Capítulo 13. Una nueva vida

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Las mañanas trascurrieron de forma rápida para los Madrigal, el ambiente de alegría no podría ser más fuerte alrededor de casita desde la boda del menor de los trillizos. Tantas cosas han pasado que sería imposible señalar todas ellas, pero tratare de mencionarles las más importantes. Mirabel ha incrementado sus habilidades de liderazgo gracias a sus abuelos, por lo que estaba muy ocupada resolviendo problemas de las diversas familias; por otro lado, Isabela estaba ayudando a su madre en la creación de plantas medicinales, mientras que Camilo se mantenía alejado de todos para practicar sus gestos y modificar sus caracteristicas fisicas sin cambiar completamente de apariencia a una persona en específico. Luisa, Dolores y Mariano eran voluntarios en una nueva escuela que estaban construyendo para los niños. Antonio ayudaba a su tío en el taller que ahora se encontraba en la casa Madrigal, pues el antiguo vidriero se había jubilado y ahora era el trabajo a tiempo completo del mayor. Finalmente, el resto de los Madrigal ayudaban en la cosecha de la temporada, que afortunadamente había dado muchos frutos para los siguientes meses.


En la parte trasera de casita, Isabela estaba en su séptima creación mientras Julieta apuntaba y revisaba cada una de las plantas para catalogarlas y próximamente experimentar con ellas.

-Muy bien – empezó la mayor mientras terminaba de escribir – Ahora sigue insomnio, ¿puedes crear alguna planta que ayude a relajar los músculos o a dormir?

-Déjame intentar – La morena se concentró mientras se estiraba para crear una planta, sin embargo, conforme crecía de tamaño la joven perdía poco a poco el control – Oh no, ¡AL SUELO!

Algunas flores de la planta explotaron para después soltar pequeñas esporas, las cuales cayeron en varias personas como proyectiles.

-¡Por Dios!, debemos avisar a los demás – exclamó con preocupación Julieta, corriendo lo más rápido que podía para ir a buscar a la Alma y a Mirabel.

En otro lugar, Bruno se concentraba en hacer un espejo para una de las familias del pueblo, mientras que Antonio solo observaba fascinado a su tío y hablaba con sus animales. Ninguno de ellos escuchó la conmoción que transcurría fuera de la habitación.

- ¡Oye tío! – exclamó el menor dejando de acariciar a una de las ratas, el trigueño soltó un pequeño "¿sí?" dando a entender que lo escuchaba – ¿No vas a volver a tener visiones?

Al escuchar eso el mayor dejó sus herramientas y lentes para responder, intentado no mostrar nervios.

-La verdad no, no me gustaría volver al mismo patrón de que me pidan una visión del futuro y luego se enojen conmigo por algo que no les gustó.

- ¡¿Y si es una emergencia?! – gritó con un poco de temor, asustando a algunos animales.

-Tranquilo Antonio, - empezó para después cargar al niño, que ya no era tan niño y darle vueltas para que sonriera - mi don a veces aparece sin yo quererlo, por lo que si es una emergencia de seguro ahí lo veré, y en caso de no tener ninguna visión, pues nuestra familia tiene dones muy peligrosos que se pueden usar como armas. Así que no te preocupes.

El mayor dejó en el suelo a su sobrino, quién rápidamente cambio de tema y siguió jugando con las ratas. A pesar de eso, su mente estaba en otro lado, recordando lo que habia pasado unos días atrás. Esa noche, él y su esposa estaban agotados por sus respectivos trabajos, por lo que tan pronto como se recostaron en la cama cayeron en un profundo sueño. Y a pesar del agotamiento, entre sueños el don de Bruno se activó, la arena se elevó y giró alrededor de ellos mientras Bruno veía a su esposa en cama gritando por dolor. Con eso finalmente logró despertarse, soltando un gritó llenó de pavor, que también despertó a su esposa. Ella rápidamente abrazó a su pareja y lo consoló el resto de la noche, él negándose a revelar lo que fuera que lo asustó tanto.

La visión del destino (Bruno x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora