CAPITULO 2

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Voy saliendo del edificio de Medicina junto a mis amigas, hemos decidido ir a buscar a Maya, una de nuestro club de amistad, ella no está junto a nosotras debido a que es de una carrera distinta. Cruzamos el pasillo principal para subir las escaleras ya que el área de Piscología está en una de las plantas altas del edificio vecino. Vamos saludando a conocidos que nos topamos en el camino.

— ¿Por qué será que todos en esta área son tan amigables y amables? Tienen una sonrisa acogedora siempre — pregunta Nelis, a ella casi no le gusta ir a otras áreas de estudios y no las conoce.

— Seguramente es porque a eso se dedican, Nelis. Acuérdate que ellos tienen que ser la motivación para los demás, no es nada fácil estudiar psicología y sacar del fondo a una persona destruida — le explica Mabel con su tono inocente que la caracteriza.

— Cierto — le doy la razón — Y sí que nos motivan, las charlas que Maya nos da me dan mil años de vida.

— Oh si, Maya nos alienta a no cortarnos la garganta — responde Nelis en modo cómico y nosotras reímos.

Y sí que tiene razón, Maya es como nuestra hermana mayor, no comparte sangre con ninguna de nosotras, pero así se siente. Ella a estado para las tres siempre, ella sí que sabe de todas las mierdas que nos agobian.

Ella también tiene problemas y lo sabemos, se percibe agobiada en cuestiones familiares; y aunque nos tiene a nosotras, a veces eso no basta para llenar ese vacío que siente por la falta de atención completa por parte de sus padres, ya que ella es una de diez hijos . Pero como buena estudiante de psicología que es, logra sobrellevar todos sus problemas sin necesidad de tocar fondo, nada parecida a nosotras que tenemos que andar siempre necesitándola para que nos de terapia.

Supongo que es muy difícil para un psicólogo dedicarse a escuchar y resolver los problemas de los demás cuando tú también tienes los tuyos. A veces siento que le ponen más importancia al bienestar de los demás que al suyo, y eso se les agradece infinitamente, pero a la vez da tristeza.

Maya siempre nos dice que no nos preocupemos diciendo que somos una carga para ella, porque dice que no lo somos, dice que es una satisfacción enorme poder ayudar emocionalmente a una persona que lo necesita. Eso la llena mucho a ella, y nosotras aprovechamos al máximo sus palabras y actos de aliento para salir adelante.

Todas somos unas fuertes chicas que han salido de la plasta de vida pese a todo. No puedo decir cuál de las cuatro ha sido la más valiente, porque todas hemos luchado muchísimo.


Vamos llegando a las aulas donde Maya se encuentra, nos asomamos y la comenzamos a buscar con la mirada.

— ¿La ven? — pregunto.

— No, creo que no está aquí, ¿será que ya se fue? — dice Mabel.

— ¡Hola! — nos saluda una chica de cabello verde, al parecer es muy extrovertida, que buena pinta tiene —Buscan a Maya ¿cierto? —asentimos todas a la vez — Anda sacando unas copias en la biblioteca, ya va a venir. Pasen, no se queden ahí — Nos hace ademán para que entremos y obviamente no la rechazamos.

Al entrar observamos a muchos grupos de estudiantes sentados en diferentes partes del piso, están charlando y tienen varias páginas y libros en sus manos. Supongo que están haciendo algún tipo de trabajo y no les gusta estar en las sillas, o es alguna práctica psicológica. A veces son muy raros.

— ¡Chicos! — grita la chica peliverde — Tenemos invitadas, son las amigas de Maya, esperarán aquí mientras ella vuelve.

— ¡Hola, amigas de Maya! — dicen todos al unísono en un tono cantarín.

Piezas RotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora