Capítulo 5. Hora de pasar página

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Kirishima

Pese a que la idea ya se había asentado lo suficiente como para que quemara cada vez menos al recordarlo, aún repercutía.

Y Mina, al verme en este estado cuando conversábamos por videollamada o venía a visitarme, hacía lo que podía para animarme, hasta que un día, explotó.

– ¡No puedes seguir así! – arrojando la almohada que me servía como escudo en el suelo. – ¡Ellos están juntos y no puedes hacer nada al respecto! – Se escuchaba dolida. No por el enunciado, sino por mi negativa a admitir que... tenía razón. – Debes aceptar que estén juntos.
– ¡Es muy fácil para ti decirlo!
– ¿Por qué te cuesta tanto sentirte feliz por ambos? Bakugou es nuestro amig–
– ¡Sí, y es justo eso lo que me duele! ¡Que sólo seamos eso!
– No puedo seguir con esto. – Tomando el pivote para irse, y con ella, entonces entendí que se iría todo mi apoyo.
– Mina... Sólo necesito más tiempo – ¿Cuánto más? Dentro de poco iniciaría el nuevo año, y no tenía la menor idea de cómo les haría frente. Ni siquiera he sido capaz de responder los mensajes que Bakugou me ha dejado las últimas dos semanas.

Solo las prácticas con FatGum y Tamaki–sempai han logrado distraerme, pero, cuando no estaba haciendo mis labores heroicas, una inmensa soledad me invadía al pensar en él.

– ¿Qué harás cuándo los veas tomados de la mano? – Volteándose para verme directamente. – ¿...Cuando pasen tiempo juntos en el dormitorio o los pasillos; cuando se demuestren lo que sienten el uno por el otro? – Mi mano la soltó y nuevamente lágrimas hacían sentir mis ojos pesados, adoloridos, incómodos.
– Sé que no puedo seguir así... sólo... – me encantaría tener las palabras que no solo la convencieran a ella, sino también a mí de que, eventualmente estaría mejor.
– Quizás necesites salir de estas cuatro paredes – Tomando mis manos. – Encendamos algunos fuegos artificiales en la colina. Sero, Kaminari, tú y yo. Solo nosotros cuatro. – Como siempre, Mina era quien nos mantenía unidos.
– De acuerdo. – Acordé, aún titubeante.

La tarde del día siguiente, nos detuvimos en el centro comercial en el que un año atrás los cuatro habíamos pasado una tarde inolvidable, los 5, sin nadie más, siendo nosotros mismos mientras comprábamos los suministros.

– ¡Mira Sero! ¡Ya salió la segunda versión de Hollow Knight! – Kaminari parecía niño en dulcería
– ¡¿En serio?! – Y Sero no se quedaba atrás.
– ¡No se demoren! – Intentó advertirles Mina, pero ya estaban dentro de la tienda de videojuegos.
– Tenías razón, salir me ha hecho sentir mejor.
– ¡Mi plan va por buen camino! – dando un salto – Aunque si ese par no regresa, se nos hará tarde. ¡Vuelvo en un momento! – dirigiéndose a la tienda llena de luces a la que Kamibro y Serobro habían entrado unos minutos antes.

Mirando alrededor, la gente caminaba sin prisa, todo gracias al patrullaje constante de los héroes en turno. Parece mentira que en estas mismas calles nos escabullimos poco después de rescatar a Bakugou... Tengo que comenzar a pensar en él de otra forma, pero todo me recuerda a él.

A lo lejos, incluso alcancé a ver el arcade donde él y yo pasamos una de las mejores tardes que jamás he tenido...

Dejando escapar un suspiro, mi alma parecía desvanecerse con el vapor mientras me sentía anclado al concreto. ¿Cómo se supone que lo sacaría de mi mente, si lo veo en cada sitio al que voy?

– Lamento hacerte esperar, Kiri – Mina tenía ajustados a cada uno de sus lados a ambos chicos que apenas podían sostenerse, debido a la diferencia de altura, en especial Sero. – Pero estos dos no dejaban de perder el tiempo.
– ¡Hollow Knight vale cualquier espera! – aclamó Kamibro con el estuche del juego en una de sus manos, aferrándose a él como si fuera un trofeo.
– ¡Bien dicho, amigo! – dijo el más alto, chocando sus manos frente a la rosada
– Y pensar que esto es lo que Bakugou siempre tiene que aguantar – se lamentó dejándolos ir, mientras continuábamos nuestro camino.

