Capítulo 26. La suerte está echada

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Midoriya

Mucho había pasado desde la misión en la que estuvimos, y decir que las cosas en mi vida ahora eran una especie de montaña rusa, no sería una exageración.

Estaba infinitamente feliz con Urara–, digo, Ochaco. Sí, aún tenía que acostumbrarme a llamarla por su nombre de pila, aunque debo admitir que se veía realmente tierna haciendo un puchero cuando lo olvidaba. Sin embargo, pese a que estaba habituándome a pasar más tiempo a solas, lo que me encantaba por mucho, me encontraba en la contradictoria situación de no saber qué decir, hacer o cómo actuar.

Mi experiencia en esto era totalmente nula, al igual que a de ella, pero de alguna forma, encontrábamos la manera de disfrutar nuestro tiempo juntos a solas.

Por otro lado, era incómodo estar desentendido de las afueras de la academia, sin saber cómo continuaban las investigaciones del villano del agua.

Desde la reunión que tuvimos con el Prof. Aizawa, no habíamos conseguido más información. Esperar se estaba convirtiendo en algo tedioso. Era como estar atado de pies y manos.

Entiendo que, por nuestra falta de experiencia, no se nos permita participar en las misiones, y debido a la rigurosidad y hermetismo con el que se ha estado manejando la CSP, poco o nada transmitía en los medios, mientras los héroes profesionales se encargan de hacer una búsqueda furtiva para encontrar al responsable de los aún vigentes estragos.

– Un villano capaz de matar a distancia... – mis ojos estaban clavados en un punto en el suelo
– ¿Dijiste algo, Deku? – Ella se inclinó para acercarse a mí, y mis nervios volvieron a estar en mi contra.
– ¡N–no es nada! – Sentándome erguido
– Aún sigues muy distraído. – Sintiendo sus dedos recorrer mi cabello, lo que era muy agradable. – ¡Serás un buen protagonista! – Mostrándose tan animada como siempre.

Eso me recordaba que, a pequeña escala, o eso espero, el caos parecía ser un miembro silente listo para presentarse a escena en cuanto algo saliera mal.

– ¡Deku! – sus palmas apretaban mis mejillas. – Volviste a poner cara de preocupación. – Ahora, tomó mis manos entre las suyas, procurando dejar sus meñiques levantados. – Cuenta conmigo en lo que necesites. – Debía mantener mis emociones al margen si no quería preocuparla.
– Lo haré. Supongo que es normal que esté nervioso por la obra. – Y, en parte, era cierto, pero una vez terminada la obra, ¿qué otra excusa me veré obligado a usar para no preocuparla?

– ¡Ustedes dos, dejen de dar asco y acabemos con el maldito ensayo! – Kacchan gritó tan fuerte, que es probable que haya sido escuchado incluso en la oficina del director Nezu al otro lado del campus.

Ochaco frunció su ceño, pero al sentir el agarre de mi mano mientras la invitaba a levantarse, su expresión volvió a relajarse.

Supongo que, por ahora, debía concentrarme en la misión que tenía al día siguiente: hacer que la obra fuera todo un éxito, por nuestro bien... y el de ellos.

~*~

Como si hubieran pasado meses desde que decidimos una obra, el día de la presentación al fin había llegado.

Pese a la visible emoción, el nerviosismo reflejado en las caras de mis compañeros hacía de su ansiedad algo casi palpable, incluyéndome.

Como nuestra presentación sería en la noche, Iida y Yaoyorozu, nuestro representante y delegada de clase respectivamente, nos sugirieron distraernos con las distintas actividades que se llevarían a cabo ese día y, al menos dos horas antes de la obra, ensayaríamos nuestras líneas en conjunto.

Eres Importante Para MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora