Verdades Ocultas {Lazos de sangre 2}

8

Rebecca

El doctor salió apresurado de la habitación y James solo se quedó parado sin decir nada, pero su rostro es todo un dilema.

-James, ¿Podrías decir algo? Me tienes con un maldito suspenso como si hubiese hecho algo malo y me vas a regañar.

-¿Qué quieres que te diga? Eres una diosa y consumes sangre humana, ¿Así de hipócrita eres?.

-Primero que todo, que sea mitad diosa no quiere decir que deba ser una santa y segundo, llevo una dieta de sangre animal, es más seguro así, digo, para los humanos.

<<Lo lamento animales, los amo pero no me quiero morir>>.

-No es que seas una santa, Rebecca, pero...

-¿Pero qué?- Me levanté de la cama y caminé hacia él- ¡¿PERO QUÉ?!, aquí el único hipócrita eres tú, me viste, viste todo de mi y ahora ¿me estás juzgando? No me jodas, James, confié en ti.

-No te estoy juzgando, solo estoy preocupado por ti, eso es todo.

-Vaya forma la tuya- bufé y me fui a sentar al sofá.

Me quedé mirando la hermosa vista por el balcón y me perdí en mis pensamientos. Es increíble como una persona puede llegar a tratarte luego de saber algo oscuro de tu ser, todos aman las lindas caras, pero luego que te muestras como realmente eres, se arrepienten y te dejan.

Ted entró a la habitación y me pasó unas cinco bolsas de sangre y se retiró. No recuerdo bien cuando fue la última vez que bebí sangre humana o de algún ser sobrenatural pero no me queda de otra.

James se acercó a mi y se sentó en uno de los sillones y solo se quedó en silencio mientras me observaba.

-Rebecca... realmente lo siento, estaba algo aturdido, verlo a través de una esfera no es lo mismo que verlo frente a frente.

Me reí- ¿Y? Si crees que me vas a venir a dar una charla de redención o que tratarás de meterte en mi mente para saber porque lo hago, ni lo pienses.

-No pensaba hacer eso, yo solo...

Oh por dios. Casi dejo caer la bolsa cuando me di cuenta, él no me está juzgando, no está molesto ni quiere hacerme cambiar de opinión... Él también quiere, él quiere sangre.

Me acerqué a él sin decir ni una palabra, puse un poco en mi dedo y se la enseñé, me miró aturdido, se podía sentir a kilómetros su sed, es lamentable, pero esto es algo que llevamos en la sangre, no podemos ir en contra de nuestra naturaleza y mientras más dures para aceptarlo, más fuerte te pegará.

Deslice mi dedo por sus labios y aunque se quedó quieto unos segundos, como si tratara de resistirse, lamió sus labios y la saboreo, apretó fuertemente los ojos y al abrirlos estos se habían tornado rojos, jadeó y pude ver sus colmillos.

No pude evitar reírme- ¿Quieres más?.

-Por favor- Se rió.

Le di una de las bolsas pero sabía que no sería suficiente, así que llamé a unas empleadas.

No entraré en detalles de lo que sucedió después, pero si les puedo asegurar que nadie murió. Las chicas suministraron todo lo que pudieron, luego yo las sané y borré sus memorias.