La forma tan casual con la que la dijo me recordó en efecto que, dependía de mí que las cosas volvieran a ser como antes.

– ¿Kiri?

¿Podré volver a ser cómo era antes?

– ¿Kiribro?

Quisiera tener alguna respuesta...

– ¿Kirishima?

¿Qué haré cuando los vea...?

– ¡Eijiro Kirishima!

– ¡¿Era necesaria la descarga, Kaminari?!
– Parecías estar en otra dimensión. – Frente a mí, alejándose un poco, sin apartar la mirada.

No quería preocuparlos.

– Kamibro tiene razón, Kiribro. – Envolviendo su brazo en mi hombro – Te estábamos llamando y no respondías. ¿Acaso tienes hambre? – Daría lo que fuera para que mis problemas se fueran con un gran Kakuni.
– ¡Sí! ¡Vamos por algo de comer! – Revoloteó nuevamente Kaminari – ¡Quiero Hamburguesas!
– ¡Hamburguesas! ¡Hamburguesas! ¡Hamburguesas! – y así, ambos marcharon al compás de su enunciado.
– Imagino que no quieres volver a verlos preocupados por ti – Mina, ahora igualaba mi ritmo
– No... – Y de alguna forma, tengo que hacer para que no se repita.

Tras ver una competencia de quién comía más hamburguesas y que, pese a su complexión, fuese Kamibro el vencedor, nos dirigimos a nuestro último destino.

Llegamos a una de las colinas en los alrededores de la ciudad, desde donde se podía ver su vasta expansión. El ocaso en el fondo hacía aún más visibles las luces que emanaban de la pirotecnia.

Los cuatro estábamos jugando con ellos, viendo cómo los colores al hacer combustión cambiaban haciéndolos parecer estrellas en tierra.

Fue en estos momentos, en los que estábamos compartiendo de la compañía del otro, que, en efecto, sentí la ausencia de Bakugou, no por mis sentimientos hacia él, sino por su sola presencia, su carácter, e incluso, su ceño fruncido, que nunca le impedía pasar tiempo con nosotros.

Pensar que esto terminara, me hizo extrañarlo aún antes de que la idea de que esto no se repitiera fuera posible. En definitiva, no quería que nuestra amistad se quebrara.

– Lamento haberte preocupado tanto, Mina. – Pasándole un vaso con chocolate caliente.

Kamibro y Serobro estaban terminando de jugar con la pirotecnia restante.

– Me importas demasiado como para dejarte de lado, Kiri – sonriendo, para luego dar un sorbo a la bebida humeante. A este punto, mis ideas estaban más definidas.
– No puedo asegurar cuánto tiempo tardaré, pero, te aseguro que no pondré nuestra amistad en peligro por mis sentimientos. – Afirmé, queriendo que esta ahora fuera la consigna que me permitiera sentirme mejor eventualmente.
– Tampoco quiero que sientas que no me importa cómo te sientes – fijando sus ojos en la bebida oscura – pero desear que a quien quieres, esté feliz, aún no sea contigo, es también una expresión de afecto. – Fijando sus ojos en Sero, bebiendo rápidamente de un sorbo a su bebida caliente, exhalando con ímpetu, como si hubiera consumido el más potente de los sakes. – ¡Quiero que vuelvas a ser ese Kiri sonriente que apoya a sus amigos sin importar qué! – Anunció, tan animada como siempre – Después de todo, el Bakusquad no está completo sin ti.

Ya lo sabía, pero, que me lo dijera, realmente me quitó un peso de encima. Pero debo diferir, yo no estaría completo sin el Bakusquad.

– Iré por los chicos para irnos. – Yendo a dónde estaban el par.

Realmente me hacía falta salir, me sentía mucho más ligero.

El suspiro que dejé escapar me lo confirmó, al tiempo en que escuché el tintinear de mi celular.

"Hey, idiota. Espero estés bien."

Y así, esa noche, después de tantas, pude sonreír a la pantalla tras ver el nombre del remitente, no sin que una lágrima la humedeciera un poco.

Aún me sentía ansioso para cuando regresamos a los dormitorios, dos semanas después. Mi nerviosismo era ineludible cuando al fin decidí hacerlo.

Sabía que debía iniciar de algún modo.

– Bakugou, – Pero, ¿qué tan fácil sería del dicho al hecho? – ¿Podemos hablar?

Eres Importante Para MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora