Capítulo 13. "Me gustas"

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Kirishima

Era innegable que cuando los veía pasar, sentía cosas que no me atrevería a decir en voz alta, y que me costaban procesar.

De alguna forma, había vuelto a la normalidad. Me tomó un tiempo verlos interactuar sabiendo que son pareja, viendo cómo, bajo esa capa de mal humor e insultos, mi amigo albergaba una mirada serena y condescendiente cuando estaba con... su novio.

Había conseguido mantener las apariencias lidiando con mis conflictos internos cuando los veía juntos, solo para que, cuando nadie me veía en mi habitación, las comisuras de mi boca dolieran a más no poder por forzarme a sonreír.

Es cierto, con el tiempo dolía cada vez menos, sin embargo, era un proceso lento.

– ¡Estuviste increíble en el último combate, bro! – Tetsutetsu y yo estábamos haciendo nuestras prácticas junto a Amajiki–sempai y FatGun
– ¡No más que tú, bro! – chocando nuestros puños endurecidos. Tetsutetsu era como un hermano de otra madre.

Habíamos conseguido atrapar a un grupo de maleantes que estaban transportando una sustancia desconocida, cuando nuestra misión coincidió con la de Iida, que iba tras un grupo de delincuentes que estaban averiando las tuberías de agua.

Ahora que lo pienso, eso estaba pasando con demasiada frecuencia.

– Oye bro, ¿no te parece raro lo de las tuberías de agua? – Tetsutetsu pareció leerme la mente
– Sí, justo eso estaba pensando. Por los patrones anteriores, es como si se tratara de una
– ¡Distracción! – dijimos a coro, confirmando que estamos coordinados. – Sí, me he dado cuenta por los incidentes recientes. – Estábamos de salida de la cafetería. – Sin embargo, se desconoce qué se pretende con tanto alboroto. Es decir, las averías ni siquiera eran considerables. – Lo que lo hacía aun más extraño.
– FatGum y Sun Eater están investigando los sucesos junto con otras agencias que se enfrentaron a problemas similares. Sé que averiguarán qué sucede, después de todo, son nuestros mentores.
– ¡Tienes razón, bro! – chocando nuestros puños, haciendo que salieran chispas

Estaba distraído viendo unas aves sobre la copa de un árbol, cuando el comentario de mi amigo, rompió mi concentración:

– Es increíble que, siendo tan dispares, llegaran a ser pareja. – Y, dirigiendo mi vista hacia donde estaba la suya, los vi.

Mirándolos a simple vista, parecían interactuar como un par de amigos comunes y corrientes, hasta que sus manos se entrelazaban de la forma más natural, y yo me sentía ajeno a todo ello.

– Sí, lo es. – Llenando mi boca con el último bocado de mi emparedado de maní y jalea
– ¡Tetsutetsu! – Era Kendo. El chico casi derramaba el jugo que bebía – ¡Ni creas que se me olvida que te toca coordinar nuestros entrenamientos!
– ¿Coordinar? – indagué
– Sí. – Tragando como pudo lo que restaba de su emparedado. – Nos dividimos en grupos para reforzar nuestras habilidades. Mi responsabilidad es resistencia. – Convirtiendo sus manos en metal. – Lamento irme tan de prisa. – Siendo prácticamente arrastrado por la chica.
– Descuida. – Alcancé a decir, antes de que se alejaran.

Lo que no esperaba ver era que, el entusiasta amante de los tiburones como yo, suavizara su expresión con ella. Y pensar que le gustan las chicas con carácter fuerte. Al parecer, era algo común para los dones endurecidos.

Me recosté del banco mirando sin ningún punto fijo en las ramas, escuchando solo el murmullo de los demás a mi alrededor y el susurro de la brisa.

– Así que tu favorito es el jugo de uva – el chico con cuernos que llevé a la cafetería aquella vez, se asomó de entre las ramas, haciendo que casi me cayera de mi asiento. – Me gusta más el de durazno. – Comentó casualmente, aterrizando cual felino en el espacio disponible del banco.
– Hola de nuevo, Mamura.
– Hola, Kirishima-sempai. – levantando sus piernas del suelo, para acomodarlas cruzadas, sentado a mi lado.
– ¿Qué te trae por aquí? – El chico era algo peculiar, pero me caía bien. Con su mirada inexpresiva, incluso era algo intimidante.

Había logrado coincidir algunas veces con él en los pasillos y demás áreas de la academia. Siempre parecía interesado en escucharme.

– Te vi sentado y, quise acercarme. – Los cuernos en su cabeza lo hacían parecer que tenía dos moños rizados, como un corderito con ojos multicolor. – También quería saber si recibiste mi carta – ¿Una carta?

Y luego uní los cabos.

Hacía un mes desde que fue San Valentín, y recibí una que otra carta, pero una de ellas no tenía remitente y solo tenía escrito: "Gracias por pasar la tarde conmigo."

Un momento, ¿será acaso... ?

– Te agradecí por acompañarme a caminar, luego de que chocáramos al salir de la biblioteca – Tenía que ser de él
– ¿Tú fuiste quien escribiste esa carta?
– Sí. ¿Olvidé escribir mi nombre? – Sí, era de él.

Pero, ¿por qué se tomaría la molestia de agradecerme con una carta, en San Valentín?

– No era necesario escribirme una carta por eso. – Le sonreí, dudoso.
– Claro que sí. Me gustas.

Todo pasó muy rápido.

El tiempo pareció ir en cámara lenta, mientras me cuestionaba si había escuchado bien. ¡¿Le gusto?!

No necesitaba ver mi cara en un espejo para saber que la impresión y asombro se reflejaba en ella. Él, por otro lado, parecía haberme dicho el estado del clima o la hora, pues estaba inmutable. ¿Será alguna especie de broma?
– Perdón, ¡¿qué?!
– Me gustas, Kirishima–sempai – esta vez me mostró una leve sonrisa.
– Creo que estás confundido. – Respondí, con una risita incómoda, involuntaria. No tenía ni la menor idea de cómo reaccionar. – No creo que fuera para tanto...
– No fue solo por eso... – Su mirada se suavizó – Y, descuida, no espero tu respuesta inmediata. Solo quiero que lo pienses y que me permitas intentarlo...

Era increíblemente directo y mi cerebro estaba haciendo cortocircuito procesando toda la información. Estaba atónito.

– Bueno, no te interrumpo más. – Levantándose tan casual como vino, mientras yo aún no creía lo que estaba pasando. – Por favor, piensa en lo que te dije. – Mostrándome una sonrisa tímida antes de irse.

Para este punto, ni siquiera estaba seguro de tener pulso. Me sentía en otra dimensión. ¡¿Le gustaba?!

Las palabras se quedaron un rato resonando en mi cabeza, hasta que la campana del receso anunciaba su fin y yo de alguna forma, había conseguido llegar a mi asiento.

El resto del día me la pasé distraído, pensando en su delicada expresión al decirme eso.

Creo que me tomó desprevenido que fuera tan puntual, pero el gesto no me desagradaba, aunque no sabía exactamente cómo sentirme al respecto. Aún sentía que tenía muchos sentimientos encontrados y jamás me había planteado conocer a alguien con intenciones románticas, en este nuevo año.

Bueno, aunque lo mismo ocurrió con Bakugou.

– Permitirle intentarlo... – sus palabras se quedaron en mi mente.

¿Valdría la pena?

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Eres Importante Para MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora