Verdades Ocultas {Lazos de sangre 2}

24

Rebecca

—Wao, es hermoso.

Valeria nunca había salido de Alemania, así que decidimos venir en avión para que ella pudiera admirar los paisajes.

—Ponte el cinturón, ya te lo he dicho mil quinientas veces.

—Déjame en paz, Rubio teñido, sé cuando debo ponerme el cinturón y cuando puedo quitármelo.

—¿Como me dijiste?.

—Tranquilo.

Me reí y lo tomé del brazo para que se volviera a sentar.

—¿Por qué aceptaste que ella viniera?.

—Sabes muy bien porque Uriel lo sugirió— le sonreí.

James no dijo nada y se cruzó de brazos.

Yo decidí ignorar sus pequeñas peleas hasta que llegamos.

—Tengan cuidado, se pueden resbalar.

Al bajar del avión Cleo consiguió un vehículo para transportarnos al hotel donde estaremos.

¿Suiza es bonito? Realmente si, pero he visto tantas cosas impresionantes y tantas ciudades, que realmente ya todo se siente igual.

Nos tomó alrededor de 1 hora y media llegar al hotel y ya instalados pudimos descansar un poco.

—Hay que esperar a mañana para poder ir a la librería.

—¿No podemos ir hoy?, tal vez podemos dar una vuelta y familiarizarnos con el vecindario.

—¿Puedes permitirte esa caminata?.

—Cleo, estoy bien, ¿no me ves?— Le sonreí.

—Te ves cansada.

—Eso es porque lo estoy, no te mentiré, realmente estoy cansada, pero no es para tanto.

Les avisé a los chicos y salimos.

El hotel queda como a 15 minutos de la librería, así que tuvimos que irnos en auto y aparcar cerca.

El área es preciosa, hay muchos puestos de distintas cosas, café, flores, libros, dulces, joyas. Hay un parque bastante grande que llamo mucho mi atención.

¿Por qué siento que ya he estado aquí?.

Entramos a un café, pedimos nuestras bebidas y salimos a caminar nuevamente.

Está demás decir que aquí hace muchísimo frío, no es paralizante, pero si como para salir bien abrigado.

Repentinamente escuché un susurro y me detuve, me giré y me quedé mirando el parque.

Es extraño, no tengo ninguno de mis poderes activos, ¿Qué rayos acabo de escuchar?.

—Rebecca, no te quedes atrás.

Cleo gritó sacándome de mis pensamientos.

—Si, ya voy.