La Intuición de una Madre

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Narcissa conocía a su hijo como conocía las pautas que debía seguir como hija de sangre pura.

Lo conocía mejor de lo que él mismo se conocía, y sabía que cuando volviera a casa durante las vacaciones de invierno, su hijo ya no podría pensar en la Mansión como su hogar.

Y Narcissa ni siquiera se atrevía a consolarle porque, sencillamente, ella tampoco podía pensar que era su hogar. Su lujoso y a la vez tranquilo hogar se hizo añicos en un mero instante. Las paredes interiores apestaban a muerte y oscuridad, y las sombras acechaban en cada rincón. Las comidas iban acompañadas de torturas, y los gritos de las víctimas resonaban en los pasillos durante días y días hasta que se mezclaban. En algún momento, esa víctima que gritaba era Lucius, y Narcissa intentaba proteger a su hijo de ello en la medida de lo posible, dirigiendo la atención de Voldemort y de las sombras que acechaban hacia ella. Se regalaba prendas suntuosas y permanecía en el candelero todo el tiempo que podía antes de derrumbarse.

Pero aún así.

Su mayor esfuerzo no era suficiente.

Narcissa mantuvo la cabeza baja mientras repetía ese pensamiento en su mente como un mantra. Sabía que tenía que hacer algo mejor que su mayor esfuerzo. Su hijo era demasiado joven para darse cuenta de que le lanzaban miradas lascivas, pero Narcissa lo sabía. Intentaba intervenir cuando era necesario y añadía un contoneo extra en sus caderas para llamar la atención de los mortífagos. Intentaba ofrecer consejos amables con una sonrisa impropia de un Malfoy (pero que encajaba con un Black) y jugaba al juego de la sangre pura al que estaba demasiado acostumbrada cuando era un poco más joven.

Y aunque aparentaba lo contrario, Narcissa lo detestaba– tener a todos esos asquerosos mestizos mirándola– pero era un método necesario.

Su hijo era demasiado guapo (por parte de ella, obviamente; Lucius sólo le dio el pelo y los ojos) para su propio bien.

Desgraciadamente, este método silencioso de ella no convenció a Voldemort.

Narcissa lloró durante dos días después de presenciar lo que Voldemort había hecho a su hijo.

Hubo un vacío sordo en los ojos de Draco durante el resto de su estancia, y hubo un flujo constante de sábanas ensangrentadas enviadas a los elfos de la casa. Su mente le jugó una mala pasada y su cabeza permaneció inclinada. Sus pensamientos permanecieron vacíos, excepto por el ocasional escalofrío que le producían los recordatorios de "verde" y Señor Oscuro.

Durante el resto de su estancia, Narcissa deseó saber cómo ayudarle.

Pero no lo hizo.

'Es una forma más de arruinarlo', pensaba a menudo mientras su marido estaba demasiado ocupado para irse a la cama. Se tumbaba en su cama, vestida con el más modesto camisón de sangre pura, y miraba el techo. Su mente recordaba lo que Draco no recordaba: las noches en las que se abrazaba al diminuto cuerpo de Draco y lo usaba como su única ancla al mundo. Ser una descendiente femenina en una familia cruel y machista la obligaba a mantenerse fuerte pero dócil. Pero, cuando sostuvo a Draco en sus brazos por primera vez, toda la debilidad que había sido "entrenada para salir de ella" se derramó, y sollozó en su peluza de pelo mientras acariciaba su pequeña cara.

Lo amaba como debería haberlo hecho como sangre pura.

¿Cómo podría no hacerlo? Su adorable hijo tenía el mundo delante de sus pequeños pies. Sentía que su hijo formaría parte de un futuro más brillante. Pero entonces Narcissa lo arruinó con sus lágrimas en las primeras cuarenta y ocho horas de su vida.

También recordaba a menudo la primera vez que el marco amenazante de Lucius se alzaba sobre un Draco que lloraba. Era demasiado joven para ser herido. Era demasiado joven para entender el juego de los sangre pura. Por eso, Narcissa se apresuró a calmarlo y a recordarle que Draco aún no lo entendía. Draco la miró con los ojos muy abiertos mientras se tambaleaba hacia ella, con los ojos muy abiertos de comprensión después de todo el griterío.

Flotantes Pétalos Negros (Drarry) [Spanish Ver]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora