, y el pequeño fue tan dulce con ella que rápidamente ganó su corazón.

-¿Tú eres mi nueva prima?- Fue lo primero que el menor preguntó después de contarle todo y presentarle a su abuelo.

-Ahm... se podría decir que... pues, técnicamente... ah. Sí, soy tu nueva prima, jeje - Declaró con nerviosismo, y tan pronto como terminó el pequeño se acercó y la abrazo con fuerza – Apenas te conozco y ya te quiero.

Eso derritió el corazón de la joven y le correspondió el abrazo con fuerza. 

En la actualidad, ya era tarde y todos regresaron a la casa Madrigal. El cansancio era palpable para todos, y tan pronto llegaron al patio, Mirabel guio a su nueva prima a su antigua habitación, donde le dieron un conjunto limpio de ropa y pijama. La mayor observó cada una de las prendas y se sorprendió de ver un pantalón. Observó a la menor haciendo una pregunta silenciosa.

-Le pedimos a nuestra costurera que te hiciera un pantalón, pensamos que no te gustaría usar una falda larga, je... al principio se indignó y enojo, pero logramos convencerla de que lo hiciera – respondió con nerviosismo.

-Muchas gracias. Eso fue... muy considerado – le sonrió.

-Bueno... ya me voy, ya sabes... debemos de levantarnos mañana para terminar los últimos preparativos y pues... mañana te van a dar otro conjunto para la fiesta... así que... buenas noches – La menor se dirigió a la salida hasta que fue detenida por la mayor.

-Mirabel, sé que probablemente te meta en problemas, pero... no me importaría si mañana uso un vestido en la celebración – La de anteojos sonrió, chilló y saltó de alegría.

- Perdón, perdón. Es que, te verás muy bonita. Bueno... buenas noches.

- Buenas noches Mirabel, y gracias.

Luciana se quitó su ropa sucia para después colocarse los pantalones y la camisa de pijama. Después, se recostó en la cama observando el techo, sin embargo, los pensamientos no dejaban de taladrar en su cabeza sin dejarla dormir. Si bien los Madrigal habían sido muy amables con ella, se sentía incomoda con el resto del pueblo, y la presión en su pecho por el miedo se incrementaba al pensar que nunca sería aceptada por ellos. Resopló con fuerza y decidió caminar por la casa. La noche era iluminada por la luna y algunas linternas en el patio; el aire era fresco, pero sin ser lo suficientemente helado, y los grillos cantaban una dulce melodía para su corazón. Por primera vez en años, no sentía miedo de merodear sola en la noche, ni tampoco de que la descubrieran. Sonrió con tristeza mientras caminaba hacia la cocina, después de todo, "las penas con pan son buenas", ¿no?